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Paisaje de imprecisos

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El presidente de Israel convocó juntos a Netanyahu y Gantz, buscando un acuerdo entre ellos para evitar unas terceras elecciones en lo que va de año. La expectación se mantiene.. Foto: Aurora Israel.

Falta de fe en partidos en general y sobre políticos particularmente, o escasez de entendimiento entre fuerzas en teoría cercanas, y alianzas de extraña composición, se sientan juntas en el momento actual, dando largas a situaciones complejas y/o agravándolas. Cuando menos, patinando sobre interminables y poco bien atendidos asuntos.

Entre el 2015-2016, España vivió una situación particular cuando en las elecciones generales tanto el Partido Popular como el PSOE, perdieron gran cantidad de votos y ninguno obtuvo lo requerido para gobernar. Emergieron entonces dos nuevos grupos: Ciudadanos (a la derecha) y Unidos Podemos (herederos del movimiento de indignados anti-neoliberal).

Fue necesario un semestre, para llegar a un acuerdo forzado por el descabezamiento interno del PSOE, tras lo cual se facilita que Mariano Rajoy constituya un enclenque gobierno. Esa “solución” tuvo varias incidencias y concluye cuando es revocado ese mandato del Partido Popular, debido a la escandalosa trama de corrupción que les involucra.

La actual jefatura del país, hoy capitaneada por Pedro Sánchez, logró mayoría para el PSOE en los comicios de abril 2019, pero ha fracasado en el intento de armonizar una alianza para tener mayoría parlamentaria sólida dados los fuertes retos internos o mundiales. El proceso concluye por ahora con la convocatoria a otra cita a urnas en noviembre.

Los resultados de comicios federales en Alemania en septiembre del 2017 no otorgaron a los conservadores el puntaje necesario para gobernar solos. Los intentos para aliarse a otras formaciones fueron inútiles y, al cabo de 5 meses, la derecha de Angela Merkel (CDU) y los socialdemócratas (SPD), entonces dirigidos por Martin Shultz, repitieron una experiencia (2013-17, Gran Coalición) que no ha logrado frenar en la necesaria medida hasta aquí, a una ultraderecha en ascenso.

Italia probó con un gobierno conformado por la ultraderecha de Mateo Salvini (La Liga, antes Liga Norte) y el “antisistema” Movimiento 5 estrellas (M5E, Luigi Di Maio). Al parecer intoxicado por la influencia ganada, Salvini quiso todo el poder para sí y planteó una moción de censura contra el gabinete del cual formaba parte.

Giuseppe Conte, economista y un primer ministro de accionar muy discreto hasta entonces, le hizo frente a quien perdió una batalla de la cual sale escalfado. El M5E ha pactado con los socialdemócratas (Partido Democrático, Mateo Renzi) y con ello crean el que varios analistas consideran “uno de los gobiernos más de izquierda, de los últimos años” en el país transalpino, pero otros aseguran tendrá corta vida. Como la biografía política italiana fue siempre agitada, darle “me gusta” a cualquier posibilidad, resulta comprometedor.

Quede anotado, brevemente, pues será objeto de otros análisis cuando concluya, el caso británico, donde desde el 2016 a la fecha hubo 3 primeros ministros (David Cameron, Teresa May, Boris Johnson, todos conservadores tories) y no se descartan elecciones a corto plazo, brexit mediante, sea cual fuere su dureza o debilidad.

Teniendo a la vista tan confusos escenarios, se llega a otro alejado, muy diferente, pero donde también ocurren anomalías en el desempeño de un gobernante, y en la elección de nuevos. Se trata de Israel, donde las legislativas en abril no entregaron señales claras y fue preciso ir a una segunda vuelta, recién concluida, que le otorgó mayoría al partido Azul y Blanco, encabezado por Beeny Gantz , con dos escaños de ventaja sobre el derechista Likud, comandado por Benjamín Netanyahu, primer ministro del régimen sionista durante los 10 últimos años.

Es posible para Gantz coaligarse con otras fuerzas de un parlamento muy fragmentado. Entre las conexiones se maneja la de Avigdor Lieberman, conservador de opción laica, con una cantidad de escaños, que le hacen crucial en la formación de gabinete. Ministro de defensa hasta hace poco, renunció al cargo por desavenencias con Netanyahu.

