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El nacimiento de una nación: Algunas reflexiones sobre colonialismo y fascismo en Estados Unidos

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En junio de este año 2023 se cumplieron 70 años del injusto encarcelamiento y ejecución de los esposos Rosenberg. Foto: Getty Images.

En junio de este año 2023 se cumplieron 70 años del injusto encarcelamiento y ejecución de los esposos Rosenberg. Una familia de clase trabajadora, con ideas de izquierda, que fue víctima del contexto de la Guerra Fría y el carácter marcadamente clasista de la justicia en Estados Unidos. Sus muertes se suman a una numerosa lista de víctimas de la clase trabajadora en el largo proceso de desarrollo, maduración y consolidación del capitalismo en la nación norteña y de la configuración imperialista de su política interior y exterior.

Con plena lucidez, Ethel Rosenberg declaraba en una de las cartas escritas desde la prisión: “Somos las primeras víctimas del fascismo norteamericano”. Y escribía esto en una etapa donde, paradójica y dialécticamente, EE. UU. había alcanzado el pico de su hegemonía como potencia, siendo el claro ganador de la II Guerra Mundial, y, precisamente por esto, la nación se sumía en una histeria anticomunista que expresaba el miedo profundo a perder esa hegemonía.

Recientemente, los activistas del People's Forum en Nueva York y otras organizaciones denunciaban la petición que hiciera el senador republicano Marcos Rubio al Department of Justice para investigarlos, en un claro gesto macartista de persecución y acoso. El mismo espíritu, en dos épocas distintas, con objetivos y fines similares.

El macartismo fue una de las formas ideológicas en la que se expresaron los temores de una clase media cuya situación económica en la segunda postguerra era de una bonanza sin precedentes y cuya visión del mundo estaba signada por el miedo profundo a perder esa prosperidad.

Pero el macartismo es también la expresión del temor profundo de las élites económicas y políticas norteamericanas a todas aquellas fuerzas que reivindiquen el derecho a una nación verdaderamente más equitativa, inclusiva y democrática. Para entender la naturaleza de este fenómeno, es preciso verlo en relación con el colonialismo y el fascismo, como fenómenos que constituyen la esencia de la específica configuración político-liberal del presente.

Colonización, raza y fascismo

El proceso de expansión colonial europeo iniciado en el siglo XV no solo aportó las condiciones para el desarrollo definitivo del capitalismo como sistema mundial de dominación al servicio del capital, sino que también puso a los europeos frente a la realidad de pueblos y culturas que debieron someter a sus particulares necesidades de apropiación y producción.

La llegada del hombre europeo a América, África o Asia implicó no solo empresas comerciales, que como tal debían rendir dividendos, sino también la necesidad concreta de explicar las razones de su dominación sobre el otro. En una Europa en los albores del Renacimiento, el humanismo y las vertientes más lúcidas y racionales del escolasticismo tardío obligaban a explicar la naturaleza de esos nuevos seres recién descubiertos para el hombre occidental y hacerlo de tal forma que no contraviniera los intereses y negocios de la corona, el papado y las élites financieras que armaban, bendecían y legislaban en beneficio de la empresa colonial.

Nace entonces la idea de raza (sostiene Aníbal Quijano) como útil herramienta para explicar la superioridad de unos pueblos sobre otros. No era ya solo la simple superioridad de la civilización sobre los bárbaros, al estilo de la antigüedad, sino que era el sometimiento de una raza superior sobre razas inferiores, biológicamente incapaces de elevarse desde su condición y que, por tanto, debían trabajar al servicio de la raza superior y, en el proceso, recibir la cultura, lengua y religión de los pueblos “civilizados”.

Esta útil discriminación racial que tenía una clara línea diferenciadora en el color de la piel, va a permitir que millones de seres humanos puedan ser brutalmente explotados en beneficio del desarrollo capitalista en América y otras partes del mundo. Al agotar, por enfermedad, hambre o exterminio las poblaciones nativas del continente americano, los conquistadores inician, con gran lucro, el proceso de traslado masivo de hombres, mujeres y niños desde sus tierras africanas hasta el llamado Nuevo Mundo.

