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EL DOSSIER ROBERT MÉNARD: “¿CUÁNTO SE PAGA PARA ATACAR A CUBA?

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"¿Cuánto se paga para atacar a Cuba? ¿Cuánto dinero circula para calumniar a la Isla, para denigrar a sus líderes, para destruir su imagen?", preguntó Jean-Guy Allard, autor del libro El Dossier Robert Ménard: Por que Reporteros Sin Fronteras se ensaña contra Cuba, al presentarlo en su versión en español en La Feria del Libro de La Habana. Paradójicamente, Ménard, el representante en la tierra de la libertad de expresión llega a ser la antítesis de lo que predica: nadie se atreve a pronunciar la menor palabra en contra del rey de la desinformación", añadió.

El Dossier Robert Ménard, redactado en colaboración con la periodista francesa Marie-Dominique Bertuccioli es el resultado de una amplia investigación sobre la organización francesa controlada por Robert Ménard y vinculada a la CIA.

Cubadebate publica a continuación la intervención del autor en la presentación de este libro publicado por la editorial canadiense Lanctôt Éditeur - (http://www.lanctotediteur.qc.ca).

• La redacción de este libro nació con una obsesión.

La que enseña contra Cuba, el Secretario General de Reporteros sin Fronteras, Robert Ménard, desde ya unos cuantos años.

No tenía sentido para mi y para varios colegas, que una organización supuestamente dedicada a la defensa de la prensa tenga una tal obstinación a atacar, denigrar, difamar, calumniar a Cuba de manera totalmente fuera de proporción.

Al punto de consagrar de manera permanente la primera página de su sitio web a la Isla.

Nadie pretende en Cuba que la prensa sea perfecta. Aún menos cuando se considera el entorno de provocación y de agresión extranjera en el cual tiene que desarrollarse.

Pero no hace falta hacer un recorrido bien extenso del mundo para darse cuenta que los periodistas y la libertad de expresión están agredidos en muchos rincones del mundo. Empezando por algunas naciones desde donde se distribuyen las condenas y las bendiciones en esa materia.

¿Por qué pues ese fanatismo, esa exaltación de Robert Ménard cuando él o su organización - lo que es aparentemente lo mismo - se refiere a Cuba?

Las primeras pistas las dio el veterano periodista cubano Néstor Baguer, fallecido en octubre último, quien tuvo el valor de prestar sus servicios, con admirable abnegación, para desenmascarar a quien pensaba haber encontrado el truco para crearse en Cuba una cómoda tropa de informantes.

El 20 de septiembre de 1998, Ménard y un ayudante llevaron a Baguer en un recorrido por el barrio habanero del Vedado, dando vueltas durante dos horas, encerrados en un carro de lujo, para explicarle -a el que creían ser un mercenario más- cuál sería su salario y darle instrucciones.

La noche de este mismo día, el ayudante de Ménard, misteriosamente, le entregaba a Baguer una computadora laptop, en la oscuridad de un parque, donde lo había convocado.

Un guión de película de espionaje para un Ménard quien iba a enseñarnos poco a poco, su perfil de agente destacado de los servicios norteamericanos de inteligencia y, simultáneamente, de los grandes intereses financieros que controlan hoy día, en gran parte, la prensa francesa.

Este libro pretende revelar este perfil.

Cuando hicimos un recorrido de Francia y Bélgica, en septiembre último, para presentar la versión francesa de este libro, varias personas nos preguntaron, de manera bien legítima, en las asambleas donde tuvimos la oportunidad de intercambiar, cuáles pruebas teníamos de los lazos de Robert Ménard con la CIA.

Es cierto, la Agencia Central de Inteligencia no tiene el hábito de publicar la lista de sus corresponsales ni de otorgarles diplomas para colgar en la pared. Tampoco sus agentes usan tarjetas de negocios con el logo de la llamada Compañía.

Pero sí, a menudo, revelan, tarde o temprano, su identidad de agente por sus características y la orientación de sus actividades.

En esa gira, tuvimos la idea de ilustrar esto por el ejemplo humorístico siguiente:

Cuando uno anda por el campo y que ve una cosa grande, blanca, con manchas negras, con cuernos, que come hierba, que da leche y que hace MUUUUU… puede razonablemente concluir que se trata de… una… VACA.

Robert Ménard no come hierba pero… sí tiene muchas manchas.

Y este libro enumera unas cuantas.

A título de ejemplo, la más grande de todas, quizás, apareció repentinamente mientras se redactaba este libro, cuando varios cabecillas de los grupos más fanáticos de Miami - los que manejan la relación de la mafia cubanoamericana con la administración Bush - recibieron triunfalmente, el 19 de enero del 2004, a Ménard.

