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Las gemelas espejo: Historia de un milagro en Cuba

Por: José Aurelio Paz
En este artículo: Ciego de Ávila, Cuba, Sociedad
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Teresa Gladys y Teresa Hilda. Foto: José Aurelio Paz.

Una de ellas fue sietemesina. La otra, un milagro.

Antonia, su madre, una campesina de tierra adentro en una finca cercana al batey conocido como La Teresita, en la entonces Camagüey y hoy provincia de Ciego de Ávila, sintió la orden imperativa de la comadrona: "¡Puja fuerte que ya viene!".

Y una criatura pequeñita, como un duende indeciso, sacó la cabeza por esa especie de pequeño horno donde se cuece el amor, y soltó un chillido más bien débil y nada poético para el acontecimiento que era nacer, entonces, en un intrincado lugar y lejos de los hospitales.

Instantes después Antonia expulsó una especie de zurrón sanguinolento que atrajo la atención de Dominga, su madre y su partera a la vez, quien, quitándose un gancho de pelo del moño y por pura curiosidad más que por otra cosa, rasgó aquello y se encontró con la gran sorpresa; una inquieta réplica de la recién nacida, casi cianótica y respirando con dificultad. Otra nieta.

De manera que, en una única cuna, colocaron a las bebés y la abuela, mujer muy dada a la botánica natural de la gente de campo como era costumbre, las arropó, por pura intuición, con algodones y botellas de agua caliente a ver si se salvaban. La noticia, de boca en boca por todo aquel intrincado paraje, atrajo a amigos y curiosos por ver a las "jimaguas", que entre las dos sumaban unas cinco libras y parecían condenadas más a abandonar este mundo que a sobrevivir.

Pero, a los seis meses, eran ya dos robustas hembras atrapadas en una instantánea que data del año 1926 y que aún atesoran, como constancia de aquellos remotos días en que, "con garras y dientes", se aferraba cada una a una teta de su madre, chupándole el aliento y la flor a unos pechos que eran dos jazmines queriendo explotar de ansias, luego de que prendieran su aroma a la pasión de un campesino, de nombre Tomás, quien, a partir de entonces, entendió que el milagro de la vida no solo se daba en la semilla y el surco, y se tuvo que resignar a trabajar solo la tierra, si «el cielo» no le mandó varones sino un racimo de cinco hembras.

Con una risita cómplice y traviesa, al cabo de tanto tiempo, una cuenta: "Fíjate si éramos dos “findinguitos” que el anillo de la abuela nos entraba en la muñeca cual si fuera una esclava". Y su espejo, la otra, agrega: "Cuando a mamá se le secaron los pechos, comenzó a amamantarnos con leche condensada, ¡y mira qué tronco de niñas logró!".

Noventa y dos diamantes en la corona

Foto: José Aurelio Paz.

Parecían dos quinceañeras, a punto de hacerse su sesión fotográfica, el día en que nos citamos para conversar de su vida en común. Con un entusiasmo y una ingenuidad increíbles, cual joyas rematando la corona de estos      92 años que cumplieron ayer, me recibieron, alborotadas, con vestidos, abanicos y zapatos combinados sobre la cama, para que las ayudara yo a escoger el ajuar más a tono con cada instantánea, desconociendo ambas el daltonismo que me «adorna».

Y así salimos por el barrio a hacer algunas fotografías donde un arcoíris de concreto, el tramo de la carretera central que se curva sobre la capital avileña, recibe el popular nombre de Los Elevados, mientras les llovían los piropos de curiosos y vecinos: «¡Pero si son como dos gotas de agua! ¡Dios me las bendiga y me les dé mucha salud! ¿Cuántos cumplen? ¿Nos invitarán a la fiesta?». Y ellas, orondas, respondían casi al unísono: «¡92!».

