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Guantánamo: su cierre, promesa incumplida de Barack Obama

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guantanamoProtestas contra el campo de concentración más infame del mundo se realizaron en Washington, Los Ángeles y otras ciudades, y por algunos de sus 171 reos, para marcar el décimo aniversario de la existencia del centro de detención de "terroristas" en Guantánamo, que casi sin excepción ha sido denunciado por las principales organizaciones de derechos humanos y cuyo cierre es promesa incumplida del presidente Barack Obama.

El 11 de enero de 2002 el gobierno de George W. Bush llevó 20 detenidos a su base militar en Guantánamo, Cuba, que se convirtió en un campo de concentración fuera del alcance de las leyes nacionales e internacionales para encarcelar, interrogar y, según organismos de derechos humanos, torturar a personas acusadas de ser "combatientes enemigos" en la "guerra" mundial contra el "terrorismo". Los 20 serían los primeros de casi 800 que han pasado por ahí en el transcurso de la última década; 171 siguen prisioneros.

"Guantánamo ha infectado todo lo que ha tocado. Marcamos este aniversario abismal sabiendo, con pesar en el corazón, que no obstante la promesa electoral del presidente Obama de cerrar la instalación, iniciará su décimo año de operaciones más enraizado que nunca en la vida estadunidense", declaró Tom Parker, director de políticas antiterroristas y derechos humanos de Amnistía Internacional en Estados Unidos.

Su organización, al lado de decenas de grupos defensores de derechos humanos y civiles, como Witness to Torture y Veteranos por la Paz, realizaron actos de protesta en Estados Unidos, incluida una manifestación frente a la Casa Blanca y una marcha de 171 activistas vestidos de traje anaranjado y capucha, representando a los detenidos en Guantánamo; actos parecidos fueron realizados en Los Ángeles y otras ciudades del país.

En Guantánamo, reos iniciaron tres días de protestas desde el martes para marcar el aniversario, que incluyen huelgas de hambre y desobediencia, reportaron algunos de sus abogados defensores desde la isla.

A pesar de que Obama, en uno de sus primeros actos como presidente, emitió una orden ejecutiva para cerrar el campo en un plazo de un año, el centro de detención permanece abierto y su gobierno recientemente consagró en ley la política de detención indefinida de sospechosos sin cargos o proceso judicial.

De los casi 800 detenidos que han pasado por Guantánamo, 171, de 23 países, permanecen ahí. Unos 600 fueron liberados durante la última década. Por lo menos 22 de los detenidos tenían menos de 18 años cuando fueron capturados. Del total que han pasado por ahí, ocho han muerto en Guantánamo. Sólo siete han sido acusados formalmente de cometer un delito (dos han sido liberados). Sólo uno fue liberado de Guantánamo en 2011 y trasladado a su país contra su voluntad; dos salieron en ataúd. De los que permanecen, 89 tienen aprobada su liberación pero no se sabe para cuándo. Otros 46 han sido "aprobados" para detención indefinida y 36 han sido referidos a procesos judiciales militares.

El Centro para Derechos Constitucionales (CCR), que desde el inicio ha enfrentado los fundamentos legales de Guantánamo y ayudado en la representación jurídica de algunos detenidos, y otras organizaciones de derechos humanos, reiteraron su demanda de clausura del centro de detención y de "transparencia" y rendimiento de cuentas por los abusos cometidos ahí y en otros como el de Bagram, incluidas las cárceles clandestinas. "Rechazamos la mantención de las políticas de detención e interrogación ilegales y abusivas de la era Bush en el gobierno de Obama".

Agregan que "Guantánamo permanece como el caso vergonzoso de la redada del gobierno estadunidense de casi 800 hombres y jóvenes, clasificarlos indiscriminadamente como 'lo peor de lo peor' y tirarlos en una prisión en una isla, diseñada para existir más allá del alcance de la ley, donde no tenían derecho a impugnar su detención o abuso. La vasta mayoría de los prisioneros en Guantánamo nunca debieron ser detenidos, para empezar".

Otra campaña, llamada Cierren Guantánamo Ahora, está respaldada por decenas de abogados, ex oficiales militares, jueces y periodistas, entre ellos el coronel retirado Lawrence Wilkerson, quien fue jefe de equipo del ex secretario de Estado Colin Powell; el coronel retirado Morris Davis, ex jefe de fiscales de los tribunales militares en Guantánamo, y el prestigiado abogado de Washington Tom Wilner. Afirman que "Guantánamo daña a nuestro país cada día que permanece abierto y continúa sirviendo como potente símbolo para el reclutamiento de terroristas". Agregan que su existencia "mina el compromiso básico con el estado de derecho, haciendo menos seguro ese principio fundamental para todo estadunidense".