La estancia comenzó - ¡imagínense- con un almuerzo en el restaurante Versalles de Hialeah, el célebre templo de la extrema derecha terrorista cubano-americana.

Entre las visitas que efectuó luego Ménard se destacó la que realizó à la estación Radio Mambí, del viejo terrorista Armando Pérez-Roura.

También se encontró luego con su amiga Nancy Pérez Crespo, que maneja la red Internet Cubanet, generosamente financiada por la US Agency for International Development, que confesó, en el mismo período, al Nuevo Herald, estar detrás de la campaña contra el turismo en Cuba desarrollada por Ménard en Francia.

En una visita al Miami Herald, Ménard se entrevistó con Agustín Tamargo, autor de un célebre llamado al gobierno de Estados Unidos para que otorgara, en caso de un hipotético derrocamiento del gobierno legítimo de Cuba,"un permiso de tres días para matar" a los partidarios de la Revolución.

Otro de los momentos más notables de aquella visita de Ménard en Miami fue su encuentro con miembros de la dirección del Cuban Liberty Council (CLC), la organización conformada por extremistas anti-cubanos, varios de ellos vinculados al terrorismo, que impuso a la Casa Blanca las famosas restricciones impuestas a las familias cubanas en mayo del 2004.

Ménard tuvo también derecho a una recepción ofrecida por Silvia Iriondo, famosa por su papel en el secuestro de Elián González acompañada por Ernesto Díaz Rodríguez - ¡cuidado!- este mismo individuo es el que acaba de sustituir, recientemente, a Nazario Sargen como Jefe del grupo terrorista Alpha 66.

Tremenda gira para quien se pretende defensor de los derechos humanos.

La visita de Ménard con dirigentes de la extrema derecha y de círculos terroristas de Miami nunca fue divulgada en la prensa francesa. Ni una línea apareció en los medios de comunicaciones de París donde se ignora, hasta este día, que el ex izquierdista Robert Ménard, figura aparentemente progresista, celebrado por su defensa de los derechos humanos, baila en Miami con el diablo.

En los últimos días de enero, varios órganos de prensa reportaban cómo Ménard pedía una vez más a la Unión Europea, en una carta abierta a sus Ministros de Relaciones Exteriores, que se mantengan e incluso se refuercen las medidas de presión contra Cuba.

En su texto, después de lanzar una amonestación sobre el tema de los llamados periodistas independientes que contribuyó a inventar, Ménard siguió con varias consideraciones que no tienen que ver con la defensa de la prensa pero sí con los intereses norteamericanos, hasta terminar con instrucciones precisas acerca de las futuras actividades de los llamados "disidentes".

Llama la atención cómo, en este último caso, el dueño de RSF dio orientaciones, recalcadas de los manuales del Departamento de Estado, a los cancilleres de los 25 países de la Unión Europea como si fueran alumnos de primer grado.

Es que en su país, donde tiene un estatuto de "gurú" infalible en una prensa que reproduce con diligencia, religiosamente, cada una de sus intervenciones, Ménard es objeto de un sospechoso culto mediático.

Paradójicamente, el representante en la tierra de la libertad de expresión llega a ser la antítesis de lo que predica: nadie se atreve a pronunciar la menor palabra en contra del rey de la desinformación.

En la televisión, la radio y los periódicos, Ménard es un personaje que aparece y reaparece hasta la saturación, dando sus recomendaciones y sus órdenes con el tono profético de un dueño tranquilo de la verdad.

Uno se pregunta entonces: ¿Cómo puede ser que un solo individuo como Ménard, del cual se dice que ni tiene carisma ninguno, que es incluso francamente un antipático, que es desastrosamente autoritario con los que lo rodean, que pontifica con pesadez, haya llegado a seducir y adiestrar de una tal manera la prensa francesa e internacional.

Y ahí se descubre otra de las claves del personaje.  

Ménard está rodeado de varias de las más grandes fortunas de Francia entre las cuales unas que tienen sobre los órganos de prensa un control casi absoluto.

Lo apoyan abiertamente, entre otros, las maquinarias del editor francés François Pinault, el multimillonario rey de la FNAC -la red de difusión de productos culturales más importante del país- dueño de prestigiosas publicaciones, y de Serge Dassault, mercader de armas a nivel internacional y dueño de Le Figaro. También Ménard aceptó generosas contribuciones de Jean-Marie Messier, de Vivendi Universal, hoy sospechado de fraude, y del desaparecido Jean-Guy Lagardère, el célebre negociante de misiles.

Por otra parte, las campañas publicitarias anticubanas de Reporteros sin Fronteras son concebidas, montadas y regaladas por Publicis, el gigante francés de la publicidad mundial a través de su famosísima agencia neoyorquina Saatchi & Saatchi.

