Imprimir
Inicio »Noticias, Política  »

Impactante discurso de Francisco en el Congreso de EEUU: "Es mi deber construir puentes" (+ Fotos y Video)

| 105 |
El Papa Francisco se dirige al Congreso en el Capitolio en Washington. Foto: AP/Carolyn Kaster

El Papa Francisco se dirige al Congreso en el Capitolio en Washington. Foto: AP/Carolyn Kaster

Señor Vicepresidente,

Señor Presidente,

Distinguidos Miembros del Congreso, Queridos amigos:

Les agradezco la invitación que me han hecho a que les dirija la palabra en esta sesión conjunta del Congreso en «la tierra de los libres y en la patria de los valientes». Me gustaría pensar que lo han hecho porque también yo soy un hijo de este gran continente, del que todos nosotros hemos recibido tanto y con el que tenemos una responsabilidad común.

Cada hijo o hija de un país tiene una misión, una responsabilidad personal y social. La de ustedes como Miembros del Congreso, por medio de la actividad legislativa, consiste en hacer que este País crezca como Nación. Ustedes son el rostro de su pueblo, sus representantes. Y están llamados a defender y custodiar la dignidad de sus conciudadanos en la búsqueda constante y exigente del bien común, pues éste es el principal desvelo de la política. La sociedad política perdura si se plantea, como vocación, satisfacer las necesidades comunes favoreciendo el crecimiento de todos sus miembros, especialmente de los que están en situación de mayor vulnerabilidad o riesgo. La actividad legislativa siempre está basada en la atención al pueblo. A eso han sido invitados, llamados, convocados por las urnas.

Se trata de una tarea que me recuerda la figura de Moisés en una doble perspectiva. Por un lado, el Patriarca y legislador del Pueblo de Israel simboliza la necesidad que tienen los pueblos de mantener la conciencia de unidad por medio de una legislación justa. Por otra parte, la figura de Moisés nos remite directamente a Dios y por lo tanto a la dignidad trascendente del ser humano. Moisés nos ofrece una buena síntesis de su labor: ustedes están invitados a proteger, por medio de la ley, la imagen y semejanza plasmada por Dios en cada rostro.

En esta perspectiva quisiera hoy no sólo dirigirme a ustedes, sino con ustedes y en ustedes a todo el pueblo de los Estados Unidos. Aquí junto con sus Representantes, quisiera tener la oportunidad de dialogar con miles de hombres y mujeres que luchan cada día para trabajar honradamente, para llevar el pan a su casa, para ahorrar y –poco a poco– conseguir una vida mejor para los suyos. Que no se resignan solamente a pagar sus impuestos, sino que –con su servicio silencioso– sostienen la convivencia. Que crean lazos de solidaridad por medio de iniciativas espontáneas pero también a través de organizaciones que buscan paliar el dolor de los más necesitados.

Me gustaría dialogar con tantos abuelos que atesoran la sabiduría forjada por los años e intentan de muchas maneras, especialmente a través del voluntariado, compartir sus experiencias y conocimientos. Sé que son muchos los que se jubilan pero no se retiran; siguen activos construyendo esta tierra. Me gustaría dialogar con todos esos jóvenes que luchan por sus deseos nobles y altos, que no se dejan atomizar por las ofertas fáciles, que saben enfrentar situaciones difíciles, fruto muchas veces de la inmadurez de los adultos. Con todos ustedes quisiera dialogar y me gustaría hacerlo a partir de la memoria de su pueblo.
Mi visita tiene lugar en un momento en que los hombres y mujeres de buena voluntad conmemoran el aniversario de algunos ilustres norteamericanos. Salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades propias de los seres humanos, con sus muchas diferencias y límites, estos hombres y mujeres apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo. Un pueblo con alma puede pasar por muchas encrucijadas, tensiones y conflictos, pero logra siempre encontrar los recursos para salir adelante y hacerlo con dignidad. Estos hombres y mujeres nos aportan una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad. Honrar su memoria, en medio de los conflictos, nos ayuda a recuperar, en el hoy de cada día, nuestras reservas culturales.

Me limito a mencionar cuatro de estos ciudadanos: Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.

Estamos en el ciento cincuenta aniversario del asesinato del Presidente Abraham Lincoln, el defensor de la libertad, que ha trabajado incansablemente para que «esta Nación, por la gracia de Dios, tenga una nueva aurora de libertad». Construir un futuro de libertad exige amor al bien común y colaboración con un espíritu de subsidiaridad y solidaridad.

Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política de nuestro tiempo. El mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico. Esto nos urge a estar atentos frente a cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere. Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar. Y, por otra parte, puede generarse una tentación a la que hemos de prestar especial atención: el reduccionismo simplista que divide la realidad en buenos y malos; permítanme usar la expresión: en justos y pecadores. El mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos.

Sabemos que en el afán de querer liberarnos del enemigo exterior podemos caer en la tentación de ir alimentando el enemigo interior. Copiar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar. A eso este pueblo dice: No.

Nuestra respuesta, en cambio, es de esperanza y de reconciliación, de paz y de justicia. Se nos pide tener el coraje y usar nuestra inteligencia para resolver las crisis geopolíticas y económicas que abundan hoy. También en el mundo desarrollado las consecuencias de estructuras y acciones injustas aparecen con mucha evidencia. Nuestro trabajo se centra en devolver la esperanza, corregir las injusticias, mantener la fe en los compromisos, promoviendo así la recuperación de las personas y de los pueblos. Ir hacia delante juntos, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando con entusiasmo al bien común.

El reto que tenemos que afrontar hoy nos pide una renovación del espíritu de colaboración que ha producido tanto bien a lo largo de la historia de los Estados Unidos. La complejidad, la gravedad y la urgencia de tal desafío exige poner en común los recursos y los talentos que poseemos y empeñarnos en sostenernos mutuamente, respetando las diferencias y las convicciones de conciencia.
En estas tierras, las diversas comunidades religiosas han ofrecido una gran ayuda para construir y reforzar la sociedad. Es importante, hoy como en el pasado, que la voz de la fe, que es una voz de fraternidad y de amor, que busca sacar lo mejor de cada persona y de cada sociedad, pueda seguir siendo escuchada. Tal cooperación es un potente instrumento en la lucha por erradicar las nuevas formas mundiales de esclavitud, que son fruto de grandes injusticias que pueden ser superadas sólo con nuevas políticas y consensos sociales.

Apelo aquí a la historia política de los Estados Unidos, donde la democracia está radicada en la mente del Pueblo. Toda actividad política debe servir y promover el bien de la persona humana y estar fundada en el respeto de su dignidad. «Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que han sido dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos está la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad» (Declaración de Independencia, 4 julio 1776). Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo.

En esta sede quiero recordar también la marcha que, cincuenta años atrás, Martin Luther King encabezó desde Selma a Montgomery, en la campaña por realizar el «sueño» de plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos. Su sueño sigue resonando en nuestros corazones. Me alegro de que Estados Unidos siga siendo para muchos la tierra de los «sueños». Sueños que movilizan a la acción, a la participación, al compromiso. Sueños que despiertan lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos.
En los últimos siglos, millones de personas han alcanzado esta tierra persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad. Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes.

Trágicamente, los derechos de cuantos vivieron aquí mucho antes que nosotros no siempre fueron respetados. A estos pueblos y a sus naciones, desde el corazón de la democracia norteamericana, deseo reafirmarles mi más alta estima y reconocimiento. Aquellos primeros contactos fueron bastantes convulsos y sangrientos, pero es difícil enjuiciar el pasado con los criterios del presente. Sin embargo, cuando el extranjero nos interpela, no podemos cometer los pecados y los errores del pasado. Debemos elegir la posibilidad de vivir ahora en el mundo más noble y justo posible, mientras formamos las nuevas generaciones, con una educación que no puede dar nunca la espalda a los «vecinos», a todo lo que nos rodea. Construir una nación nos lleva a pensarnos siempre en relación con otros, saliendo de la lógica de enemigo para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad, dando lo mejor de nosotros. Confío que lo haremos.

Nuestro mundo está afrontando una crisis de refugiados sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial. Lo que representa grandes desafíos y decisiones difíciles de tomar. A lo que se suma, en este continente, las miles de personas que se ven obligadas a viajar hacia el norte en búsqueda de una vida mejor para sí y para sus seres queridos, en un anhelo de vida con mayores oportunidades. ¿Acaso no es lo que nosotros queremos para nuestros hijos? No debemos dejarnos intimidar por los números, más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación. Una respuesta que siempre será humana, justa y fraterna. Cuidémonos de una tentación contemporánea: descartar todo lo que moleste. Recordemos la regla de oro: «Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes» (Mt 7,12).

Esta regla nos da un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros. La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo.

Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito. Recientemente, mis hermanos Obispos aquí, en los Estados Unidos, han renovado el llamamiento para la abolición de la pena capital. No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación.

En estos tiempos en que las cuestiones sociales son tan importantes, no puedo dejar de nombrar a la Sierva de Dios Dorothy Day, fundadora del Movimiento del trabajador católico. Su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el Evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos.

¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional. Al mismo tiempo, quiero alentarlos a recordar cuán cercanos a nosotros son hoy los prisioneros de la trampa de la pobreza. También a estas personas debemos ofrecerles esperanza. La lucha contra la pobreza y el hambre ha de ser combatida constantemente, en sus muchos frentes, especialmente en las causas que las provocan. Sé que gran parte del pueblo norteamericano hoy, como ha sucedido en el pasado, está haciéndole frente a este problema.

No es necesario repetir que parte de este gran trabajo está constituido por la creación y distribución de la riqueza. El justo uso de los recursos naturales, la aplicación de soluciones tecnológicas y la guía del espíritu emprendedor son parte indispensable de una economía que busca ser moderna pero especialmente solidaria y sustentable. «La actividad empresarial, que es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos, puede ser una manera muy fecunda de promover la región donde instala sus emprendimientos, sobre todo si entiende que la creación de puestos de trabajo es parte ineludible de su servicio al bien común» (Laudato si’, 129). Y este bien común incluye también la tierra, tema central de la Encíclica que he escrito recientemente para «entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común» (ibíd., 3). «Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos» (ibíd., 14).

En Laudato si’, aliento el esfuerzo valiente y responsable para «reorientar el rumbo» (N. 61) y para evitar las más grandes consecuencias que surgen del degrado ambiental provocado por la actividad humana. Estoy convencido de que podemos marcar la diferencia y no tengo alguna duda de que los Estados Unidos –y este Congreso– están llamados a tener un papel importante. Ahora es el tiempo de acciones valientes y de estrategias para implementar una «cultura del cuidado» (ibíd., 231) y una «aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza» (ibíd., 139). La libertad humana es capaz de limitar la técnica (cf. ibíd., 112); de interpelar «nuestra inteligencia para reconocer cómo deberíamos orientar, cultivar y limitar nuestro poder» (ibíd., 78); de poner la técnica al «servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral» (ibíd., 112). Sé y confío que sus excelentes instituciones académicas y de investigación pueden hacer una contribución vital en los próximos años.

Un siglo atrás, al inicio de la Gran Guerra, «masacre inútil», en palabras del Papa Benedicto XV, nace otro gran norteamericano, el monje cisterciense Thomas Merton. Él sigue siendo fuente de inspiración espiritual y guía para muchos. En su autobiografía escribió: «Aunque libre por naturaleza y a imagen de Dios, con todo, y a imagen del mundo al cual había venido, también fui prisionero de mi propia violencia y egoísmo. El mundo era trasunto del infierno, abarrotado de hombres como yo, que le amaban y también le aborrecían. Habían nacido para amarle y, sin embargo, vivían con temor y ansias desesperadas y enfrentadas».

Merton fue sobre todo un hombre de oración, un pensador que desafió las certezas de su tiempo y abrió horizontes nuevos para las almas y para la Iglesia; fue también un hombre de diálogo, un promotor de la paz entre pueblos y religiones.

En tal perspectiva de diálogo, deseo reconocer los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que ayudan a superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado. Es mi deber construir puentes y ayudar lo más posible a que todos los hombres y mujeres puedan hacerlo. Cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad. Un buen político es aquel que, teniendo en mente los intereses de todos, toma el momento con un espíritu abierto y pragmático. Un buen político opta siempre por generar procesos más que por ocupar espacios (cf. Evangelii gaudium, 222-223).

Igualmente, ser un agente de diálogo y de paz significa estar verdaderamente determinado a atenuar y, en último término, a acabar con los muchos conflictos armados que afligen nuestro mundo. Y sobre esto hemos de ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los individuos y la sociedad? Tristemente, la respuesta, que todos conocemos, es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas.

Tres hijos y una hija de esta tierra, cuatro personas, cuatro sueños: Abraham Lincoln, la libertad; Martin Luther King, una libertad que se vive en la pluralidad y la no exclusión; Dorothy Day, la justicia social y los derechos de las personas; y Thomas Merton, la capacidad de diálogo y la apertura a Dios. Cuatro representantes del pueblo norteamericano.

