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INTERCAMBIO EPISTOLAR ENTRE FIDEL CASTRO Y JUAN PABLO II

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Para el Papa Juan Pablo II       

Su Santidad:

Deseo enviarle el más cálido saludo y mi gratitud por las palabras amistosas de su parte que me transmitió la Madre Tekla, y un bello obsequio de su parte.

Gran alegría experimento al apreciar cuánto y con cuánta energía ha recuperado usted su salud, a la vez que jamás se ha visto decaer su admirable espíritu de trabajo y de lucha.

Nuestro mundo convulso y sufrido necesita más que nunca su obra de paz, justicia y solidaridad, entre los seres humanos y los pueblos.

Admiro cada vez más su estoicismo y su férrea voluntad en el desempeño de su noble y humana tarea.

Le deseo prolongada salud que le permita continuar su prédica en favor de los pobres y desposeídos de la humanidad.  En ella le acompañarán el número creciente de los que albergamos los mismos sentimientos y esperanzas.

Lo felicito por el magnífico contingente de excelentes personas de la Iglesia Católica que he tenido el privilegio de conocer después de su apreciada visita a nuestra Patria y le ruego me excuse de estas precipitadas e informales líneas que le escribo antes de despedir a la Madre Tekla y otras personas que le acompañan.

Ella le contará los intensos esfuerzos que se realizan para la pronta inauguración de la misión de la Orden de Santa Brígida en Cuba.  Será un excelente paso en el desarrollo de nuestras relaciones a las que su visita a Cuba dieron un inolvidable y sólido impulso.

Espero que en medio de su continuo e incesante batallar intenso tenga la oportunidad propicia de volver a saludarlo.

Le deseo el mayor de los éxitos en su lucha por la paz y la globalizacíón de la solidaridad.  Los hechos que ocurren cada día demuestran la urgencia de alcanzar estos ineludibles objetivos.

Fidel Castro Ruz

Nov. 10 del 2002

Al Dr. Fidel CASTRO RUZ

Presidente del Consejo de Estado y del Gobierno

de la República de Cuba

Señor Presidente:         

He recibido su atenta carta del día 10 de los corrientes, y le agradezco mucho los sentimientos que ha tenido a bien manifestar hacia mi persona y mi ministerio pastoral en la Iglesia y en el diálogo con los hombres y mujeres de buena voluntad.

Me han producido mucha alegría sus espontáneas y cercanas palabras, a través de las cuales expresa su satisfacción por haber conocido a tantas personas de la Iglesia católica después de las intensas jornadas de mi Viaje pastoral a Cuba en 1998, que recuerdo tan vivamente y en las cuales pude yo también encontrar y conocer aún mejor a los cubanos, gozar de su hospitalidad y ser testigo de sus ricos valores, a la vez que les dejaba un mensaje evangélico de esperanza.

Soy conocedor de los detalles relativos a la fundación de la Orden del Santísimo Salvador y Santa Brígida en Cuba.  Como Usted recordará, otros Institutos y Congregaciones religiosas, masculinos y femeninos, quieren servir también, desde las enseñanzas del Evangelio, al noble pueblo cubano y es de desear que no esté lejano el momento en que ello pueda ser una feliz realidad, contando igualmente con la comprensión y el beneplácito de Vuestra Excelencia.

Pido a Dios que colme de sus bendiciones a todo ese querido pueblo, tan rico de cultura y tradiciones y con una profunda raíz cristiana plurisecular, para que camine siempre por las sendas de la verdadera libertad, del progreso material y espiritual, de la solidaridad y la justicia, pudiendo gozar todos del conveniente bienestar, de acuerdo con su dignidad inalienable.

Aprovecho esta oportunidad para renovarle, Señor Presidente, los sentimientos de mi más alta y distinguida consideración.

Vaticano, 22 de noviembre de 2002.

Joannes Paulus II

Al Excmo.  Sr.  Fidel Castro Ruz Presidente del Consejo de Estado y de Gobierno de la República de Cuba

Al cumplirse, el pasado mes de enero, el V aniversario de mi inolvidable Visita a Cuba, que dejó profunda huella en mí y recordando con emoción aquellas intensas jornadas que me permitieron conocer más de cerca a ese amado pueblo, envío a Vuestra Excelencia, por medio del Señor Cardenal Crescencio Sepe, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, mi deferente y cordial saludo, y a todos los cubanos les renuevo mi afecto y mi entrañable cercanía.

Muchas fueron las atenciones que recibí por parte de Vuestra Excelencia, de las demás autoridades y de tantos cubanos, por lo que, una vez más, quiero renovarles mi gratitud, a la vez que hago votos para que esa Nación camine siempre por verdaderas sendas de reconciliación y de paz, de desarrollo espiritual y material, de justicia, libertad y solidaridad, trabajando con empeño por una meta común, que es el auténtico bienestar de la Nación y de sus habitantes.

Mientras invoco sobre todos los cubanos, por intercesión de la Virgen de la Caridad de El Cobre, Madre amantísima de ese noble pueblo, abundantes bendiciones divinas que les sean de ayuda en su vida, le expreso, Señor Presidente, los sentimientos de mi más alta y distinguida consideración.

Vaticano, 1 de marzo de 2003

Joannes Paulus II

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