El gobierno de Obama reiteró esta semana que aún está comprometido con clausurar la prisión en Guantánamo y recordó que legisladores promovieron una serie de medidas que han frenado el proceso para lograr ese objetivo.

Pero el abogado J. Wells Dixon, de CCR, con clientes en Guantánamo, como otros críticos, afirmó que Obama "ha demostrado poco liderazgo o valentía, y efectivamente ha claudicado en sus planes de cerrar Guantánamo frente a sus opositores políticos.... Guantánamo simplemente se ha convertido en parte del panorama estadunidense. Nosotros, como nación, como pueblo, hemos normalizado y aceptado la existencia de una prisión que Amnistía Internacional una vez llamó 'el Gulag de nuestro tiempo'".

(Tomado de La Jornada)

Se han publicado 2 comentarios



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  • Amauris Domínguez Meriño dijo:

    Notas de un sobreviviente de Guantánamo (*)

    Murat Kurnaz
    Tomado de Granma Internacional.
    http://www.granma.cubaweb.cu/

    Partí de la Bahía de Guantánamo de manera muy similar a como había llegado casi cinco años antes, aherrojado de las manos a la cintura, de la cintura a los tobillos y de los tobillos a un perno en el piso del avión. Mis oídos y mis ojos estaban cubiertos, mi cabeza encapuchada, y aunque era el único detenido en ese vuelo, me drogaron y me vigilaron por lo menos 10 soldados. Esta vez, sin embargo, mi buzo era de mezclilla azul en lugar del naranja de Guantánamo. Más tarde me dijeron que mi vuelo militar en un C-17 de Guantánamo a la Base Aérea Ramstein de mi patria, Alemania, costó más de un millón de dólares.

    Cuando aterrizamos, los oficiales estadounidenses me desencadenaron antes de entregarme a una delegación de funcionarios alemanes. El oficial estadounidense ofreció volver a esposar mis muñecas con un nuevo par de esposas de plástico. Pero el oficial alemán a cargo lo rechazó enérgicamente: "No ha cometido ningún crimen, es un hombre libre".

    No fui un buen estudiante de secundaria en Bremen, pero recuerdo que aprendí que después de la Segunda Guerra Mundial los estadounidenses insistieron en que se realizara un juicio a los criminales de guerra en Nuremberg, y que el evento ayudó a convertir a Alemania en un país democrático. Extraño, pensé, mientras estaba en el asfalto y observaba cómo los alemanes daban una lección básica a los estadounidenses sobre la ley de la guerra.

    ¿Cómo llegué a ese punto? Este miércoles es el décimo aniversario de la apertura del campo de detención en la base naval estadounidense en la Bahía de Guantánamo, Cuba. No soy terrorista. Nunca he sido miembro de al Qaeda ni lo he apoyado. Ni siquiera comprendo sus ideas. Soy hijo de inmigrantes turcos que llegaron a Alemania en busca de trabajo. Mi padre ha trabajado durante años en una fábrica de Mercedes. En el 2001, cuando tenía 18 años, me casé con una devota mujer turca y quise saber más sobre el Islam para tener una vida mejor. No tenía mucho dinero. Algunos de los ancianos en mi ciudad sugirieron que viajara a Paquistán para aprender a estudiar el Corán con un grupo religioso en ese país.

    Hice mis planes justo antes del 11-S. Tenía 19 años, era ingenuo y no pensaba que la guerra de Afganistán tendría algo que ver con Paquistán o con mi viaje. De modo que seguí adelante.

    Estaba en Paquistán, en un autobús público, de camino al aeropuerto para volver a Alemania, cuando la policía detuvo el vehículo en el que iba. Yo era el único no paquistaní en el autobús —hay gente que bromea sobre que mi cabello rojizo hace que parezca irlandés—, de modo que los policías me pidieron que me bajara a fin de controlar mis papeles y para que respondiera algunas preguntas. Periodistas alemanes me contaron que lo mismo les había pasado a ellos. Yo no era periodista, sino turista, expliqué. La policía me detuvo, pero prometió que pronto me dejaría ir al aeropuerto. Después de algunos días, los paquistaníes me entregaron a funcionarios estadounidenses. En ese momento me sentí aliviado por estar en manos estadounidenses; los estadounidenses, pensé, me darían un trato justo.

    Más adelante supe que EE.UU. pagó una recompensa de 3 000 dólares por mi persona. No lo sabía entonces, pero al parecer EE.UU. distribuyó miles de volantes por todo Afganistán, prometiendo que la gente que entregara a presuntos talibanes o miembros de Al Qaeda, recibiría, según el texto de un volante, "suficiente dinero para ocuparse de su familia, de su aldea, de su tribu por el resto de sus vidas". Como resultado, mucha gente terminó recluida en Guantánamo.