Terminaré mi visita a su País en Filadelfia, donde participaré en el Encuentro Mundial de las Familias. He querido que en todo este Viaje Apostólico la familia fuese un tema recurrente. Cuán fundamental ha sido la familia en la construcción de este País. Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento. No puedo esconder mi preocupación por la familia, que está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior. Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia.

De modo particular quisiera llamar su atención sobre aquellos componentes de la familia que parecen ser los más vulnerables, es decir, los jóvenes. Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación. Sus problemas son nuestros problemas. No nos es posible eludirlos. Hay que afrontarlos juntos, hablar y buscar soluciones más allá del simple tratamiento nominal de las cuestiones. Aun a riesgo de simplificar, podríamos decir que existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia.
Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King; cuando lucha por la justicia y la causa de los oprimidos, como hizo Dorothy Day en su incesante trabajo; siendo fruto de una fe que se hace diálogo y siembra paz, al estilo contemplativo de Merton.

Me he animado a esbozar algunas de las riquezas de su patrimonio cultural, del alma de su pueblo. Me gustaría que esta alma siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América.

El Vocero del Congreso John Boehner, de Ohio, en el encuentro con el Papa Francisco en el Capitolio. Foto: Bill Clark/Roll Call/ via AP, Pool

El Vocero del Congreso John Boehner, de Ohio, en el encuentro con el Papa Francisco en el Capitolio. Foto: Bill Clark/Roll Call/ via AP, Pool

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Evan Vucci/ AP

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Evan Vucci/ AP

El Papa habla ante el Congreso. Foto: AP Photo/Susan Walsh

El Papa habla ante el Congreso. Foto: AP Photo/Susan Walsh

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Pablo Martinez Monsivais

El Papa habla ante el Congreso. Foto: Pablo Martinez Monsivais/ AP

Se han publicado 105 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • susana dijo:

    Extraordinario lo del papa...........genial discurso.

  • wildo dijo:

    En mi opinión, más allá de una pieza oratoria, la intervención del PAPA Francisco ante el Congreso de los EEUU, deviene en una magistral, erudita e impresionante clase de profundo etilismo, unida a la honrada apelación de los por qué resulta imprescindibles la suma de las nobles voluntades del ser humano ante los desafíos del presente en pos de vencer las miserias humanas que pululan hoy en el planeta, y luchar por el fomento de una etapa nueva donde predomine la solidaridad, el altruismo y el decoro en lo más íntimo de la especie humana.

  • La Bayamesa dijo:

    Magistral!!!!, ojalá cada miembro del Congreso interiorice esas ideas y actúe en consecuencia.

  • jose torres dijo:

    señores como este para no hay ninguno es bribante y como alguien dijo hay que leer sus discurso entre lineas y yo estoy muy contento con sus palabras de la relaciones entre cuba y usa y de que habla en nombre de los pobre los humildes y para los humildes
    larga vida al papa

  • Pepe dijo:

    Excelentísimo discurso que demuestra la valentía y las convicciones del Papa Francisco, que Dios bendiga a América y que nuestros pueblos puedan vivir con la certeza de un presente y un mañana mejor. Gracia doy a Dios por vivir este tiempo.

  • Manolo dijo:

    !!! SOBERBIO DISCURSO !!! CUANTAS VERDADES PERDIDAS LES RECORDO, ESTE PAPA ES GENIAL.
    SALUD Y SUERTE FRANCISCO, NO DEBIES EL CAMINO DE CRISTO QUE TAN BIEN HAS EMPRENDIDO AUNQUE TE CUESTE LO QUE TE CUESTE !!!

  • Yo dijo:

    Felicidades a CUBADEBATE

  • GINEPD dijo:

    Ya la historia lo tendria en su lista por ser el primer papa latinoamericano, pero el es un eterno inconforme y es de los que aman y construyen, de los hombres que luchan toda la vida y son los impresindibles, nada sera igual desde ahora, porque este gran constructor no para de hacer puentes, de encontrar hernamos, de acercar vecinos, en Cuba solo un fanático podria decir que no quiere ser un poquitin mejor despues de su visita, creo que desde ese día amamos más a nuestros, respètamos más anuestros padres, comprendemos más anuestros vecinos, somos más atentos al dolor del otro, es increible como un hombre puede cambiar a tantos con las palabras y los hechos, creo en la sinceridad del Papa, creo que cuando en la puerta del avión se puso la mano en el corazón nos estaba dando un trozo de él, pongamolo junto al nuestro, dejemos que latan juntos, no se necesita mucho solo ser humano con los humanos, con los animales, las plantas, la tierra, el último en llegar a ella fue el hombre, que derecho tiene a destruirla.