En su hermoso libro Historias del Paraíso (Monte Ávila Editores, 2022), el venezolano Gustavo Pereira aporta algunas cifras que pueden ayudar a tener una idea de la dimensión del tráfico humano en los siglos XVI al XIX y, aunque resulta sumamente difícil dar datos exactos de las dimensiones totales de esta criminal empresa, se atreve a dar un estimado de más de cien millones de seres humanos que en el lapso de varios siglos, cruzaron el océano hacinados en los barcos, vejados y enfermos.

La discriminación racial está en la base de todo el sistema colonial y neocolonial de dominación sobre el cual Occidente constituyó su hegemonía. Esta discriminación se reprodujo entre los propios sometidos y en las nuevas sociedades que fueron emergiendo luego de las guerras de independencia y los procesos de descolonización de la segunda mitad del siglo XX. Las élites locales, condenadas a un lugar complementario en la arquitectura de la dominación mundial, sustentaron su dominación en sus propios países sobre los mismos prejuicios raciales y étnicos.

Una de las raíces del fascismo moderno están en esta idea de la superioridad racial de un pueblo o pueblos sobre otros y en las muchas teorías que justifican “científicamente” las especiales condiciones de algunas razas o las limitaciones crónicas de otras. Amén de las particulares formas de expresarse acorde con la realidad en la cual se desarrolló, el fascismo del siglo XX y su homólogo del siglo XXI tienen en común: la convicción completa de su superioridad cultural y social con respecto a otros pueblos, el desdén e incomprensión de las diferencias culturales, la legitimación de empresas imperialistas de dominación y la negación de cualquier acto de barbarie cometido por la propia cultura. No sorprende entonces que, en fecha tan reciente como agosto de 2018, el perfil en Twitter del partido de ultraderecha Vox, uno de los adalides del neofascismo europeo en España, reivindicara la empresa colonial en los siguientes términos:

“España no tuvo colonias, tuvo provincias de ultramar. Isabel I de Castilla quiso acabar con la esclavitud. Los conquistadores españoles acabaron con el sacrificio humano. El imperio se levantó por igual entre españoles e indígenas”. (1)

El neocolonialismo como forma de dominación económica y política y el fascismo como variante ideológica más extrema para la legitimación de esa dominación son dos formas de un mismo proyecto: el mantenimiento y adecuación de las necesidades de dominación del capital y del capitalismo como orden imperante a nivel mundial.

Por ende es posible afirmar entonces que el fascismo es, en esencia, un fenómeno de las naciones occidentales hegemónicas que se han beneficiado de la particular configuración del mundo que emergió del colonialismo y el neocolonialismo. Y aunque pueda tener su expresión en naciones de la periferia económica y política, estas siempre serán complementarias de procesos políticos en las naciones centrales.

El neofascismo y la crisis de Occidente. Su expresión norteamericana

La hegemonía colonial y neocolonial implicó también la hegemonía de Occidente. Desde finales del siglo XIX se da un proceso de ascenso y consolidación de la primacía estadounidense sobre las otras potencias capitalistas. Las dos guerras mundiales jugaron un papel fundamental en este proceso. Al final de la segunda, la nación norteamericana pudo imponer sus intereses financieros en los famosos acuerdos de Bretton Woods y con el Plan Marshall garantizó el papel subordinado y dependiente de las élites europeas.

A pesar de su imaginario liberal y democrático, la nación norteamericana era el resultado de un proceso de sometimiento de las razas no anglosajonas por la identidad blanca, anglosajona y protestante. Desde la esclavitud directa hasta el expolio sistemático de sus tierras y riquezas. Los modernos EE. UU. se han erigido sobre negros, pueblos indios, latinos, asiáticos, migrantes europeos que por su procedencia no lograron integrarse al núcleo dominante, mujeres y trabajadores. En su libro La otra historia de los Estados Unidos (Editorial Ciencias Sociales, 2012) el profesor Howard Zinn reconstruye la historia de lucha y resistencia de estas identidades.

