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¿No pasarán?

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Estados Unidos está obligado a optar entre un protofascista y una republicana moderada.

Lo que recupera la fe en este pueblo es el hecho inusitado de que las grandes mayorías reprueban ambas opciones ofrecidas por las cúpulas y, según un sondeo de esta semana pasada, ocho de cada 10 votantes consideran que esta contienda es asquerosa.

Si la elección de verdad expresara la voluntad de la mayoría del pueblo (o sea, la supuesta definición de este ejercicio), casi toda la clase política, desde los candidatos presidenciales a casi todo el Congreso (el cual ahora goza una tasa de aprobación de 15 por ciento), serían derrotados y expulsados de sus puestos. El veredicto de la mayoría es ninguno de estos.

Pero en la elección presidencial, uno de estos dos ganará. Al final, esta elección gira en torno de la opción protofascista. La resistencia se marca más en la expresión de opiniones, pero no se convierte en acción política. Tal vez lo más sorprendente es que ante la amenaza clara y presente de esta expresión de demagogia derechista –sus inaceptables comentarios sobre las mujeres, los migrantes, los medios de comunicación o los musulmanes; sus propuestas, que implican la violación masiva de derechos civiles y humanos, y sus declaraciones mesiánicas, combinadas con su populismo, que llevan a una constante comparación con elementos de Mussolini, Hitler, Berlusconi, Ross Perot, George Wallace y más– está la ausencia de una movilización masiva, gigantesca, en su contra, en las calles, en las plazas, en sus festejos y actos, con un lema histórico y sencillo: No pasarán.

Claro que hubo protesta, pero no la suficiente para impedir que por primera vez en la historia del país una expresión con tintes fascistas se encuentre en la antesala de la Casa Blanca y no se sabe si pasarán o no.

La pregunta que más está en el aire es ¿cómo es posible que Trump tenga posibilidades de ganar?
Sea cual fuere la explicación –y es sumamente compleja, pero gira sobre las consecuencias de la aplicación de políticas neoliberales durante tres décadas, las divisiones y corrientes históricas de un país, sus dramáticos cambios socioeconómicos y demográficos, y una mayoría que ya no confía en las instituciones políticas del país–, ya nadie puede apostar sobre qué sucederá no sólo en las próximas 48 horas, sino en los próximos meses y años en este país.

Una de las cosas que quedan al descubierto en esta elección es el estado de putrefacción de la clase política. La mayoría expresa eso en casi todo sondeo, y los dos candidatos insurgentes dentro de los dos partidos principales sorprendieron a las cúpulas justo porque la respuesta popular a su mensaje de que el sistema está amañado, y sobre todo en el mensaje del socialista democrático Bernie Sanders de que la democracia está secuestrada por una oligarquía y el pueblo la tiene que rescatar, generó una ola que continúa haciendo temblar a los más poderosos.

A veces la cúpula de este país se parece a la de un país bananero bajo control de unas cuantas familias y donde los dueños de la nación y sus títeres, sin importar sus disfraces políticos, juegan, cenan y se casan entre sí. Hay una foto famosa de Bill y Hillary Clinton muertos de risa al lado de Donald Trump y su esposa Melania en la fiesta de la boda del multimillonario en su mansión en Florida, en 2005. El ex presidente fue invitado a ser miembro del club de golf de Trump en Nueva York, donde ambos han jugado juntos antes de esta contienda. El republicano donó miles a las campañas electorales de Hillary al Senado, y unos 100 mil dólares de su fundación a la Fundación Clinton.

Pero este año se vino abajo el escenario construido por los dueños del sistema para el gran espectáculo titulado democracia, donde el pueblo no tiene un papel estelar, más bien es un extra. Todo quedó al descubierto, aunque los políticos están insistiendo en que el show tiene que seguir.

Por ahora en este show desgastado, frente al Frankenstein que surgió del pantano republicano, no queda más que una sola opción. Maureen Dowd, columnista del New York Times, escribió en agosto que el sector republicano tradicional, asqueado por Trump como su abanderado, no debería preocuparse porque “ya tiene a alguien del uno por ciento que estará perfectamente bien en la Oficina Oval, alguien en que pueden confiar para ayudar a Wall Street, apoyar a la Cámara de Comercio, abrazar a los hedge funds, asegurar los acuerdos comerciales tan queridos por el empresariado estadunidenses, que buscara consejo de Henry Kissinger y promoverá la posición halcona, desatando el infierno sobre Siria y quien sabe dónde más. Los republicanos tienen a su candidata: Hillary Clinton”.

Si gana el Frankenstein insurgente, el outsider, no necesariamente habrá la revolución que promete: ya se filtró que su potencial secretario del Tesoro es un alto ejecutivo de Goldman Sachs, esa misma empresa que le pagaba casi un cuarto de millón de dólares por discurso a Hillary Clinton. Al final, la casa (las casas bursátiles) nunca pierde en este juego democrático.

A la vez, algunos dicen que esta coyuntura podría ser un amanecer. Si Trump es derrotado, intelectuales como Noam Chomsky o el historiador Eric Foner señalan que movimientos sociales recientes, casi todos encabezados por jóvenes, desde Ocupa Wall Street a la insurgencia electoral de Sanders, a Black Lives Matter, los dreamers, los del movimiento ambientalista, ahora encabezado por indígenas, están moviendo el panorama hacia la izquierda y por ello podrán obligar a Clinton y otros en la cúpula a tener que responder a sus presiones, abriendo así un capitulo liberal después de frenar la noche derechista. Casi donde veas, algo está sucediendo entre fuerzas pro democráticas en este país, afirmó Chomsky recientemente. “¿Cómo se desarrollarán? Pues eso depende de nosotros… El activismo de las últimas dos décadas esta ahí en algún lugar. Sólo necesita organizarse”.