  • AlexFC dijo:

    Gran discurso del Papa Francisco. Ya tiene para siempre un lugar especial en el corazón de todos los cubanos. Le deseamos lo mejor para Usted

  • Rey Oliva dijo:

    Magistral manera de tocar todo y sin nombres, como dcie el dicho al que le quede el sallo que se lo ponga, veremos como transcurren las demas cosas que quedan por venir, atentos a los discursos de Raul, Obama y el Papa, hay que ver en que orden tienen planeado que hablan cada uno, Putin y el resto del G8. Si hay algo cierto es que la Paz de va abriendo camino y en ese camino la luz la esta dando el Papa Francisco.

  • Yasmany Arteaga García dijo:

    valla el papa Francisco es una persona con ideas y una de las personas con una mente dirijida a los mas necesitados de esta tierra, un discurso muy bueno es necesario que los congresistas de los EEUU hagan caso de este discurso y llege la paz a nuestro continente creo que la visita del papa a revolucionado al mundo esto es una felicidad

  • Angel dijo:

    Un muy buen discurso, precisamente lo que necesitaba oir la sociedad norteamericana. Me quedo con esta frase:
    "Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, se sigue que no puede ser esclava de la economía y de las finanzas"
    Si se cumpliera este principio en todos los lugares, este mundo fuera mejor...
    salu2 Angel

  • RSGO54 dijo:

    El santo Pontifice como dije en un comentario por aca, esta llamado a revolucionar y de hecho lo esta haciendo a la vieja doctrina de la Iglesia catolica, su columna fundamental es la familia, su discurso no deja de solicitar la comunión de cosas buenas y el dialogo para solucionar la inequidades de nuestros tiempos, el Congreso mostró respeto, total asistencia aunque no se hable de eso, tambien en la zona de los observadores, los objetivos de esta visita pastoral se van cumpliendo. AlABADO SEA EL SEÑOR. GRACIAS.

  • Luis Bueno dijo:

    No he leído el discurso del Papa completo, pero me llama la atención que no menciona la palabra CUBA en ningún momento. Mis expectativas eran otras cuando supe que se iba a dirigir al Congreso de los EEUU.

  • Guillermo Sánchez Rassé dijo:

    ¡Cuánto hay que agradecerle al Papa Francisco! por este valiente, llamativo, audaz, generoso y abarcador discurso de los grandes desafíos y problemas de todo tipo que enfrenta la humanidad y que es a la misma vez de mucha actualidad en estos tiempos y sobre todo y lo más trascendental en el centro del Congreso de los Estados Unidos.
    Ejemplo palpable y real para todos los religiosos y laicos del mundo que quieran y necesiten hacer algo por la humanidad en general y sobre todo por los pobres de la tierra y los conflictos y beligerancia de confrontación inacabables
    En particular hoy los cubanos estamos muy agradecidos por este gesto inolvidable y trascendental discurso de un Papa que pasara a la historia por los siglos de los siglos.

  • Jose Antonio dijo:

    Buenas palabras del papa Francisco, solo necesitamos que los congresistas de los Estados Unidos las interioricen y las interpreten como son realmente. GRACIAS SU SANTIDAD POR LLEGAR HASTA HOLGUIN, NOS DEJO UN RECUERDO IMBORRABLE A TODOS.

  • Yoe dijo:

    Un gran hombre, no cabe dudas, excepcional, creo que como pocos en estos tiempos, con una gran sabiduría y elocuencia en sus palabras, que llegan hasta los oídos de los "sordos", no tenia que mencionar a Cuba, creo que sin hacerlo, estaba claro que de este proceso que estamos viviendo estaba hablando. Recemos todos por él siempre, y porque existan más hombres como él en estos tiempos tan difíciles para la humanidad.
    GRACIAS FRANCISCO, TE QUEREMOS

  • Andrés dijo:

    Saben lo que más me impresionó...que es el primer discurso sin mencionar ni nombres ni países, al estilo ¨al que le sirva la saya que se la ponga¨ mezclado con ¨cualquier semejanza ¨NO¨ es pura coincidencia¨ que recuerdo. Ya que usando los actos o pensamientos de tan solo 4 personajes históricos de estados unidos que incluso son de épocas diferentes. Ha denunciado y/o celebrado hechos de la actualidad. Un ejemplo de tantas interpretaciones es que si Luther King no lucha y muere por la igualdad social en su época, pues hoy en día quizás Obama en vez de presidente fuera constructor (le sirvió esa saya). Por otro lado mencionó las conversaciones cuba-usa, conflicto armado entre Israel-Palestina o del EI en siria e Irak (pues las armas se sabe las suministraron los americanos). ¨simplemente¨ magistral, único, no recuerdo algo igual. Falta ahora el de la ONU mañana que debe estar por el estilo de bueno. Gracias papa!!! Dios te bendiga!!!