El proyecto político norteamericano tiene en su seno, entonces, los gérmenes de un proyecto de segregación racial y supremacismo nacional, que en el caso norteamericano (como el de todo imperio) se asume como una excepcionalidad divina. Estados Unidos de Norteamérica ha sido elegido por Dios para cumplir su misión sobre la tierra. De ahí que la asista el derecho a someter e invadir otras naciones, por demás “oscuros rincones del mundo” (Bush hijo dixit), para llevarles la luz de la civilización y los valores norteamericanos, entendidos como universales.

Las décadas que siguieron a la II Guerra Mundial fueron de una bonanza económica extraordinaria para el país. La situación económica de la clase media se consolidó notoriamente. Pero con esta bonanza, vino también el miedo a perder el estatus y la seguridad económica ganados. De ahí que la clase media norteamericana se guareciera en sus prejuicios y creyera firmemente en individuos como McCarthy, que alimentaron esos temores con fines políticos.

Aunque hubo excepciones, el núcleo conservador del proyecto norteamericano encontró en estos sectores de clase media la base social para la preservación de su proyecto. Si bien en esos años las identidades sometidas libraron importantes batallas por sus derechos, siendo el punto más alto el Movimiento por los Derechos Civiles, y lograron importantes avances en materia de su reconocimiento político y social, el núcleo ideológico que alimentó y alimenta el fascismo norteamericano permaneció intacto.

Esta actitud neofascista se ha nutrido a lo largo de las últimas décadas de diversos factores: los miedos de las clases medias de la sociedad, explotados por las élites con fines políticos; los prejuicios sociales y de clase, heredados o aprendidos; el deterioro del nivel de vida de las clases medias desde el inicio de las políticas neoliberales en los ochenta; las concepciones supremacistas y racistas que están en la base del proyecto nacional norteamericano y que han sido explotados con tanto éxito reciente por un populista como Donald Trump.

El declive económico y político de los EE. UU. como la mayor potencia del denominado “Occidente colectivo”, implica la crisis de este mismo Occidente. Los factores sobre los cuales sustentaba su hegemonía comienzan a ser cuestionados y, en no pocos casos, activamente superados. Emergen nuevas potencias regionales y globales capaces de disputar la geopolítica dominante, como es el caso de Rusia, China y la India, por poner tres ejemplos. China se consolida como actor económico, con un potencial de desarrollo creciente. El patrón dólar comienza a ser suplantado por otras monedas en los intercambios internacionales. Y los valores y creencias que sustentaban el proyecto occidental de dominación comienzan a ser disputados en todos los continentes.

Esta crisis de la hegemonía Occidental, viene en paralelo a las consecuencias sociales que décadas de neoliberalismo han dejado sobre las poblaciones, incluso en aquellos países del núcleo duro del capitalismo. La extrema derecha y el neofascismo son la respuesta a estas crisis. Y más en sociedades donde la superación revolucionaria del orden de cosas imperante ha sido sostenidamente demonizada.

Entender el fascismo solo en relación con los derrotados proyectos en Alemania, Italia y otros países europeos, impide comprender que el fascismo es un producto natural de las visiones más conservadoras del capitalismo contemporáneo. Su populismo y su aparente política de mano dura en materia de seguridad y política exterior, lo convierten en un elemento muy atractivo para sectores de la clase media y los trabajadores que ven cómo se precariza su vida y aumentan los niveles de criminalidad e inseguridad.

Ante este escenario, y en virtud de la compenetración que caracteriza al capitalismo en esta fase de su desarrollo, resulta peligrosamente ingenuo ver las manifestaciones del fascismo ascendente como elementos aislados. La fuerza creciente del espíritu macartista y conservador en EE. UU., su odio patológico en contra de los trabajadores, las minorías y sus expresiones organizadas, resulta sintomático. El fascismo y el neocolonialismo como herramientas para la preservación de los intereses de las élites, son fuerzas vivas y actuantes. Solo podremos combatirlos desde la creación de conciencia como un paso previo para la creación de un amplio frente de lucha a escala internacional.

