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La hora de Hillary (II)

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Hillary Clinton. Foto: Reuters.

Hillary Clinton. Foto: Reuters.

El tramo final que desembocará en los comicios del 8 de noviembre está dominado por las revelaciones, algunas recogidas en videos, acerca de la conducta machista y obscena de Trump y su trato a las mujeres como objetos de placer de las que puede disponer a capricho gracias a su poderío y notoriedad. Sobre ese aspecto de su personalidad se han concentrado quienes lo critican, y a defenderse ha empleado el candidato la mayor parte de su tiempo y para hacerlo ha empleado una disparatada combinación de disculpas y frases insultantes que más bien confirman las acusaciones contra él.

Los principales dirigentes del Partido Republicano, incluyendo Senadores, Gobernadores y Congresistas, lo condenaron, le retiraron su apoyo y algunos incluso le pidieron que se retirase de la contienda. Se llegó a hablar de “guerra civil” al interior de esa organización y su inminente división. Personalidades de raigambre conservadora tradicionalista de lugares que nunca han elegido a algún demócrata anunciaron que no votarían por Trump aunque precisando que obviamente tampoco lo harán por la Señora Clinton, cuya candidatura, beneficiada por el sorprendente caos, comenzó a recibir ventajas apreciables en las encuestas y harían de ella, matemáticamente, la vencedora si las elecciones se efectuaran hoy.

Los sondeos de opinión arrojan también otro dato significativo. La casi totalidad, más del noventa por ciento, de los seguidores de Trump se mantienen firmes y votarán por el inveterado abusador de mujeres. Un buen número de los candidatos republicanos al Senado y la Cámara, que a raíz del escándalo se habían distanciado de él, se apresuraron a rectificar y regresaron al redil, sabedores de que si no lo hicieran perderían muchos sufragios pues su base electoral, además de republicana conservadora, es “trumpista”.

El núcleo duro de sus partidarios, gente que se identifica con sus posturas y se siente representada por él, se mantiene favorable al abanderado del racismo, la xenofobia y la violencia que promete restaurar en todo su esplendor la “grandeza” norteamericana. Pudieran llegar a ser decenas de millones, aunque muy probablemente insuficientes para vencer en la contienda.

Porque según los análisis y pronósticos más fiables el “trumpismo” por sí sólo no es aun mayoría y para ganar debería contar con el respaldo de otros que se autodefinen como independientes o que, muy próximos a su pensamiento, vacilan ante su lenguaje vulgar y su talante desaforado. Su desenfrenada conducta sexual y el modo en que ha reaccionado ante el escándalo parece haberle restado apoyo especialmente entre mujeres que integran este sector.

La situación ha generado un ambiente de triunfalismo entre los demócratas que encierra algunos peligros. Porque las encuestas aludidas indican más un retroceso de Trump que un avance sustancial de Hillary. La senadora por New York tiene sus propios problemas entre los demócratas y otros grupos afines, de naturaleza completamente diferente.

El proceso para la selección del candidato, las primarias, fue también muy novedoso dentro del Partido Demócrata. Lo caracterizó el Senador Bernie Sanders, quien se autodefine como “socialista democrático”, fue capaz de movilizar a muchos jóvenes recién ingresados al padrón electoral y desplegó su campaña con contribuciones voluntarias modestas de incontables donantes. La postulación de la Clinton como candidata provocó la frustración de no pocos en este sector y el riesgo de que finalmente no voten.

El propio Sanders y la Senadora por Massachusetts Elizabeth Warren, la cabeza del ala progresista del Partido, se esfuerzan por convencerlos de que es la hora de votar por Hillary.

Igual ha hecho la revista The Nation, centenaria vocera de la corriente liberal-progresista, que ha exhortado a votar por ella y presionarla para que si llega a la presidencia cumpla con la plataforma aprobada en la Convención demócrata que fue promovida por las tendencias más avanzadas del partido y a la que Hillary se adhirió.

 

Se han publicado 4 comentarios



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  • Dr.Leo dijo:

    Trump un mostro despierto provocando miedo y escupiendo fuego por la boca que quema todo a su paso! Hillary , otro mostro dormido que espera llegar a la silla imperial para desatar nuevas guerras en el mundo!! triste pero es la realidad ni el ni ella merecen llegar a lça casa blanca!

  • Raúl dijo:

    Desde mi punto de vista los comentarios del señor Ricardo Alarcón son una forma muy sabia, muy profunda y muy clara de analizar el proceso electoral de los Estados Unidos y a las figuras de Hillary Clinton y Donald Trump. Estoy de acuerdo con el ciento por ciento de sus planteamientos en los dos artículos que escribió sobre el asunto. Pienso que Alarcón es sincero, que está convencido de lo que dice y, por supuesto, que conoce muy bien el tema. Felicidades, señor Alarcón. Sé que lo dicho por usted es verdaderamente el sentir de la inmensa mayoría del pueblo de Cuba, y de eso se sentirá usted orgulloso.

  • Ramon Illa dijo:

    Yo creo que ni La Clinton ni Trump se clasifican como presidente en un pais como EEUU que se considera como ejemplos de democracia para el mundo. La Clinton a mentido mucho y ha hecho cosas que estan en contra de los principios democraticos y cuando no encuetra respuesta a las preguntas y acusaciones, culpa a Rusia y Putin de todos los problemas de EEUU, a diferencia de Trump que no es politico es un hombre de negocios , ademas donde estan los sentimientos humanos y de madre de La Clinton que se rie del video de como torturan a Gadaffi y lo asesinan, esto no es lo que se hace con los prisioneros de grerra y despues ellos critican a Putin el cual no es ningun santo pero no es sinico como ellos y trata de encontrar una solucion politica a las cosas.

  • Abel dijo:

    es una pena que Bernie Sanders no cree su propio partido, sólo así podría aspirar a la Casa Blanca
    posibilidades reales tiene, creo yo

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Ricardo Alarcón de Quesada

Ricardo Alarcón de Quesada

Doctor en Filosofía y Letras, escritor y político cubano. Fue Embajador ante la ONU y Canciller de Cuba. Presidió durante 20 años la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento).

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