Mientras tanto, en las próximas horas tal vez se necesita susurrar (mejor gritar) con un poquito de esperanza en los patios de todas las casas: Estirar, estirar, que el demonio va a pasar.

(Tomado de La Jornada)

Se han publicado 6 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • zunilda veiga dijo:

    el imperio sigue odiando a cuba profundamente

  • Lil_Cuban dijo:

    No estan obligados!! que voten por la del Partido Verde o por el Liberal...por dios que hay otros dos candidatos y sus nombres en la boleta seran tan legibles como los otros dos.

    • Nietsche dijo:

      Lil:
      Y también tuvieron la opción de elegir a Bernie Sanders, un socialista democrático. ¡¡¡Se ven cada comentarios aquí que dan ganas de vomitar, son un insulto a la inteligencia humana!!!

  • Alejandro dijo:

    Y también figura en la boleta Gloria de la Riva, que tanto hizo por nuestros cinco hermanos, y su compañero de formula, el escritor y activista afronorteamericano Eugene Puryear.

    A votar por el Partido Socialismo y Liberación.

    http://www.glorialariva4president.com/

    VOTA PSL.

    El socialismo ofrece la alternativa económica central al sistema capitalista. En lugar de ganancias de las empresas y los bancos siendo la prioridad, los derechos de los trabajadores y la gente pobre se garantizan.

    Capitalismo está destruyendo el medio ambiente mientras los ricos se acumulan toda la riqueza. Cuando los banqueros capitalistas incendiaron la economía, el gobierno federal los rescató con nuestro dinero. Hoy en día, los banqueros criminales son más rico que nunca, mientras que millones de trabajadores se han caído en la pobreza.

    Cada una de las estadísticas siguientes es una muestra impactante de nuestra sociedad. Pero si uno considera estas cifras en su conjunto, se vea una historia en desarrollo, un proceso de la disminución a largo plazo para los trabajadores de EE.UU. a causa del sistema capitalista:

    El 62 por ciento de los estadounidenses “siempre o casi siempre” vive de cheque a cheque, comparado al 43 por ciento en 2007.
    50 por ciento de trabajadores con ingreso más bajo en los Estados Unidos ahora posee colectivamente menos del 1 por ciento de la riqueza del país.
    Más de 46 millones de personas recibieron cupones de alimentos en 2014, un aumento de 74 por ciento desde 2007 y el número seguirá creciendo.
    Aproximadamente 21 por ciento de todos los niños en los Estados Unidos vive por debajo del umbral de pobreza en 2010—la tasa más alta en 20 años.
    2,2 millones de personas de la clase trabajadora están encarceladas en prisiones y cárceles—más que cualquier otro país del mundo.
    Casi $1 trillón de dinero de los contribuyentes se gasta cada año para las guerras en el extranjero y las bases militares de EE.UU. en el nombre de la “defensa”—¡otra subvención para las corporaciones estadounidenses!
    Un sistema socialista rompe este modelo destructivo. El socialismo significa que la riqueza de la sociedad, todo la cual fue creada por la labor de los trabajadores, sería utilizada para crear un medio ambiente sostenible mientras ofrece a cada persona un trabajo decente o un ingreso para aquellos que no pueden trabajar, la educación gratuita y vivienda asequible.

    El socialismo significa hacer el cuidado médico realmente asequible, con proveerlo gratuito para todo el pueblo. El complejo militar industrial y la máquina de guerra del Pentágono, con sus 1,000 de bases en todo el mundo, no son para “la defensa” sino por el imperio mundial de Wall St. Se debería ser desmantelado. La producción militar masiva es una pérdida completa y debiera ser convertido a la producción civil y útil.

    Un sistema socialista haría la prioridad más alta, la eliminación del racismo institucional, intolerancia y desigualdad. La brutalidad policial y encarcelación masivo se terminarían. La ciudadanía concedería automáticamente a todos que viven en los Estados Unidos. El acceso a la anticoncepción y el aborto se garantizaría para todas mujeres. La igualdad en todos los ámbitos de la vida se realizaría para las mujeres y personas LGBTQ.

    Mientras que las elecciones son un escenario importante para luchar, los candidatos del PSL entienden que el cambio en última instancia proviene de la lucha de los trabajadores y los oprimidos. El socialismo sólo se puede lograr mediante el movimiento popular masivo que termina la dictadura de Wall Street. ¡Únete en la construcción de ese movimiento! ¡Involúcrese hoy!

  • ramon dijo:

    Es fácil predicir lo q puede suceder em los próximos años: Sistema capitalista seguirá presente y com ello las guerras, muertes y atrocidades. Los pobres mas pobres y los ricos mas ricos hasta que el planeta tierra no soporte mas y sobrevenga la desaparicion de la espécie humana dentro de 100-200 años. Eso si no acontece antes una hecatombe nuclear.

  • Guillermo Lázaro dijo:

    Que clase de democracia. La estructura política se quiebra y se pone en crisis. Ojo la bestia herida es muy peligrosa. Alerta pueblo cubano. Jóvenes cubanos y latinoamericanos abran bien los ojos.

Se han publicado 6 comentarios



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David Brooks

David Brooks

Periodista mexicano, corresponsal del diario La Jornada en los Estados Unidos.

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