Así las pizpiretas Teresa Gladys (la primera en nacer) y Teresa Hilda (el milagro) Pérez Martín, comenzaron a posar para mi cámara, mientras iban desnudando, ante este conmovido mortal, sus simples vidas que, más allá de buenas hijas, buenas madres y buenas cubanas, no poseen otro mérito que llegar a tal longevidad con la alegría intacta, «a pesar de los lógicos golpes que nos ha dado la vida» —me dice una de las dos y no sé cuál porque, constantemente, se me confunden durante la conversación— en esa «juventud acumulada» que disfrutan, siendo lo que llaman gemelas espejo, según la ciencia, y lo confirman de manera categórica: «¡No podemos vivir la una sin la otra!».

De manera que, para dar credibilidad a esa clasificación científica en que partiendo de que un solo óvulo fecundado por un único espermatozoide que da lugar a un cigoto dividido en dos embriones con idénticos genes, «las muchachitas», más allá del evidente espejo de su sonrisa y el brillo de sus ojos, me descubren otras evidencias: Una tiene una mancha en el pómulo derecho y la otra en el izquierdo. Una es zurda y la otra derecha. Comparten muchas veces angustias comunes si a una de las dos les sucede algo estando lejos. Y como para que no me queden dudas muestran una malformación que tienen ambas, en la primera vértebra del dedo del medio de una de las manos: «Me salió un uñero, de esos que llaman “sietecueros” porque no se curan y hay que operarlos —cuenta Teresa Hilda— y a Gladys le salió otro en el mismo lugar estando lejos. Cuando nos llamamos para contarnos lo que sucedía ¡quedamos pasmadas!».

—¿Y cuál de las dos era la más obediente?, pregunto y responden al unísono:

—¡Yo!

—¿Y cuál la mejor jugadora de Brisca? (porque les encanta jugar a las cartas)

—¡Yo!

—-¿Y cuál la más tramposa?

—¡Ella!

—¿Y cuál la más dominante?

Se miran en complicidad y, con cierta malicia infantil, concluyen inocentemente:

—¡Ninguna de las dos!

Hérmida, una de las hijas de Teresita Hilda y "chaperona" de este encuentro, guiña un ojo y me dice al oído: "Se quieren más entre ellas que a nosotros mismos, sus hijos. Se confabulan cuando hay que tomar una decisión familiar. Guardan secretos entre sí que jamás nos han revelado. ¡Son unas alcahuetas!".

¿Y el amor?

Ante esta pregunta sus ojos son cuatro luceros sobre un antiguo bohío.

«Fuimos muchachitas de bien, —no me pregunte el lector cuándo habla una y cuando la otra, porque son como una punta de bordado en que se va metiendo la aguja sobre la puntada anterior y se me hizo un nudo de respuestas imposible de desenredar—. Si queríamos ir a un baile, a un guateque como le llamaban, empujábamos a mamá para que le pidiera permiso al “viejo” porque le teníamos mucho respeto. Nos encantaba bailar.

«Primero se enamoró Hilda —cuenta Gladys— y después yo que me hice novia del hermano de su novio, pero no nos casamos el mismo día aunque ese era nuestro sueño...

—¿Y por qué no?

—Se decía que traía mala suerte que dos gemelas hicieran la boda juntas —me aclara Hilda—. Por eso, yo me casé y a la siguiente tarde lo hizo Gladys. Tuvimos matrimonios e hijos muy buenos y hasta los nietos son de bien. Bordamos y tejimos todo el ajuar nuestro y también las canastillas, porque no eran tiempos de estudiar una carrera, pero mamá nos enseñó a tejer y bordar».

Hacen una pausa. Un silencio maridado con ciertas nostalgias y paisajes descoloridos por el tiempo. Vuelven a mirar la foto, se les escapa un suspiro como mismo se les escapan los años y una de ellas comenta: «Nadie daba un céntimo por nosotras. Pero mira qué redonditas estábamos a los seis meses, porque nos salvó el amor familiar».

Hoy Gladys es viuda. Hoy Hilda acaba de celebrar sus bodas de titanio junto a Hipólito; «setenta años no de resistencia, sino de puro amor compartido», afirma. «Cuando él tiene momentos de lucidez —casi me susurra con cierta pena— todavía me regala flores y décimas que él mismo hace».

