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El mercado de las ideas y su “mano invisible”

En este artículo: América Latina, Estados Unidos
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Intervención en la conferencia "La Cultura en Defensa e la Humanidad. Los intelectuales en la integración de América Latina: El pensamiento colonizado. Formación y vías de legitimación. La Habana, 10 de febrero de 2006.

La ideología dominante tiene una característica fundamental: siente una aversión feroz hacia todo pensamiento alternativo. Controla el mercado de las ideas y se encarga de no dar espacio a las opiniones heréticas. El pensamiento que entra en el marco doctrinal se considera como objetivo y legítimo. Todo pensamiento disidente, que se sale del marco, se califica de subjetivo y por consiguiente ilegítimo. Un pensamiento legítimo se caracteriza por el culto que rinde al sacrosanto orden establecido.

Los medios desempeñan un papel importante, e incluso principal, en la difusión de este pensamiento único. Por esta razón, las transnacionales de la información están controladas por las elites que tienen mucho interés en marginalizar a los pensamientos heterodoxos.

La alternativa histórica que representa Cuba
La alternativa histórica que representa Cuba al capitalismo salvaje es una sempiterna obsesión para los amos del mundo. A los ojos de la ideología dominante, Cuba es una "dictadura", un "Estado totalitario". No porque los derechos humanos no se respeten, sino porque aquí el sistema capitalista de empresa privada no se erige en norma inquebrantable.

Debate prohibido
Evidentemente, no es posible el debate contradictorio sobre la problemática cubana, pues toda visión que no asocie a Cuba con una "tiranía", se elimina sistemáticamente del marco de las opiniones aceptables. En realidad, a cualquier persona sana, no contaminada ideológicamente por la doctrina dominante, le costaría mucho encontrar una nación del Tercer Mundo, e incluso del mundo desarrollado, que respete mejor la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 que Cuba.
Censura constante.

El caso de Cuba es único por el grado de desinformación vehiculada por los medios al servicio del poder. La censura es la mejor forma de asesinar todo proyecto alternativo a la corriente dominante. La censura es una necesidad ideológica, pues las elites saben a ciencia cierta que la confrontación de ideas es sumamente peligrosa.

No obstante, para los Estados Unidos, la sumisión de la prensa no es suficiente, y por eso una legislación especial y única prohibe los viajes a Cuba. La voluntad feroz de silenciar la realidad cubana ha alcanzado un nivel tal, que la OFAC emplea a 24 personas encargadas de acosar a los turistas que violan esta ley, mientras que sólo 4 funcionarios vigilan los flujos financieros susceptibles de apoyar el terrorismo internacional. Desde 1990, el Departamento del Tesoro admitió haber realizado únicamente 93 investigaciones relacionadas con el terrorismo. Al mismo tiempo efectuó otras 10 683 "para impedir que los Norteamericanos ejerzan su derecho de viajar a Cuba". Como consecuencia de las 93 investigaciones sobre el terrorismo, el Departamento del Tesoro impuso un total de 9 425 dólares de multa a los inculpados. En cambio, demandó un total de 8 millones de dólares a los turistas estadounidenses que habían visitado la Isla.

¿Cómo se explica la aversión de los dueños del mundo para con la Revolución cubana? Porque amenaza el modelo democrático occidental. En la sociedad capitalista, existen dos grupos de personas: la elite que piensa y que decide y la masa cuyo papel es ser espectadora y no entrar en el campo de la toma de decisiones. Este modelo es sagrado. Por eso, el odio de las elites mundiales hacia Cuba y ahora también hacia Venezuela es tan grande; porque en estas sociedades, el papel de las masas en la toma de decisiones es preponderante. La idea según la cual los pueblos pueden decidir sobre su propio destino sin someterse a una autoridad superior es insoportable para los dueños del mundo.

Para los medios, defensores encarnizados de la ideología dominante, es difícil aceptar los éxitos del modelo económico cubano que ha permitido a la población alcanzar un nivel de desarrollo humano sin precedentes. Les resulta intolerable oír a las Naciones Unidas afirmar que la política social de Cuba es "el modelo preeminente para los países subdesarrollados". Les resulta inadmisible reconocer que el pueblo cubano haya podido no sólo resistir a la tentativa de genocidio orquestada por Estados Unidos desde 1959, lo que constituye de por sí, sin duda alguna, una de las proezas más grandes de la historia de la humanidad, sino también llevar a cabo soluciones eficaces y revolucionarias a las pandemias que asolan al 80% de la población mundial, a saber: el hambre, el analfabetismo y la falta de atención médica.

¿Cómo la prensa internacional puede, desde un punto de vista doctrinal, admitir y divulgar públicamente las prodigiosas misiones humanitarias de Cuba en el exterior? ¿Cómo es posible informar a la opinión internacional sobre el hecho de que Cuba manda más médicos a trabajar voluntariamente en las regiones rurales más apartadas del Tercer Mundo que el resto del planeta reunido sin pagar un precio ideológico consecuente? ¿Cómo alabar las virtudes del neoliberalismo y, al mismo tiempo subrayar que Cuba, una pequeña nación asediada por Estados Unidos, posee dos veces más médicos que Inglaterra, una potencia mundial de primera dimensión, cuya población es cuatro veces más elevada? ¿Cómo se puede estigmatizar la Revolución cubana y confesar, sin destruir el edificio artificial construido desde 1959, que en Cuba, para encontrar un analfabeto, hay que buscar entre los turistas?

Si se hace la siguiente pregunta a un ciudadano del mundo occidental: ¿cuál es el país que dispone del número más elevado de profesores per cápita? La probabilidad para que la respuesta sea Cuba es casi nula. La respuesta común sería más bien Escandinavia o Francia. ¿Por qué nuestra cultura política occidental nos deja en la ignorancia sepultándonos bajo una montaña de contraverdades sobre la realidad cubana? Simplemente porque esta realidad es sumamente peligrosa para el orden establecido. Si se presentara a los ciudadanos un panorama objetivo y honesto de Cuba, podrían exigirles cuentas a sus dirigentes. En efecto, si una pequeña nación del Tercer Mundo, víctima además de un castigo económico sin parangón, puede alcanzar semejante nivel de desarrollo humano, ¿qué bienestar podrían alcanzar los habitantes de una nación desarrollada si los recursos se destinaran a la mayoría y no a una ínfima minoría? De ahí la importancia de mantener a la población occidental en un estado de total ignorancia.

De la misma manera, ¿cuántas personas saben que Cuba dispone del número más elevado de médicos y profesores per cápita del mundo? ¿Quién sabe que la tasa de mortalidad infantil cubana es inferior a la de Estados Unidos? ¿Quién sabe que Cuba ha mandado más médicos a Pakistán que cualquier país del mundo? ¿Quién sabe que Cuba dispone actualmente de 68 000 médicos y personal sanitario en las regiones más pobres del Tercer Mundo?

Así, entre el modelo neoliberal y la alternativa representada por Cuba y ahora también por Venezuela, dos concepciones del mundo se enfrentan en un combate desigual. Sin embargo, la legitimidad ha escogido su campo y como dijera José Martí, "una idea justa en el fondo de una cueva puede más que un ejército".

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Salim Lamrani

Salim Lamrani

Profesor, escritor y periodista francés, imparte cursos en la Universidad París Descartes y en la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado, entre otros, Doble Moral. Cuba, la Unión Europea y los derechos humanos (Hondarriaba: Editorial Hiru, 2008). Su nuevo libro se titula Cuba. Ce que les médias ne vous diront jamais (París: Editions Estrella, 2009) con un prólogo de Nelson Mandela.

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