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No existirán más estas islas

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Una de las islas de Kiribati. Foto tomada de abc.net.au

Una de las islas de Kiribati. Foto tomada de abc.net.au

Kiribati tiene pocos recursos naturales. El coco y los peces de sus mares son los más importantes. Los depósitos de fosfato de la isla Banaba se extinguieron en los años setenta y el coco representó una de las mayores fuentes de ingresos del país. En consecuencia, la isla pasó a depender de la demanda mundial de ese fruto, pero al decaer el interés en él, sufrieron grandes pérdidas por exportaciones no realizadas.

La ayuda financiera internacional es, en gran parte, la formadora del PIB y ha representado entre el 25% y el 50% de éste en los últimos años. La unidad monetaria de Kiribati es el dólar australiano.

Kiribati es un país superpoblado, hay más de 99 mil habitantes en sólo 717 kilómetros cuadrados y eso hace que exista una densidad de población de 138 habitantes por kilómetro cuadrado. El 57,7% de la población se encuentra entre los 15 y los 64 años de edad y aunque hay dos cementerios, se entierra también frente a la casa por los costos, por tradición y para que el difunto esté cerca del mar, respondió un nacional a mi pregunta; todo un enigma pues aquí todo está frente al mar.

Pero el desafío mayor de las islas comienza por la idea de planear una evacuación de los ciudadanos de todo el país si, como resultado del calentamiento global, el nivel del océano sube y se inundan.

Desde el 2009 los científicos advierten que hasta los finales del siglo XXI el nivel del océano subirá unos 1,1 metros y en este caso (así como otras de Oceanía) desaparecerán estas islas en los próximos 50 años.

Las lagunas que alguna vez estuvieron protegidas del mar, ya no lo están, porque los vientos han cambiado de dirección. Las mareas ascendentes y las tormentas fuera de temporada son muy frecuentes, acusan la erosión y donde hubo tierra ahora hay arena. Por si fuese poco, a todos estos problemas hay que sumarle los cada vez más largos períodos de sequía, junto a la intrusión del agua salada, que conlleva a la muerte de los cultivos, el lógico aumento de la salinidad de los pozos y sin agua potable no puede haber vida humana[i].

Es muy probable que este archipiélago desaparezca a causa del cambio climático y aunque la mayoría de sus habitantes depende del mar para vivir, pues el pescado es  la fuente de alimentación más importante, la paradoja es que también es la mayor amenaza para su futuro: ninguna parte de esta isla tiene más de 2 metros sobre el nivel del mar, salvo la deshabitada Banaba, por esa razón la creciente del agua puede ser devastadora y un cambio de los patrones climáticos los empujará, sin remedio, hacia el cinturón de huracanes que podría borrarlos del mapa.

El presidente Anote Tong está haciendo campaña ante la comunidad internacional para poder financiar el desarrollo que permita a Kiribati resistir las consecuencias del cambio climático y llegado el caso, trasladar su población a otra parte, previo a que el mar devore las islas. Sin embargo, aunque y mientras los efectos del cambio climático puedan parecer distantes, el impacto de tanta población en un espacio tan pequeño es inmediato.

Hay otros problemas claves como el abastecimiento de agua y alimentos, así como la falta y casi ausencia de instalaciones sanitarias.

En el país llueve con predecible regularidad, los tanques necesarios para recolectar el agua de lluvia son escasos y la mayoría depende de fuentes subterráneas de abastecimiento de agua, una serie de canales naturales horizontales existentes se llenan con agua de lluvia y están ubicados bajo la parte más ancha de la isla en Bonriki, alrededor del aeropuerto. Pero los residentes señalan que el agua potable es cada vez más salubre y se evalúa el riesgo que se crearía si Bonriki llegase a inundarse: si una marea especialmente alta cubriera la isla, con olas rompiendo de un lado a otro, esto puede llenar el sistema subterráneo de agua salobre y desaparecerá el agua potable en un tiempo que se calcula dure entre 15 meses y dos años.

Con lluvias el sistema se llenará, pero la presión demográfica va contra las reservas y la afectan las bacterias del agua no tratada; además, hay contaminación en las viviendas, en la agricultura como consecuencia de malas prácticas sanitarias; el agua contaminada está especialmente encima de las paredes de los canales subterráneos y en los lugares más poblados, las playas también están contaminadas[ii].