(Tomado de Mate Amargo)

Se han publicado 13 comentarios



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  • Rafael Emilio Cervantes Martínez dijo:

    Larga estela de crimen, sangre y lodo, ha dejado atrás la acumulación originaria del capital, estudiada con rigor científico por Carlos Marx, lo que tuvo una continuidad llena de horror en el colonialismo, el neocolonialismo y la llegada reaccionaria del imperialismo con su versión extrema fascista y neofascista. Cuando los valores que sostienen un orden social internacional vetusto e irracional, lleva a gobierno a Trump, Bolsonaro, Macri y otros, queda claro que la dirección principal de la labor revolucionaria está en el trabajo con la subjetividad para la lucha, para la no absorción por el orden dominante y la creación de otro nuevo.

  • El pelao dijo:

    Desde que tengo uso de razón he escuchado y leído en la prensa cubana del declive de los Estados Unidos, ya tengo casi 40 años y continúan los mismos argumentos. USA con sus aciertos y fallos es uno de los países con mayor renta per capita del mundo, fenómeno único en naciones tan grandes y diversas como esa. Mientras tanto nosotros haciendo colas para sacar 1000 pesos cubanos del banco, porque ya ni billetes hay. A ver si nos fijamos más en los problemas que tenemos en casa y nos preocupamos menos por el vecino.

    • Legoman dijo:

      Su comentario es el clásico "análisis" simplista en el que caen muchos actualmente. La decadencia de un país no se mide solamente en términos monetarios sino que lleva un conjunto de variables socioeconómicas que hacen más precisos y realistas los resultados. Por ejemplo... dicen que USA es la primera economía del mundo (cosa que no es cierta porque en términos de producción de bienes de consumo China ya es la primera economía mundial), sin embargo no es el primer país en renta pero cápita. Lo sabías? Evidentemente no. Según estadísticas de cierre del 2022, Luxemburgo es el primer país de la lista con $128 000 dólares de renta per cápita seguido por Noruega con $100 000. Estados Unidos es de los países más endeudados del mundo como una deuda pública y privada que supera en más de 2 veces su PIB!!! Quiénes son sus mayores acreedores? Japon y China. Curioso verdad? La decadencia moral de su sociedad es más que visible que nos hace recordar a quienes tenemos un poquito de conocimiento sobre la historia, las últimas épocas del Imperio romano. Estados Unidos se va a hundir por su propio peso porque ese es el destino inexorable de los imperios. Lo otro es el tiempo que tome que eso suceda, pero créame que ese reloj está haciendo tic-tac cada vez más rápido y no lo para nadie. Por último, dejen ya la manía de equiparar a Cuba, país subdesarrollado, con una economía bien pequeña y prácticamente sin recursos naturales y superbloqueado precisamente por ese país que, evidentemente, tanto admiras. O eso no cuenta para ti? Si somos tan "ineficiente" como sistema, por qué no nos quitan el BLOQUEO y así podrán demostrar que toda esa campaña política en contra nuestra era cierta? Por qué no lo hacen? Cuál es el miedo de la gran "superpotencia? Antes de emitir ciertos criterios, primero lee un poco para poder tener argumentos sólidos y no caer en simplismos y frases trilladas fácilmente refutables.

      • Ania dijo:

        Excelente respuesta, gracias por responder.

    • Luis dijo:

      Tanto el capitalismo como el socialismo son sistemas jóvenes, queda mucho tiempo, a lo mejor siglos para poder ver la potencialidad del socialismo, puede que ni usted ni yo, ni nuestros hijos, nietos, etc lo veamos, nos queda la alternativa de seguir adelante o buscar otros caminos de desarrollo personal, si es lo que desea.

  • Seleida Reinoso Salgado dijo:

    Excelente reflexión

  • el estudiante dijo:

    Hoy nadie se acuerda del crimen de los Rosenberg. Si no lo desmantelaron, porque se han visto barbaridades, tal vez el único monumento que los recuerde fue erigido en la ciudad de La Habana, a la entrada de la Plaza de la Revolución. Cuando muchos lean los entresijos de todo este perverso proceso, y la frialdad y perversidad anglosajonas en castigar a este matrimonio, se comprenderá mejor el verdadero sentimiento de los anglosajones para con el resto del mundo. Ah! Y se me olvidaba: en la conspiración que culminó en el asesinato de los Rosenberg se complotaron connotados homosexuales, desde el director del FBI hasta el juez Milton Kaufmann, pasando por sus acólitos Roy Cohn y Joseph MacCarthy. Casualidades de la Historia? O sicarios propiciatorios?