Aun cuando se tilda a Gantz de centro-izquierda, ubicarle en esa tendencia sería audaz. Se le considera con mentalidad avanzada debido a sus posiciones contrapuestas al saliente primer ministro y las corrientes religiosas ultra-ortodoxas, que han caracterizado decisiones muy intolerantes del periplo en cierre.

Gantz opta por el matrimonio civil, por ejemplo, junto con varias fórmulas menos estrictas para la existencia, opuestas al corsé confesional excesivo hoy imperante. Cuestionó la litigada Ley del Estado nación judío, decretada el año pasado pues relega a un 20% de la población que conforman las minorías en Israel, sobre todo la árabe, marginada y cada vez con peores condiciones, por carecer de respaldo legal suficiente, y encontrarse sometida a calumnias como la propalada sobre constituir un peligro para los hebreos, una de al tantas fórmulas para justificar el acoso y despojo del cual fueron y son objeto.

Por eso mismo resulta destacable que la Lista Conjunta de partidos árabes, le haya presentado al presidente de Israel, Reuven Riblin, su determinación a darle apoyo a Gantz, quien se dice proclive a reanudar negociaciones con los palestinos en busca de receta para distribuir el territorio entre ambos pueblos.

En su contra o para un mejor boceto biográfico del posible jefe de estado israelí, dígase que estuvo al frente de las dos grandes ofensivas contra Gaza (2011, 2015). Es un militar retirado que se estrena en política, escoltado por otros compañeros de armas. Esa mezcla de posiciones arroja sobre esta figura muchas reservas, pese a reconocérsele el valor de arremeter contra Netanyahu y su larga era de “destrucción de la democracia”. Así tildan diferentes voces -incluyendo israelíes- la etapa que, según parece, concluirá con la salida del todavía premier.

El resultado en urnas y la heterogénea composición del cuerpo legislativo, indican que existe una gama amplísima de intereses, a escala de ciudadanos y corrientes de pensamiento. Entre las contingencias que se manejan está una posible coalición -siempre que no esté Netanyahu en el arreglo para otro gabinete- entre el Azul y Blanco y Likud (principal partido conservador judío que, con el saliente gobierno, cedió descolladas competencias a la ultraderecha nacional-religiosa).

El Likut, con todo, tuvo mejores posturas, con respecto a una paz con los palestinos en otras etapas. Pero dos lustros de concesiones e intimidad ejecutiva concedidos por Netanyahu a esos jerarcas confesionales, portadores de un conservadurismo concentrado en las vertientes más codiciosas y estrechas, transformaron a esa formación política. Por ello se duda sea capaz de conjugar sus proyecciones con las de Gantz.

Las ideas más liberales o abiertas de este ex general, son deseadas por parte de los israelíes, afectados por una realidad económica poco cómoda y métodos de vida cada vez más restringidos. Sectores de la intelectualidad y muchos universitarios emigran, provocando un éxodo a la inversa que priva al país de personas cultivadas en muchas profesiones.

Uri Ayalon, un rabino distante de todo progresismo, estima que Netanyahu “está rompiendo todas las reglas morales y de la democracia israelí y su discurso es de odio”. “La palabra paz ha desaparecido de la mesa y las escuelas. Esto es muy peligroso para los fundamentos de la democracia”.

Otras figuras y conocedores aseguran que la vertiente nacional-religiosa instalada, es consecuencia de un trabajo ideológico de judíos norteamericanos extremistas que trasladan y financian su difusión.

La controversial ley del Estado-nación, es, según ellos, uno de los criterios excluyentes exportados a Tel Aviv por esa facción judío-estadounidense, destinada a intensificar sentimientos anti-árabes, dentro de todos los sectores de la población. Esta es una zona comprometida por anomalías históricas de uno o mil signos, alimentados por la agresividad de la administración Trump, desatada contra Irán, potencia regional que Israel toma como generador de supuestos peligros, pero en los hechos, se trata de competir con Teherán por el predominio en el área.

Quizás Israel no sea –dadas sus características- el mejor caso de irregularidad en la gobernanza o en la elección de los dirigentes, pero registra otra evidencia de indecisiones en masa, requeridas de estudio y mudanzas, por su extensión y la falta de representatividad sólida que instala.

