Cubadebate

Foto: taipeitimes.

Clasificada, lo que se dice clasificada, no está. Aún debe enfrentar a Corea del Sur, su bestia negra, y es posible un triple empate en el Grupo, el B, que bien pudiera rebautizarse y ser llamado "el de la muerte".

Pero la selección de Taipei de China, victimaria de Holanda 8x3, acaba de dar un paso de hierro hacia un horizonte prohibido para ellos: la segunda fase en un Clásico Mundial de Béisbol.

No avanzó a esa instancia en 2006 y menos en 2009, cuando hasta cometieron el pecado de perder ante República Popular China, el gigante económico que aún camina con pies de barro por los caminos de las bolas y los strikes.

Este 2013, al parecer, Taipei dejó atrás esa historia y le cogió el gusto al triunfo, porque ante Australia, con solvencia y facilidad relativa nada elocuente en el marcador de 4x1, obtuvieron el primer éxito en la III edición, segundo de su historia; y repitieron este domingo, con el plus de hacerlo desde atrás, luego de borrar una diferencia de tres carreras, pequeña, cierto, y también tempranera, que pudo disparar los nervios y ahogarlos en el despropósito delante del público en el estadio intercontinental de Taichung.

No derrochó nada. La paciencia en el home plate, el juicio para elegir qué lanzamiento golpear y la calidad de su pitcheo ya son signos asiáticos del juego, más espléndidos y mejor convertidos, varias veces en oro, por Japón, campeón de los dos clásicos anteriores, y Corea del Sur, finalista en la edición anterior y el último campeón olímpico de este deporte.

Se limitó a jugar el partido como lo piensan y el resultado cayó por el propio peso de diferencia que hay entre el suyo y el béisbol holandés.

Aunque, a decir verdad, dos biangulares y un jonrón en un mismo partido de estas lides, saliendo de sus bates, se saltan el guión, no es algo común, parecen un auténtica ostentación de poderío ofensivo.

Y, justo es decirlo, Holanda no se lo puso fácil. No en el primer tercio, al menos.

Una vez concluidos los primeros tres capítulos, con un swing se puede decir, los europeos estaban arriba en el marcador, 3x1.

Yao Ling Wang, el abridor de Taipei, enseñó lo mejor y lo peor que puede lanzar en apenas unos minutos. Fue cara, con tres ponches en el primer acto, y, con tres boletos, resultó su propio envés en el segundo, ya con un out, antes de bajar de la loma de los martirios sin permitir imparables.

Lo sustituyó Wei Lun Pan, que metió el miedo en la afición y en la anatomía del jardinero izquierdo Kalian Sams, el octavo bateador, al que golpeó con las bases llenas, antes de permitir un imparable del receptor Dashenko Ricardo, impulsor de las anotaciones del 3x0 parcial.

No aprovechó la brecha Holanda, incapaces como estuvieron de abultar la diferencia Andrelton Simmons y Jonathan Schoop, los dos de arriba del line up, y Taipei, espabilada por el susto, reaccionó con el madero y desde el box.

Encogió el marcador en el segundo capítulo a 3x1, con un boleto y par de sencillos. Fabricó cuatro anotaciones en el final del cuarto acto, con la ayuda del contrario (un boleto y un pelotazo) y un doble, un sencillo y par de fly de sacrificios, que le pusieron de cara a la victoria.

Y en el sexto dejó a merced de una heroicidad al rival, pues llegó tres veces al home plate, las dos últimas por el jonrón del primer bate Dai Kang Yang, autor de tres remolques en el encuentro.

Lun Pan, después de desesperar, trabajó cuatro y un tercio, sin permitir más incogible que el de Ricardo, y con apenas un boleto en el trayecto, para apuntarse el éxito. Y otros cuatro integrantes relevistas amarraron la ofensiva tulipán durante el último tercio del desafío.

A Tom Stuifbergen, el abridor de Holanda, le conectaron cuatro hits y le produjeron cinco carreras inmaculadas. A Shairon Martis, su sustituto, torturado con el jonrón, le fabricaron las otras tres, todas sucias. Y solo Jonatan Isenia, en uno y dos tercios, no permitió anotación.

Sufrió el revés Tom Stuifbergen, un diestro que prácticamente estaba obligado a lanzar perfecto. Él y todo el bullpen, porque la ofensiva de sus compañeros no montó el autobús, se quedó en el hotel.

Solo un imparable en 27 turnos batearon los campeones mundiales, que se ganaron siete bases por bolas y se poncharon seis veces; por cuatro y seis, en ese orden, Taipei de China.

No hubo más diferencias grandes. Ambos dejaron a cinco corredores en el camino. Ambos cometieron un error. Los chinos realizaron un doble play y se robaron una base en dos intentos. Los de Europa no, ni siquiera intentaron lo uno o lo otro.

Volvió a ganar Taipei. En definitiva. Y ya comienza a inhalar el futuro, a mirar hacia el horizonte. Eso sí, sin dejar de concentrarse en el presente, que es en Taichung y el martes 5 de marzo.

Le conviene pasar del encantamiento por estos dos triunfos, y avistar a Corea del Sur, su próximo rival. Un triunfo, otro, lanzaría su candidatura hacia semifinales por este camino del organigrama, y sería el primer éxito en tres enfrentamientos contra los surcoreanos, que no le permitieron carreras en ninguna de las oportunidades anteriores: derrotas de Taipei 0x2 y 0x9.

Sería, sobre todo, un golpe de moral sin par, un fuelle para sus ilusiones y sus posibilidades. Colocaría en .500 su palmarés en clásicos mundiales y, más importante, apearía de la contienda a Corea del Sur, subcampeón del Clásico 2009, un rival al que le convendría no ver más de una vez.

Positivo: Taipei reaccionó con vigor. Negativo: Perdió alegría el juego de Holanda. Preocupante: ¿Despertará el bateo, sobre todo la eficacia productiva, de los Tulipanes?  Incomprensible: Hensley Meulens, director de Holanda, mantuvo a Isenia en el box con desventaja de cinco carreras.