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Torturas en Los Chaguaramos

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"Hablarás, sé que hablarás", le gritó el 23 de julio de 1973 el Comisario Basilio. Jesús Marrero se negó a revelar el nombre de sus compañeros en la guerrilla urbana y, en sesiones que se alternaron durante varios meses, recibió descargas eléctricas en los testículos, le clavaron palillos de madera en el cuerpo y más de una vez  lo enfrentaron a un pelotón armado que disparó su carga en otra dirección.   Uno de sus compañeros, Ángel María Castillo -Pancho Alegría-, fue de veras fusilado. Otro, Noel Rodríguez, integra la lista de los desaparecidos -una figura, por cierto, que surgió en Venezuela mucho antes que en Argentina y en Chile.

Desde la impunidad de un exilio que le permitía planear nuevas muertes, el Comisario Basilio describió en un libro de memorias -Los caminos del guerrero, 1994- toda una apología de la tortura, practicada con entusiasmo en los sótanos de Los Chaguaramos,  en Caracas, donde estaban las celdas para los interrogatorios de la siniestra Dirección de Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP):

"Desde mi posición, combatí sin tregua a los enemigos de la democracia venezolana… La policía, cuya fuerza principal estaba en los delatores, detenía, allanaba e interrogaba, utilizando los métodos más duros de persuasión. Como dice el dicho: se estaba jugando al duro y sin careta… Yo los perseguí fuerte, muy fuerte; mucha, mucha gente resultó asesinada."

Jesús Marrero tiene hoy 55 años. Es economista,  padre de dos hijos y miembro de un comité de víctimas que se niega a olvidar lo que él y sus compañeros vivieron en manos de este Comisario Basilio, el falso nombre que le fue extendido a Luis Posada Carriles por la CIA con pleno conocimiento de sus crímenes.

En medio del horror de los recuerdos de Jesús y de otras muchísimas víctimas de Luis Posada Carriles -alias Bambi, alias Comisario Basilio-, este dato espectacular que vincula a un torturador con sus amos norteamericanos sólo figura en la gran prensa internacional como una mera información al margen. Mientras, los portavoces oficiales norteamericanos nunca reconocen ni admiten su propia intervención en los hechos, como si quisieran dar a entender que la CIA actuó por cuenta propia en otro momento de la historia, sin consultar siquiera a la Casa Blanca.

Pero ahí están los recuerdos: "Hablarás, sé que hablarás", advirtió "Basilio" Posada Carriles a su víctima en un ronda de torturas. Y ayer habló Jesús, en el Aló Presidente, y su voz era clara: el torturador es ese, que espera juicio de inmigración en Texas. ¿Encontrarán oídos receptivos los gritos de dolor de este hombre y ese coro terrible al que se unen sus compañeros y nuestros más de 70 muertos y sus familiares?

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Rosa Miriam Elizalde

Rosa Miriam Elizalde

Periodista cubana. Vicepresidenta Primera de la UPEC y Vicepresidenta de la FELAP. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros "Antes de que se me olvide", "Jineteros en La Habana" y "Chávez Nuestro", entre otros. Ha recibido en varias ocasiones el Premio Nacional de Periodismo "Juan Gualberto Gómez" y el Premio Nacional "José Martí", por la obra de la vida. Fundadora de Cubadebate y su Editora jefa hasta enero 2017. Es columnista de La Jornada, de México.