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Isabel Allende: "Todos fuimos culpables"

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La hija de Salvador Allende, actual diputada, recuerda el gobierno de la Unidad Popular y la despedida de su padre en La Moneda

Imposible saber cuántas veces contó esta historia, cuántas noches se desveló reviviéndola. Sin embargo, cada vez que lo hace, no puede evitar que sus ojos claros se cuajen de lágrimas y la voz, a pesar suyo, le tiemble. Es como si hoy mismo estuvieran los aviones Hawker Hunter volando sobre La Moneda. Como si recién le hubiera dado el último abrazo a su padre, sin imaginar siquiera que nunca más lo volvería a ver. Isabel, la hija menor de Allende, a primera vista parece distante y algo altanera. Buena moza como su madre ("la Tencha", le dice ella), es una mujer sensible y encantadora cuando entra en confianza, pero muy fuerte para defender sus ideas. Vive en la misma casa familiar de Guardia Vieja y cultiva la memoria de su padre (el "Chicho", como lo llama). Admite que, a esta altura, la figura pública internacional de Allende ha ido borrando en su mente la imagen del papá al que adoraba. Dice que no guarda rencores, pero sí que el dolor permanece. Con emoción relata su partida al exilio:
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"Fue exactamente el 15 de septiembre de 1973. Diez de la noche. Un ambiente de mucha tensión. Partimos a México. Eramos los primeros exiliados. Yo me imaginaba que eso duraría un par de años... jamás pensé que iba a estar afuera 16 años, con una L en mi pasaporte. Tenía claro que debía irme de Chile. Mi propio padre nos lo había pedido el 11, cuando estábamos en La Moneda. Nos dijo que teníamos que salir, que debíamos dar testimonio afuera, que teníamos que contarle al mundo lo que había pasado. Nos costó mucho convencer a Tencha. Ella alegaba que no tenía por qué irse, que no había hecho nada, que no se movía de aquí. Le dijimos que no iba como exiliada sino como invitada a la embajada de México para tener protección, y que ahí lo discutiríamos. Nos encontramos mi hermana Carmen Paz, su marido y sus hijos, mi marido y mis hijos, una hermana de mi mamá. Mi otra hermana, Beatriz había sido expulsada con todo el personal de la embajada de Cuba. Salimos prácticamente con lo puesto."
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Como en un caleidoscopio, las imágenes se le van apareciendo por la mente. La más fuerte de todas, el 11 de septiembre.
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"Ese día fui a La Moneda con un maletín. Pensaba que eso duraría un par de días. Llegué en mi Fiat 600, que no tenía ni radio en esos años, hasta Valentín Letelier. De ahí seguí a pie hasta La Moneda, sin maletín ni nada. Estaba convencida de que las cosas se iban a solucionar de algún modo. Tenía grabado en la mente eso de que nuestro ejército era muy profesional, respetuoso de la Constitución y las leyes. Y, en el peor de los casos, que se trataba de la sublevación de una parte del Ejército que sería sofocada. En definitiva tuvimos que irnos porque mi padre nos rogó, nos imploró y, por último, nos ordenó `se tienen que ir´. Aceptamos porque nos dimos cuenta de que lo estábamos angustiando. Mi padre se quiso asegurar de que nos íbamos y nos acompañó hasta la puerta de Morandé 80. Para nosotros fue muy duro tener que partir... queríamos quedarnos con él..."
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-Cuando supo que su padre había muerto, ¿pensó que se había suicidado o que lo habían asesinado?
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-En ese momento, y durante muchos años, estuve convencida de que lo habían matado. Le confieso que hasta el año 90 no estuve segura. Porque hubo versiones muy confusas. Me convencí en el año 90 cuando mi padre fue exhumado. Ni a la Tencha le habían permitido verlo. Estaba en una urna sellada. Pero cuando regresé al país, tuve ocasión de conversar con los médicos de mi padre. Al doctor Gijón lo conocía poco... Admito que desconfié de él: esa versión del médico que se vuelve hasta donde estaba mi padre y justo lo ve en el momento en que se dispara y, de todos, es el único que se queda en Chile... Pero ya tuve la oportunidad de perdirle perdón por haber pensado así.
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-Habiendo tantos golpes de Estado en esos tiempos en América latina, ¿a qué atribuye la importancia que se le dio al caso chileno?
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-En el mundo europeo se le dio una tremenda importancia a esta vía que planteaba Salvador Allende. Además, estamos hablando de los años 60, con la revolución cubana, la teología de la liberación. Se vivía una atmósfera muy fuerte. Mi padre hablaba de abrir el camino al socialismo en democracia, pluralismo y libertad: ésa era su tríada. Provocó mucho impacto afuera. Una vía nueva, no explorada, el socialismo llegando al poder en elecciones libres concitó mucho interés, mucho más del que nosotros captamos desde adentro. Y, a partir de la muerte de Allende...
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-Hay quienes dicen que lo más grande de Allende fue su muerte.
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-Una muerte de una gran dignidad. El siempre decía: yo no seré jamás como esos presidentes que salen al exilio volando, que toman el primer avión y se refugian afuera. El tenía demasiada conciencia de la dignidad de su cargo. No iba a prestarse a humillaciones ni vejaciones. Y menos mal que lo hizo así. No sólo fue un gran gesto político, sino que escuchar ahora esos diálogos realmente vergonzosos en que Pinochet dice que lo suban a un avión y lo dejen caer... La muerte de Allende es un gran gesto. Esos dos factores influyeron en engrandecerlo: la vía inexplorada para llegar al socialismo y su muerte.