Publicis no se especializa precisamente en sostener organizaciones caritativas. En el 2002, la firma alcanzó una cifra de negocios de 24,7 mil millones de euros.

La firma tiene, entre sus clientes más importantes, la Coca-Cola, Heinz, Kellogg's, Mc Donald's, Philip Morris, General Motors, Citibank, United Airlines, Walt Disney… además del ejército estadounidense, de la Bacardí, empresa fundadora del terrorismo contra Cuba.

También Ménard reúne alrededor de él en París, una serie de sponsors miamenses que aparecen regularmente en la capital francesa con su chequera: individuos como José Valdés Fauli, el ex presidente de la Colonial Bank South Florida, un grupo cuyo capital se estima en dieciséis mil millones de dólares; Eloy Cepero, otro banquero, propietario de la Península Mortgage Bankers; Santiago Morales, un prospero fabricante de maquinaria industrial; Richard O'Connell, un millonario de Miami, que reside en París y el dirigente extremista Diego Suárez, ex financiero del terrorismo dentro de la Fundación Nacional Cubano-americana (FNCA) con Feliciano Foyo.

El 22 de octubre del 2004, en el foro Internet que le consagraba el semanario francés Le Nouvel Observateur, a Ménard se le escapó unos datos que asombran.

¡Confió, creyendo sin dudas que sus palabras no irían mucho más allá del marco de este debate entre internautas, que el presupuesto anual de Reporteros Sin Fronteras se eleva a… tres millones y medio de euros, es decir más de 4 millones de dólares!

Su oficina central de París tiene unos 25 empleados y su red se extiende, según lo que el mismo cuenta, a varias ciudades importantes del mundo, entre las cuales Nueva York, Washington y Miami.

En una entrevista ahora famosa con Salim Lamrani, el investigador francés de la Sorbonne, Ménard negó rotundamente tener relaciones con la CIA.

"Me hicieron ofertas pero las rechacé" dijo, al pretender ofenderse de tal pregunta.

El 18 de marzo del 2004, sin embargo, Ménard aparecía en los pasillos de la Unión Europea, en Bruselas, conspirando con el agente de la CIA Frank Calzón, fundador de la "sección" cubana de la Freedom House.

Este individuo identificado con la CIA, como la Torre Eiffel lo es de París, desde ya varias décadas andaba también con Silvia Iriondo, la bien remunerada estrella de varios shows anticubanos en Bruselas.

En este mismo intercambio con internautas promovido por Le Nouvel Observateur, Robert Ménard confesó, esta vez, que sí conocía a Calzón.

Pero, de manera algo absurda, negó conocer a Nancy Pérez Crespo, que visitó públicamente en Miami y quien le extendió, le orientó, le regaló generosamente su campaña contra el turismo en Cuba.

Así es Robert Ménard. Y este libro contiene un rosario de incidentes, anécdotas y datos de esa misma naturaleza.

Había que ver, el año pasado, con qué alegría el diario español ABC, que otrora celebró servilmente la gloria del franquismo, recibía la noticia de una velada anticubana organizada en París por Ménard con la participación de varias personalidades del mundo artístico, entre las cuales Catherine Deneuve.

ABC no vacilaba en calificar la reunión de "gran evento sin precedente".

Hace unas semanas, se revelaba que las autoridades judiciales francesas interrogaban a Catherine Deneuve por su participación remunerada en una presentación de prensa organizada por un multimillonario promotor involucrado en una gigantesca estafa.

Deneuve había recibido varias decenas de miles de euros para su sola presencia en esta actividad.

Según Le Nouvel Observateur, esta práctica se llama "publicidad clandestina" y se usa de manera generalizada en el mundo de la publicidad.

Lo que hizo decir a la escritora francesa Danielle Bleitrach, en un comentario publicado recientemente en Internet: ¿cuánto habrá recibido Catherine Deneuve para participar en la asamblea anticubana de Ménard en los Champs Elysees? ¿Cuánto habrán recibido la media docena de estrellas del cine y de la canción que la rodeaban?

Es también la pregunta que lanza este libro.

Unos meses después de que se anunciara públicamente de parte de Washington, en mayo, que el presupuesto de la propaganda anticubana pasaría de unos 7 a 36 millones de dólares, y al observar esta tropa bien financiada que anda con los Aznar, Moragas, Havel desde Praga hasta Roma y Madrid, hay que preguntarse…

¿Cuánto se paga para atacar a Cuba? ¿Cuánto dinero circula así, por debajo del tapete, para calumniar a la isla, para denigrar a sus líderes, para destruir su imagen?

Para tratar de desmantelar, hundir, estrangular un proyecto de sociedad cuya nobleza nadie, nunca, podrá negar.

Muchas gracias.•

 

 

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