Sueño ante el espejo

Frente a la pregunta de qué significa para ellas ser cubanas, desatan un extraño brillo de cocuyos de monte y responden en la unívoca voz del espejo: «¡Un orgullo!». Y comenta una: «Nosotras tenemos hijos en Estados Unidos. A las dos primero nos negaron la visa una vez y luego nos la dieron. ¡Hasta en eso coincidimos! Nuestros hijos allá nos miman. Son maravillosos. Aquello es muy bonito. Pero, mijito, cuando pasan unas semanas ya queremos volver pa’ lo nuestro porque extrañamos mucho».

—¿Y cuál es el sueño común que les queda por cumplir a los 92 años?

Se miran en silencio como si, en lo más recóndito de sus almas, se estuvieran poniendo de acuerdo. Echan una risita y responden a dúo: —¡Ay, hijo, llegar a los cien años juntas, aunque nos parece difícil pero no imposible!

Me besan de agradecimiento. Las beso de agradecimiento yo. Piden que no me olvide de regalarles una foto, aunque sea una solita para las dos. La puerta se cierra tras de mí con dos manitas, idénticamente iguales, diciéndome adiós, y comienzo a desandar la insalubre rivera de Los Elevados. Atrás no quedan dos mujeres cargadas de dolores y recuerdos. Quedan dos «siamesas de espíritu» por su sentido de lo indivisible; o más exacto aún, dos gardenias que aún se empinan regalándole su indescifrable aroma a la vida.

Teresita Hilda (izquierda) y Teresita Gladys, foto tomada a los seis meses de su nacimiento, luego de haber sido salvadas gracias a la sabiduría campesina de su abuela materna.

(Tomado de Juventud Rebelde)

Se han publicado 85 comentarios



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  • Hugo Andrés Govín Díaz dijo:

    Periodismo refrescante, del bueno; artículo reconfortante, bello y gemelas que fueron bellas en su inicio y bellísimas a esta altura de sus primeros 92 añitos.
    Gracias a todos los que permitieron que joyas como esta nos lleguen a nuestras manos a través de la prensa, especialmente a José Aurelio Paz por ser el padre de la criatura.

  • RiRi dijo:

    Que lindo artículo gracias a José Aurelio Paz,también supe que es Premio Nacional de Periodismo y se nota su profesionalismo y su dedicación con reportes como este tan llenos de amor.Felicidades a las Teresas que dios las bendiga y que les de ánimo y fuerzas pese a las dificultades para llegar a los 100,si televisaran a las longevas sería maravilloso poder escuchar de ellas mismas su historia.
    Del 1-10 le daría 11 a tan lindo artículo.muchas gracias!!!!

    SALUDOS

  • TM.61 dijo:

    Felicitaciones Aurelio, muy bello, muy humano tu articulo. Conmovedora historia de vida. Bellas de bebe, radiantes de abuelitas, las dos Teresas. Con esa alegria en sus rostros, no a los 100, a los 120 y gozando de la vida.

  • Marelis Martínez laO dijo:

    Las familia cubana siempre han sido asi , sacrificada, luchadora pero por encima de todo bella, como esl articulo publicado, largas vidas princesas de los milagros . FELICIDADES

  • Betzaida dijo:

    Una historia muy linda, larga vida y que sus sueños se logren .Felicidades, tengo unas sobrinas gemelas y son iguales y padecen los mismos dolores, cuando una estaba de parto la otra que no sabía nada, sintio los mismos dolores.

  • Henry dijo:

    Realmente me conmovió...

  • José DanieL Meriño Rodrígues dijo:

    Conmovedora historia de vida. Bellísimas las dos aún. Un sentimiento paternal y regional envidiable. Un cubanismo fenomenal. Un sueño en común no difícil de lograr. El amor que suscribe esa unión de gemelas espejo logrará regalar esa felicidad de llegar juntas las dos a los 100 años deseados. El amor es el motor de la vida y ambas poseen mucho de eso, de amor y de vida. Muchas felicidades para ambas y para José Aurelio Paz, el afortunado que puso en nuestras monos tan especial artículo.
    Espero de seguimiento a ambas y publiques sus cumpleaños 100.

  • Anibal González dijo:

    Muy bonita la historia, exlenete artículo....
    Ojalá puedan cumplir su sueño, de llegar a los 100 años juntas....