    Me llevaron a Kandahar, en Afganistán, donde los interrogadores estadounidenses me hicieron las mismas preguntas durante varias semanas: ¿Dónde está bin Laden? ¿Estuviste con Al Qaeda? No, les dije, no estuve con Al Qaeda. No, no tengo la menor idea de dónde se encuentra bin Laden. Rogué a los interrogadores que por favor llamaran a Alemania para averiguar quién era yo. Durante sus interrogatorios, hundieron mi cabeza bajo agua y me golpearon en el estómago; no lo llamaban waterboarding, pero viene a ser lo mismo. Yo estaba seguro de que me ahogaría.

    En una ocasión me encadenaron al techo de un edificio y estuve colgado por las manos durante días. Un doctor revisaba a veces si estaba bien; luego me colgaban de nuevo. El dolor era inaguantable.

    Después de dos meses en Kandahar, me transfirieron a Guantánamo. Hubo más golpizas, interminable confinamiento solitario, temperaturas gélidas y extremo calor, días de insomnio forzoso. Los interrogatorios continuaban siempre con las mismas preguntas. Les conté mi historia una y otra vez, mi nombre, mi familia, por qué estaba en Paquistán. Nada de lo que les dije los satisfacía. Me di cuenta de que mis interrogadores no estaban interesados en la verdad.

    A pesar de todo esto, busqué maneras de sentirme humano. Siempre me han gustado los animales. Comencé a ocultar un trozo de pan de mis comidas y a alimentar a las iguanas que llegaban a la cerca. Cuando los funcionarios lo descubrieron, me castigaron con 30 días de aislamiento y oscuridad.

    Seguí confuso sobre problemas básicos: ¿por qué estaba allí? Con todo su dinero e inteligencia, EE.UU. no podía creer honestamente que yo era de Al Qaeda, ¿verdad?

    Después de dos años y medio en Guantánamo, en el 2004, me llevaron ante lo que los funcionarios llamaban Tribunal de Estudio del Estatus de Combatiente, en el cual un oficial militar dijo que yo era un "combatiente enemigo" porque un amigo alemán había realizado un atentado suicida en el 2003, cuando yo ya estaba en Guantánamo. Yo no podía creer que mi amigo hubiera hecho algo tan demencial pero, si lo había hecho, yo no tuve nada que ver con el asunto.

    Un par de semanas después me dijeron que tenía la visita de un abogado. Me llevaron a una celda especial y entró un profesor de derecho estadounidense, Baher Azmy. Primero no creí que fuera un verdadero abogado; los interrogadores nos mentían a menudo y trataban de engañarnos. Pero el señor Azmy tenía una nota escrita en turco que había recibido de mi madre, lo que me llevó a confiar en él. (Mi madre encontró un abogado en mi ciudad natal en Alemania, quien averiguó que los abogados del Centro por los Derechos Constitucionales representaban a detenidos en Guantánamo; el centro asignó mi caso al señor Azmy). Creía en mi inocencia y descubrió rápidamente que mi amigo "atacante suicida" estaba, de hecho, sano y salvo en Alemania.

    El señor Azmy, mi madre y mi abogado alemán ayudaron a presionar al gobierno de Alemania para que lograra mi liberación. Recientemente, el señor Azmy hizo pública una serie de documentos de inteligencia estadounidenses y alemanes del 2002 al 2004 que mostraban que ambos países sospechaban que yo era inocente. Uno de los documentos decía que los guardias militares estadounidenses pensaban que yo era peligroso porque oraba durante la ejecución del himno nacional de EE.UU.

    Ahora, cinco años después de mi liberación, trato de olvidar mis terribles recuerdos. He vuelto a casa y tenemos una hermosa hija. A pesar de todo, me cuesta no pensar en mis días en Guantánamo y preguntarme cómo es posible que un gobierno democrático pueda detener a gente en condiciones intolerables y sin un juicio justo. (Tomado de Rebelión)

    SIN COMENTARIOS......

  • Lory dijo:

    Amauuris gracias por adornar este articulo con esa cruel realidad que pasó este hombre y la rerspuesta de su interrogante Ingenua es evidente.
    Esos HP no son nada Democraticos y son los que se creen Juces del Mundo,pero la gran relidad es que son los mayores VIOLADORES DE TODO TIPO DE DERECHO y entonces se escudan en falsos conceptos de Libertades,simplemente porque tienen las Elecciones mas despanpanantes del Mundo y con dos partidos Politicos.

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