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Ni Osama revive a Jorgito Bush

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Cuán agradable es, aunque poco alentador, ver que los llamados líderes de esta nación por fin se han dado cuenta de lo que por tiempo sabe la mayoría de estadounidenses:
George W. Bush fue, es y seguirá siendo, hasta el mediodía del 20 de enero del 2009, un inepto mandatario.

Los índices de aprobación de Bushito son un desastre. De acuerdo a algunas encuestas, más bajos que el 31 por ciento al que se precipitó su padre George Herbert en junio de 1992, meses antes de que fuera derrotado por William Jefferson Clinton.

El pueblo en su infinita sabiduría supo antes que los que ahora regañan al Presidente y los partidarios del terco republicano, que lo de Irak fue, es y continuará siendo un desastre.

La amplia mayoría - se dice que más de dos terceras partes - de la nación considera que la guerra en Irak es insoportable.

El nivel de oposición a la invasión innecesaria ha llegado al punto que los que pedíamos el retiro inmediato de nuestras tropas parecemos adivinos.

El disgusto nacional, que ahora casi iguala a la oposición internacional, está tan definido que ni siquiera la captura de Osama bin Laden ayudaría al sanguinario tejano.

Es por eso que desde antes de pronunciar su sexto discurso sobre el estado de la unión Bush era criticado por muchos de su propio partido.

Poco importan los pronunciamientos del embustero acerca de las reformas que busca en inmigración, por citar la de más interés para nosotros, ya que es Irak lo que nos desvela.

Demócratas de estirpe oportunista como Hillary Rodham Clinton han ajustado sus posiciones de apoyo al asalto bélico y el desastre militar que entre ellos han creado en Irak, y por ende Oriente Medio, para proponer un retiro paulatino.

Ni Osama ni tampoco la supuesta amenaza de Irán o de Corea del Norte o de cualquier otro cuco que saque Bush de su oscuro cuarto de miedo, puede desviarnos del retiro inmediato de nuestros soldados.

Bush ya no tiene credibilidad con sus conciudadanos, pero tampoco se debe dejar que los demócratas, especialmente los que aspiran a ser los próximos residentes de la Casa Blanca, sean dejados a otro embeleco que permita que nuestros soldados sigan muriendo y matando a otros que no fueron amenaza.

Bush como presidente ya es un cadáver y no hay forma de que reviva aún estuviese la cabeza de Osama en vitrina.

Bajofuego@eldiariony.com

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Gerson Borrero

Gerson Borrero

Columnista de El Diario/La Prensa, de Nueva York.