  • yulay dijo:

    me encanto al historia, es dificil ver dos personas identicas, que se quieran tanto y mantangan esa hermandad para toda la vida, ojala y duren muchos años mas felicidades.

  • marisel dijo:

    que sorprendida me quedé al ver a dos hermanas que ni las dificultades de la vida pudo separarlas, espero que puedan cumplir muchísimas más primaveras y sigan compartiendo la vida una con la otra.

  • oslaida dijo:

    Bellas tanto de niñas como de abuelas. Que vivan muchos años más y siempre junticas, como han vivido.

  • Yane dijo:

    Que bella historia ojalá puedan cumplir sus sueños ellas lo merecen

  • Aly dijo:

    Para José Aurelio mi más sinceras felicitaciones,usted ha escrito un bello texto y ha tomado magníficas fotos.Cuando leí si texto recordé a un amigo mío que es dramaturgo y muy joven pero escribe tan bello como usted.
    A las bellas hermanas gemelas les deseo una larga y bella vida,yo no quiero que cumplan 100 años quiero que cumplan muchos más.Yo adoro a las personas mayores porque también estoy rodeada de una persona mayor muy especial: mi abuela y no es especial porque sea mi abuela,sino porque muchas mujeres cubanas son especiales.
    Mucha salud y éxitos para todas las personas que se mencionan en este texto.

  • Raisi dijo:

    Que artículo más lindo me ha dejado muy conmovida, me encantó, dos hermanas muy linda, que Dios le des muchos años de vida.

  • Laura dijo:

    que relato tan maravilloso que Dios les conceda llegar juntas hasta el final y les deseo salud y felicidad.

  • Ana Isla dijo:

    Muy lindo, con lagrimas en mis ojos me recordaron mucho a mi abuela a la que quise mucho y se me fue con 90 años, muy bonito

  • Keni@ C@stillo dijo:

    Artículos como este son los que hacen que uno no pierda el piso, mire al cielo y agradezca las maravillas de la creación.A estas dos gotas de agua, la voluntad de dios nunca las llevó donde la gracia de el no les proteja.Que el universo les multiplique en abundancia el deseo de sus corazones. Bellas las dos.

    Gracias Aurelio por ver afuera la alegría que tienes dentro y por sobre todas las cosas por no perder la capacidad de asombro. Que bueno que los avileños contamos contigo.

  • Marilu dijo:

    bello articulo me encanto ....bendiciones a esas dos hermosas hermanas

  • Tatia Ferrera dijo:

    Muy emotivo el artículo. Las deseo muchas felicidades y que cumplan muchos más y lleguen a los 100 con Salud!

  • Lidia Simón Pérez dijo:

    Agradecida al periodista José Aurelio por este artículo tan bello y especial para mi, a CUBADEBATE por su publicación, se trata de mis dos madres gemelas, ambas casadas con dos hermanos, mi padre murió en el 2011 y llevaban de casados 63 años y mi tia Hilda y mi tio cumplieron 70 años de casado en este 2018, los hijos de ambos matrimonios llevamos los mismos apellidos y la misma familia por partida doble, que es un orgullo y dicha pertenecer a ella. LAS AMO CON TODO MI CORAZON

  • mara dijo:

    Bello articulo, articulo que le saca las lagrimas a cualquier persona, ellas encantadoras, seductoras, finas y elegantes, son bellas por dentro y por fuera, son unas heroinas lucharon por su vida, familia campesina que con dedicacion y mucho amor lograron salvarlas, tengan una larga vida llena de salud, rodeada de sus seres queridos, al periodista Jose muchas gracias por tan bella historia real. que dios las acompañe.

  • yaritza dijo:

    Que bella Historia, Que Dios la bendiga!

  • yaritza dijo:

    Que bella Historia, Que Dios las
    bendiga!

  • Tania Mirabal Gutierrez dijo:

    Lindo artículo Cuanto amor y dedicación de aquella familia por salvar a sus hijas. Que dios las bendiga. Preciosas de bebés y preciosas ahora.
    Felicidades, salud y larga vida a las dos.

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