    • Facundo dijo:

      El argumento ad hominem es una falacia muy usada cuando no se tiene razón o argumento válido. Por que la referencia a la homosexualidad? Tu comentario homofobico desvalua tu argumento.

  • rafael dijo:

    Tremendo artículo, estoy impresionado de tanta sabiduría.

  • Facundo dijo:

    Una vez en la escuela le comenté a un profesor con mucho entusiasmo sobre un libro que acababa de leer. El profesor me me contestó que… un autor vale lo que valen sus opiniones. Nunca más lo he olvidado.

  • Diosmlde carbonell Lebren dijo:

    comenté hace un buen rato sobre este articulo que si pelao y otros ususarios se remontaran un milimetro en los anales de la historia ,llegarian a la conclusion de que la durabilidad de un regimen o sistema socioeconomico no se puede valorar como se valora la durabilidad de un par de zapato, un cepillo de diente o un pantalon por poner un ejemplo, las personas medianamente instruida en la historia universal saben que regimen esclavista perduro por mas de 10 siglos. el feudal casi lo mismo y el capitalista ya va por mas de 5 siglos,lo que todos esos siglos de vida les han permitido encontrar formulas para continuar sobreviviendo , desde mediado del siglo XIX , Carlos Marx y Federico Engels estan avisorando la crisis del sistema capitalista, y aun esta ahi en algunas naciones con cierta vigorisidad, por tanto que son tus 40 años, con lo que ha sucedido en la Humanidad no creo que sea motivo para desilucionarte. Por otro lado considero quesin pretender ser interprete de nada ni de nadie , el articulo trata de exponer la ideologia enarbolada por Estados Unidos , al igual que otras naciones capitalista en distintas
    epocas del desarrrollo , al tratar de justificar las invasiones , las agresiones, el saqueo , el sometimiento de un pueblo sobre otro , incluso recurriendo desfachatadamente a tesis religiosas ,como si fueran un designio de dios la razon por la cual ellos actuan asi. ahora bien la pregunta mas elemental que pudieramos hacernos ?Estados Unidos pudiera tener la mayor renta percapita sino saqueara las riquezas de otras naciones como lo ha hecho con Libia, Iraq, Siria, El oro , diamante , petroleo y otros de America y Africa? Es muy incomodo pretender que un pais como el nuestro que respeta el derecho internacional , que no invade, que no saquea, que no se aprovechó del mundo ni en la primera ni en la segunda Guerra mundial ,que no arrebata territorio a otras naciones, tenga los recursos que tiene la mas poderosa e imperialista nacion del mundo, a costa de quienes disfrutan los ciudadanos norteamericanos el nivel de vida que disfrutan, detras de esa calidad de vida hay mucho sufrimiento, desigualdad , muerte e injusticia, no verlo asi seriamos complice del imperio

  • Casandra dijo:

    El nacimiento de una nación que condenó a sus verdaderos nativos a vivir en prisiones con el eufemismo nombre de Reservas ¿Reservas de qué?

  • Luis dijo:

    Según tengo entendido, los documents desclasificados en USA y de la antigua URSS, confirmaron que Julius Rosenberg era espía, aunque no había sido relevante para lo de la bomba atómica, Ethel tuvo muy poco que ver con la labor de su esposo e inclusive los hojos han aceptado la culpabilidad del padre y luchan por lograr un perdon presidencia sólo para la madre desde hace bastante tiempo ya.

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José Ernesto Nováez Guerrero

Escritor y periodista cubano. Miembro de la Asociación Hermanos Saíz y de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba. Coordinador del capítulo cubano de la REDH. Colabora con varios medios cubanos y del extranjero.

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