Nueva oleada de incendios en la Amazonia, en junio pasado se registró la cifra más alta desde 2007
La crisis y las noticias diarias por la COVID-19 parecen haber alejado la situación en la Amazonia de las portadas de la prensa internacional, pero la vasta región registró durante el mes de junio 2 248 incendios, casi 20% más que la cifra de junio de 2019 y la más alta para esta época del año desde 2007, según datos del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE).
“Es una mala señal, pero lo que realmente contará es lo que sucederá de ahora en adelante”, declaró Philip Fearnside, biólogo del Instituto Nacional de Investigación del Amazonas (INPA), al comentar sobre las perspectivas para los meses de julio y agosto.
Fearnside alertó también sobre el aumento de la deforestación, ligado a los fuegos, pues generalmente se provocan incendios para despejar la tierra después de que los árboles han sido talados con fines de explotación de la tierra.
La deforestación ha aumentado 34% en los primeros cinco meses del año respecto al periodo enero-mayo de 2019, de acuerdo con datos del INPE.
El aumento de los daños es consecuencia de la aplicación más débil de las leyes ambientales bajo el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro, quien ha pedido un mayor desarrollo de la agricultura y la minería en áreas protegidas de la Amazonia, consideró Fearnside.
Guilherme Pivoto, infectólogo en el estado de Amazonas, advirtió que el empeoramiento de la calidad del aire por los incendios podría exacerbar el daño a las personas que padecen la COVID-19. “Aquellos que contraen el coronavirus tienen una mayor probabilidad de una interacción entre la contaminación y la COVID-19, causando casos prolongados con más síntomas”, dijo.
”Desgraciadamente, el escenario que está diseñado a partir de las alertas de deforestación y de los incendios indica que estamos en una tendencia creciente enorme”, dijo Rómulo Batista, portavoz de la campaña en la Amazonia de Greenpeace.
Batista explicó que los incendios en la vasta zona selvática ocurren mayormente por las acciones para renovar los pastos y cultivos con la quema del sobrante o de los rastrojos, y la aparición de focos en áreas que ya han sido desforestadas y que pierden su protección natural contra el fuego, uno de los grandes problemas que afectan a la Amazonia y que ha empeorado en los últimos tiempos, con más intensidad desde que el ultraderechista Bolsonaro llegó al poder en 2019.
Grupos ambientalistas han alertado que el avance notable en los índices de deforestación en los primeros meses de 2020 pudiera llevar a una crisis mayor que la de 2019, cuando la ola de incendios causó una fuerte reacción nacional e internacional.
En 2019, la tala indiscriminada de árboles se disparó en 85% hasta alcanzar los 9 165 kilómetros cuadrados, la mayor área desde 2016, según el INPE, y se detectaron unos 90 000 incendios, 30% más que en 2018.
La tendencia se mantiene en 2020. De acuerdo con un balance preliminar oficial, las alertas de deforestación en la Amazonia brasileña aumentaron 22% entre enero y mayo.
Informes de organizaciones medioambientales y de derechos humanos han indicado que detrás de una parte de la deforestación y los incendios hay redes mafiosas que comercian ilegalmente con madera, minerales y ganado, y amenazan a las comunidades indígenas.
En esos casos se sospecha que toda esa destrucción de la selva forma parte de un proceso delictivo que comienza con la ocupación ilegal de tierras y culmina, después de talar y quemar el área, con su transformación en campos de pasto para el ganado y cultivo.
La criticada política medioambiental del actual Gobierno de Brasil incluye recortes en el presupuesto de los órganos de fiscalización y control, una decisión que ha puesto en riesgo la ratificación del acuerdo comercial que alcanzaron el Mercosur, del que Brasil forma parte junto con Argentina, Paraguay y Uruguay, y la Unión Europea (UE) el año pasado.
Además, ha llevado a una treintena de importantes fondos internacionales a alertar al Gobierno de que revisará sus inversiones en el país en caso de que no se adopten medidas para detener la destrucción en el Amazonía.
Una de las últimas polémicas la protagonizó el ministro de Medioambiente, Ricardo Salles, quien en una reunión hecha pública por el Tribunal Supremo sugirió flexibilizar algunas normas relacionadas con su área, aprovechando que la prensa estaba centrada en la pandemia de coronavirus.
Batista, portavoz de la campaña en la Amazonía de Greenpeace, dijo que el Gobierno de Bolsonaro “no tiene ningún tipo de plan política ambiental, tiene una política antiambiental y está concretándose en el suelo de la Amazonia”.
(Con información de La Vanguardia, Reuters y EFE)
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Por favor se debe hacer algo al respecto, el Amazonas son los pulmones del planeta y no solo se afecta Brasil sino el mundo entero. Dónde están los ambientalistas del mundo? Somos nosotros los que estamos acabando con nuestra naturaleza. Ayer sufrí al ver como se encontraba el malecón habanero, cuanta basura tirada al mar que las olas traían(pomos plásticos, cajas de jugos, jabas de naylon...) Acaso no tenemos suficiente con las enfermedades como también para acabar con el ecosistema. Biólogos, ambientalistas hagan un llamado, únanse y cuidemos nuestra naturaleza. El planeta hoy está llorando y es por nuestra causa.
Creo que la amazonía es una responsabilidad del mundo en general, ya que está catalogada como los pulmones del planeta. Entonces las decisiones en esta zona deberían estar en manos de instituciones internacionales que velen por el bien común. Una responsabilidad como está no se debe dejar en manos de una sola persona ,ya que los afectados seremos la población mundial.