  • Macdo dijo:

    Hermosas palabras fueron las pronunciadas por el papa que nos recuerda la igualdad y la solidaridad entre los humanos. Gracias por bendecir nuestro país, y seguiremos construyendo una nación prospera y con un socialismo de jóvenes en la vanguardia. Bendito seas, gracias por ser portador de la misericordia y de la paz mundial.

  • Ing.Luis Enrique Fuentes Salas dijo:

    Sencillamente GENIAL !!! sin mencionar nada con su nombre en especifico, hablo de todo... sera buen ejercicio de interpretación para los que tendran que tomar las decisiones. MUCHA SALUD PARA EL PAPA FRANCISCO !!!

  • Juan Moreno Martín dijo:

    Brillante intervención, sus palabras deben calar en todo hombre honesto, un mensaje lleno de amor y esperanza. Cada tema fue tratado magistralmente, con mucha precisión y sabiduría. Gracias a Cubadebate por informarnos, aunque soy ateo, aprecio en Francisco un gran hombre de bien y por eso muchos quieren llamarlo “Comunista”.
    Algunos en el Congreso pensaron sabotear su discurso, pero sus verdaderas palabras, con ese lenguaje excelente, digno y valiente no dio oportunidades a nada, solo a la reflexión. Su procedencia humilde y Latina lo hacen de esa estirpe, nuestro pueblo lo admira por lo que está haciendo en bien de todos los seres humanos. Bravo Francisco

  • Frank David_COMUNISMO DURO dijo:

    EL PAPA NO MENCIONÓ LOS INHUMANOS EFECTOS DEL BLOQUEO A CUBA, Y BIEN QUE PUDO HABERLO HECHO, SIN METERSE EN POLÍTICA.

    EN RESUMEN, LO PRINCIPAL QUE TENÍA QUE PLANTEAR NO LO HIZO, UNA LÁSTIMA...CREO QUE DEBIÓ SER MÁS AMPLIO, PRODUCTIVO Y DIRECTO RESPECTO A CUBA.

    • pepon dijo:

      No te preocupes, queda que hable en la ONU. Además el no es cubano, habló de todos en general, en el mundo hay muuuuuuchos problemas no solo los nuestros, el como Papa se refirió de una manera u otra a todos los temas.

  • jorge castro navarro dijo:

    Que gran discurso sin palabras solo espero las reflexiones del comandante al respecto

  • guillermo dijo:

    dios bendiga a ese obispo de roma..... deveras todos los cubanos tenemos que rezar por el. muy alentador discurso y reflexivo ademas para todas las partes

  • cas dijo:

    Excelente, una distinta forma de evaluar las miserias de esta humanidad por el Santo Padre, en sus causas y consecuencias, saludos cas.

  • wilo dijo:

    Bendito sea el señor por enviarnos un gran emisario de paz , amor y unidad,solo nos queda a nosotros como personas seguir adelante y lograr lo que es necesario para vivir como dios manda,MUCHO AMOR,

  • Guadalupe HB dijo:

    Sabias palabras las pronunciadas por su santidad ante el congreso de los Estados Unidos afianzado sobre conceptos morales e históricos, teniendo siempre presente la necesidad inalienable de continuar apoyando a los más desvalidos y vulnerables, sin duda un llamado a la coexistencia pacífica entre los pueblos

  • que inmenso dijo:

    un discurso a la altura de su santidad.nada mas q agregar,solo q dios lo bendiga y proteja,tenemos q orar por el,como nos lo pidio.

  • Iván dijo:

    Bonito y contundente discurso del Papa Francisco en el congreso, toco todos los temas que tenia para la ocasión, esperemos que dice en las Naciones Unidas
    Mis saludos

  • Iván dijo:

    Viva Papa Francisco por siempre, oremos por él

Se han publicado 105 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Vea también