Se han publicado 2 comentarios



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  • nany dijo:

    Comentario que refleja excelente análisis de la situación de los partidos tradicionales y la respuesta de los votantes en las elecciones para elegir candidatos a la presidencia, sea en España, Reino Unido , Alemania o Israel, entre otros. Para los lectores cansados de ‘quítate tú para ponerme yo’, da lo mismo Juana que su hermana.

  • Jose R. Oro dijo:

    Me gustan mucho los artículos de la destacada periodista y analista internacional cubana Elsa Claro. Este me gusta aun más, desde el titulo, porque vivimos en un mundo de "imprecisos". Considero que este artículo es sumamente útil, porque cubre muchas lagunas de cosas importantes que no son frecuentemente tratados y que los lectores tienen una información imprecisa. Para poner un ejemplo, en Estados Unidos, lo que está pasando en Israel lo saben principalmente la minoría de judíos estadounidenses, mientras que el resto de la población (97.9%) solo sabe que Netanyahu pasó “las de Caín” en las elecciones (si acaso) y así con España, Alemania, etc. En Cuba aunque con más cultura de política internacional por un largo trecho, también es necesario puntualizar e informar sobre todo lo que la autora brillantemente discute.
    Deseo expresar que un punto principal de este artículo es el resurgimiento de la ultraderecha y el fascismo en los Estados Unidos, varios países de Europa y América Latina entre otros, y de la forma más viral y agresiva. Por ello quisiera comentar las analogías de lo que sucede hoy en el mundo político estadounidense, latinoamericano, europeo e israelí entre otros, con los eventos relacionados con el surgimiento del fascismo de la era posterior a la I Guerra Mundial y las convulsiones económicas políticas y sociales subsecuentes.
    El fascismo está resurgiendo, y trata de hacerlo de una forma adecuada a los tiempos y presentando nuevos centros de odio, hoy día no son los judíos o en menor medida los gitanos y otros “Untermensch” de la era nazi, sino los inmigrantes y minorías, el medio ambiente, y el usar un sector inconsciente del pueblo contra quienes propulsan cambios sociales y menor desigualdad.
    Sin embargo una parte de la izquierda en el mundo ha tratado de redefinirse moviéndose hacia la derecha por un lado o rechazando la unidad y la creación de frentes antifascistas por el otro. La unidad (o desunión) de la izquierda es un tema recurrente en la política del mundo, desde hace más de un siglo, o por decirlo de otra manera desde que la izquierda existe como forma política organizada, ese es un tema al que mucha gente no quiere ni acercarse, pero es inevitable hacerlo. Es una parte importante de la redefinición de la “izquierda” y su imperativa unidad en el mundo de hoy. José Luis Centella Gómez, secretario general del PCE lo analizó muy bien, respondiendo a las certeras preguntas de la periodista Gabriela Ávila Gómez de Granma.
    http://www.granma.cu/mundo/2017-04-23/no-hay-posibilidad-de-derrotar-al-capitalismo-sin-la-unidad-de-la-izquierda-23-04-2017-22-04-08
    “Existe un consenso acerca de la necesidad absoluta de la unidad de las izquierdas no solo para derrotar al capitalismo, sino también para que el capitalismo (y su expresión más letal, el fascismo, mi nota) no nos derrote”
    Con una apropiada unidad de las fuerzas progresistas de centro – izquierda e izquierda, Piñera no hubiera triunfado en el balotaje en Chile, por poner un ejemplo; como Hitler y su partido nazi (NSDAP) no hubieran triunfado en las elecciones parlamentarias de julio de 1932.
    Hoy día debe quedar claro para todos, que el enemigo inmediato y contra el que se debe tomar acción urgente es Donald Trump y sus seguidores, el PP y VOX, no el PSOE, Benjamín Netanyahu, y así en los otros casos. En el mundo de hoy (como en el de hace casi un siglo) no se puede seguir pensando en blanco y negro. A veces enfrentando a lo mediocre de hecho apoyamos a lo peor
    Un gran articulo de Elsa Claro, la felicito humildemente y de todo corazón.

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Elsa Claro

Elsa Claro

Periodista cubana especializada en temas internacionales.

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