Los patriotas del ritmo y el cimarronaje caribe
Nicolás Contreras
Muy conmovido miré a René, integrante del grupo urbano Calle 13, retomar las palabras de Daniel Ortega en la Cumbre de las Américas de Trinidad y Tobago de este año, cuando le reviraba a Obama que la OEA estaba incompleta por la no presencia de Puerto Rico, como estado verdaderamente libre, y no asociado, con derecho no sólo a enviar bajo su bandera - gemela bitelina de la Cubana- equipos deportivos a las olimpiadas, sino también con el derecho a ocupar su curul en el concierto de las naciones formalmente o realmente independientes.
Las actitudes de estos jóvenes a algunos le parecen absurdas, por su lógica de borregos acostumbrados a un Caribe bucólico, recreado desde el estereotipo del mar, la playa, las palmeras y las complacientes mulatas.
En el Caribe, nos muestra la historia, estas actitudes de rebeldía cimarrona no son ajenas y distan del estereotipo, porque desde bien temprano de la presencia invasora de Europa y sus descendientes, cerca de Borinken, en la vecina Kiskeya, personajes como Hatuey o Enriquillo.
Enriquillo no sólo se convierte en el primer cimarrón del orbe, sino en el fundador en 1535, del primer territorio libre de América y estado soberano, con reconocimiento del primer rey orbital de Europa, Carlos V, el primero en cuyos dominios no se ponía el sol y quien agobiado por la Guerra de Guerrillas que este patriota taíno al frente de sus tropas de indígenas y prisioneros de guerra africanos, fugados de los ingenios azucareros del carnicero Diego Colón, le venía haciendo desde las serranías del Bahoruco, no le quedó más remedio que dejarlo en paz en forma oficial, con tal de que no asaltara más ingenios ni ayudara a otros prisioneros de guerra a fugarse, cláusula última que no cumplió desde luego, como corresponde a un cimarrón.
También cerca de allí, en el lado oeste de esa Gran Antilla, vecina de Puerto Rico, en el hoy empobrecido Haití, los cimarrones Toussaint L'ouverture, Christophe y Dessalines, fundaron el segundo estado moderno de América, siendo al lado de Hatuey y Enriquillo, los auténticos precursores de la independencia en América, mucho antes que Miranda, Washington, Bolívar o cualquiera de los héroes de rasgos europeos que nos enseñan sin el más mínimo pudor intelectual los textos de historia oficial del continente, donde los de ideas más progresistas aún se hacen llamar "latinos" o "latinoamericanos", como si el sonoro nombre de Caribe fuera poca cosa. Es bueno recordarles que Haití, se constituyó en el primer Estado Internacionalista libertario de las Américas - bandera que tomará la Cuba revolucionaria en el siglo XX- financiando tres expediciones fallidas del kombo de subversivos de segunda generación: Bolívar, Piar y Padilla.
Es en el Caribe, allí frente a ese mar azul y plata - como lo llama Bolívar en una de sus más conmovedoras cartas de amor escrita desde Santa Marta- donde se fraguan las revoluciones que darán lugar, con inversión haitiana, a la liberación de más de cinco naciones que hoy miran y escriben desde las cumbres andinas, la historia de una zaga mentirosa que según ellos, nació en Bogotá en 1810 y se selló en Boyacá en 1819, saltándose y condenando a las mazmorras del olvido, las grandes batallas navales libradas por el almirante Padilla en el Lago de Maracaibo y el Golfo de Morrosquillo, que dejó a España sin armada para intentar recuperar lo perdido en Pichincha, Junín y Carabobo.
Por ello, no resulta extraño que sea en el Caribe, desde 1959 donde se demuestra que el imperio de Washington y Monroe no es invencible; y de nuevo otro venezolano, un zambo de las llanuras barinesas se convierta en el motor de un nuevo foco independentista que hoy se mantiene en el ALBA y UNASUR, reforzando el MERCOSUR, trozando con la espada de los petrodólares el nudo gordiano del FMI, que pesaba sobre Argentina, Brasil y la misma Venezuela, que ahora levantan las frentes soberanas, hablando fuerte y con libertad a los vampiros del BM y del FMI, que se quedaron sin excusas para "ordenar paquetes de medidas económicas de choque", pensadas con la lógica del embudo desde Bretton Woods, mediante un ofensivo medidor llamado Standar & Poor.
Cerrando este mensaje por donde lo abrí, hay que hacer memoria del compositor Boricua Pedro Flórez en sus primeros devaneos sonoros entre lo jíbaro y lo urbano, con sus canciones patrióticas cantadas con mucha testosterona por Daniel Santos, con su célebre: Fuera Yankies/ Go home/ Fuera Yankies...También, Rafael Hernández, el internacionalista de la canción protesta antillana y del asesinado trombonista boricua independentista Filiberto Ojeda, todo un legado independentista que conviene tener en cuenta.
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Solamente una humilde correcion; el Comandante Filiberto Ojeda Rios
no era trombonista sino fue durante su juventud 1era trompeta de la Sonora Poncen~a.Gracias y felicitaciones por su valiosa aportacion.
Con Filiberto y Residente pronto Pto. Rico sera libre.