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-¿A quiénes señala como los principales responsables del desastre que llevó al 11 de septiembre del 73?
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-Yo creo que hay distintas responsabilidades. En primer lugar, los actores políticos. Todos nosotros. Me incluyo, aunque yo no tenía ningún cargo político. Primer responsable: el mundo político. Y hay algo que no se dice: llegamos a esa crisis política, pero se olvidan de que la CIA le mandó dinero al paro de los camioneros, a la prensa opositora. Pero, ¿qué pasó antes? Mi padre había sido amigo de Eduardo Frei Montalva (líder de la Democracia Cristiana). En el Senado había un ambiente de camaradería entre gente que pensaba muy distinto, pero eso se rompió en la campaña del 64. Una campaña de mucha polarización. Después supimos cuánto dinero ingresó en esa campaña para los medios opositores. Eso de que podían ser adversarios pero no enemigos cambió. Antes que asumiera mi padre se produjo el asesinato del general (René) Schneider. Hay un intento de asesinato a Allende. Hay actos terroristas. Se forma un clima que no se puede desconocer. Responsables de ese clima: los actores políticos, los partidos políticos, los tres tercios, bloque de izquierda, de centro y de derecha. Todos se sentían dueños de la verdad y eran excluyentes.
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-Se asegura que el 11 Allende iba a convocar a un plebiscito. ¿Sabe usted en qué consistía?
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-La noche del 10 fui a cenar a la residencia presidencial. Estaban Orlando Letelier, Augusto Olivares, Carlos Briones, y hablaban del plebiscito. Yo entiendo que su objetivo era definir de una vez el tema de las tres áreas de la economía. Y no tengo ninguna duda de que si el plebiscito hubiera resultado adverso al gobierno, habrían tenido que buscar una salida política.
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-¿Y no cree que el gran error de la Unión Popular y de su padre fue plantear el socialismo contando con sólo un tercio de la población?
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-Cierto. Quizá cambios tan profundos de la sociedad requerían una mayoría más sustantiva de la que se tuvo.
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-¿Qué responsabilidad atribuye a los partidos de la UP, especialmente al Partido Socialista?
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-El Partido Comunista fue muy leal al programa y a Allende. Fueron muy prudentes y nunca quisieron ir más allá. En el Partido Socialista, en cambio, había un núcleo muy radicalizado -no mayoritario- que metía mucha bulla y a los que los medios de comunicación le daban mucha tribuna. A eso se le suma el papel que tuvo Carlos Altamirano (líder del Partido Socialista): se convirtió en el eje entre esos dos sectores, no definió y permitió que coexistieran ambas miradas. Algunos socialistas decían que Allende era un socialdemócrata, para qué vamos a seguir en el gobierno. Los otros apoyaban el programa y el liderazgo de Allende. Pero Altamirano se mantuvo en el fiel de la balanza, sin percatarse de que eso era dañino.
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-¿Y qué responsabilidad tuvo el propio Allende?
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-Creo que fue muy respetuoso, en demasía piensan algunos, de los partidos. Era muy difícil gobernar con una coalición tan amplia. Más que una coalición, era una colección de partidos de todos los portes.
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"Buscando responsabilidades -añade-, no se puede dejar de lado a la derecha. La derecha chilena tuvo una responsabilidad muy grande en el golpe. Lo peor es cuando la gente es capaz de desahuciar la democracia. Aquí hay responsables, distingamos: todos los actores políticos somos responsables de lo ocurrido, todos fuimos excluyentes, de acuerdo, pero la derecha tiene la responsabilidad principal, número uno. Instigaron, planearon, diseñaron el golpe. Lo ejecutaron los militares, pero ellos fueron los que los llamaron. Fueron los grandes gestores de la política represiva después, una vez instaurada la dictadura."
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-La derecha dice que se movió para evitar que se cayera en una dictadura a la cubana.
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-Digamos las cosas como son. Aquí se inventó un Libro Blanco, se inventaron 30 mil guerrilleros.
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-Se encontraron y exhibieron muchas armas...
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-Aquí se ha montado una fantasía. Estaban salvando al país... ¿De qué estaban salvando al país? El país funcionaba, con Parlamento elegido, partidos, oposición, prensa de todos lados. El asunto es que tenían sus intereses económicos.
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-¿No fue por defender la libertad...?
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-¡Dígame una sola persona que estuviera presa por haber expresado democráticamente sus ideas! Un solo ejemplo. Se persiguió con la ley a gente que transgredió la ley. Hubo voladuras de torres, atentados terroristas, sabotaje a la producción, mercado negro, acaparamiento. Digamos la verdad de una vez: está la intervención norteamericana al más alto nivel: "aquí tenemos que reventar a Salvador Allende. ¡No podemos permitir que este ejemplo cunda!". Y la derecha chilena, que defendía sus intereses. Naturalmente se fue formando una polarización, y nosotros perdimos el control. Se sumaron otros sectores más extremistas y se llegó a una sociedad terriblemente polarizada. Y no fuimos capaces de entrar al diálogo para buscar una salida política.
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-¿No cree que Chile se habría convertido en una nueva Cuba?
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-No. Nunca.

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