¿Como es posible que desaparezcan estas islas si relativamente cerca ha emergido una nueva situada a 45 kilómetros de Nuku’alofa, la capital de Tonga, país insular de la Polinesia? Un islote de medio kilómetro de longitud que se formó a consecuencia de la erupción del volcán Hunga-Tonga, activo desde el mes de diciembre del pasado año que ha creado la isla número 176 de ese archipiélago[iii]. Nada, la naturaleza es así de caprichosa.

Por otra parte, el tiempo es un misterio y no sólo rige nuestras actividades, también nuestra propia existencia, todo lo que experimentamos en la vida sucede en el transcurrir de este concepto y no existe nada conocido que no experimente los cambios que trae consigo, es implacable.  Alguien llamaba mi atención sabiamente señalando que: “La única razón para que exista el tiempo es que todo no suceda a la vez”[iv], sin embargo no hay nada más profundamente intuitivo que el concepto de tiempo como forma de medir la duración de los eventos. Pensemos que solo podremos definir la velocidad de un objeto en desplazamiento mediante el cálculo en esa unidad de medida que llamamos tiempo.

Sin embargo, otros investigadores, teorizan que esta idea newtoniana del tiempo como una cantidad absoluta que fluye por sí mismo, junto con la idea de que es la cuarta dimensión del espacio-tiempo, son incorrectas y proponen sustituir este concepto para que se corresponda con mayor precisión con el mundo físico: el tiempo como una medida de orden numérico de cambios[v].

Esa nueva e interesante idea no aporta, por ahora, nada a algo profundamente cierto, el final de estas islas se acerca y el apocalíptico anuncio de su desaparición, subyace como una marca en la mente de los isleños y de quienes las visitan; se vive con la vista en las mareas, con un salvavidas cerca, y esto domina el furor de vivir cada día como si fuese el último, realidad lejana de la ficción por estos lares.

Será una vida sin futuro si se cumple el destino manifiesto de que las islas se sumergirán en el mar en 50 años. ¿Para qué otra forma de calcular el tiempo entonces si no habrá vida?

Los nombres no siempre acompañan a la fantasía, Gilbert´s o “kiribás” o laetitia, Leticia, felicidad, que no existe en la permanencia sino en el momento, en ese instante efímero: nacimiento, muerte, alegría y dolor significarán nada aquí, porque todo lo conocido no será, el mar lo tapará.

¿Una gigantesca ola será la culpable y sucederá de pronto o serán las mareas las que borrarán de la faz de la tierra estas islas milímetro a milímetro cada día? A lo mejor no lo veremos nosotros, nos iremos antes y no seremos barridos por la ola. Según los cálculos, así debería ocurrir, de todas formas otros lo vivirán y otros llegarán a escuchar lo sucedido y las islas donde vivieron seres humanos, donde descansaron y descansan  sus restos, dejarán de ser realidad para constituirse en esa extraña mezcla de fantasía y verdad que suelen ser los mapas.

Se contarán leyendas y entonces, por el hecho de ser ya nada, serán sueños más allá del mundo real, fantásticos espacios que un día existieron y se convertirán en lugares ideales en la mente humana como lo fueron la Atlántida y El Dorado, zonas cargadas de evocaciones que persistirán por sobre todas las alquimias que se escriban o se cuenten; lo dicho no importará, perdurará lo fantástico que desbordaría lo real y el haber estado aquí será parte del carácter de aventura que tiene toda obra humana junto al Omnia quaecumque voluit, feci [vi] de algunos de nosotros.

NOTAS

Se han publicado 3 comentarios



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  • carelos dijo:

    esto es raro en el 6to parrafo dice a todos estos problemas hay que sumarle los cada vez más largos períodos de sequía, y en el décimo dice En el país llueve con predecible regularidad qué raro

  • lili dijo:

    es angustiante su comentario, además de ficcionarlo.

  • Leonardo Baster dijo:

    Vladi, excelente artículo, como todos los tuyos. No tengo dudas en que esta experiencia te hará crecer.

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F. Vladimir Pérez Casal

F. Vladimir Pérez Casal

Filólogo cubano. Colaborador de Cubadebate.

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