Trazos de la Tragedia
- Las universidades españolas suspenderán relaciones con las instituciones israelíes que no expresen “un firme compromiso con la paz”
- “El paro les dolió”: Segunda huelga general contra el Gobierno de Milei paraliza Argentina
- Serie Nacional de Béisbol: Pinar controla el “cachumbambé”
- Muere a los 61 años Steve Albini, productor del álbum “In Utero” de Nirvana
- Díaz-Canel intercambia con autoridades de Argelia tras visita a Rusia
- ir aNoticias »
- Un hombre confiesa que mató a su esposa en el hospital porque no podía pagar sus gastos médicos
- “Ciudades enteras se van a tener que cambiar de lugar”: Las catastróficas consecuencias de las inundaciones que afectan a Rio Grande do Sul en Brasil
- Contribuir a formar un nuevo orden mundial más justo, inclusivo y equitativo convoca a la acción
- Jornadas por un ejercicio pleno y sin discriminación de los derechos sexuales de todas las personas
- Kensington: El infierno del fentanilo donde la vida no vale nada
- ir aSociedad »
por MIJAEL EVEN DAVID, Rabino. | El Diario Judío | 11/07/2014
Hoy nos hemos unido a los fuegos de la Inquisición. Quemamos personas vivas de una fe diferente a la nuestra y dijimos que es nuestro D’s que lo requiere. Hoy nos unimos a las hordas de los cosacos, con odio asesino y salvaje, sin ver al otro, sólo viendo que somos diferentes. Hoy nos unimos a los asesinos nazis, matando a un niño brutalmente por su raza y etnicidad.
Hoy dejamos de ser el Pueblo Elegido, porque para esto no fuimos elegidos. Tal vez necesitemos otros dos mil años de Exilio para recordar quiénes deberíamos ser. Hoy perdimos cualquier superioridad moral que queríamos creer que teníamos. Somos exactamente como ellos. También somos asesinos. Todos nosotros. Los que lo prendieron en llamas, los que gritaron “muerte a los árabes”, los que declararon que la Torá nos pide matar y asesinar y vengarnos. Aquellos que vieron todo esto y no hicieron nada, aquellos que mañana aún no harán nada.
Especialmente aquellos que tratan de encontrar paz para sus consciencias en las comparaciones: “ah, pero nosotros no celebramos asesinatos”, “nosotros no enseñamos a odiar en nuestras escuelas”, “nosotros no consideramos a los terroristas, héroes”. Pero no es sobre ellos, D’s Altísimo, ¡es sobre nosotros! Es sobre perdernos a nosotros mismos, sobre nuestro fracaso como nación. Evidentemente hemos fallado.
En el futuro, cuando estudien las leyendas sobre la destrucción de nuestra sociedad, de nuestro Estado, ellos leerán: “Por el asesinato, la quema, el salvaje homicidio de Muhammad Abu Jdeir, nuestro Templo fue destruido, nuestra Tierra fue desolada y fuimos exiliados entre las Naciones”.
Nunca la paz se vio más lejana. Nunca estuve tan avergonzado de ser israelí. Nunca estuve tan avergonzado de ser Judío.