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40 años de “El primer gol del pueblo chileno”: El otro aniversario de Matta (+ Fotos)

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Por Juan Carlos Ramírez F.

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En la comuna de La Granja el sol golpea brutalmente. Los transeúntes se pelean por la sombra de los paraderos, los vendedores de helados transpiran y ni una nube en el cielo.

Algo que, seguro, también pasaba hace cuarenta años, cuando la piscina municipal era la única alternativa para capear el calor. Y eso lo sabía Roberto Matta, quien en 1971 aprobó ese lugar y viajó desde Europa para -protegido con una chupalla- pintar junto a obreros y jóvenes de la comuna un mural de veinticinco metros de largo y cuatro de alto, dedicado a sus habitantes. Lo bautizó como "El primer gol del pueblo chileno".

El 28 de noviembre se cumplen cuarenta años de su inauguración, que marca el inicio de una accidentada existencia: entre el 11 de septiembre de 1973 hasta su recuperación el 2005 pasaron catorce capas de pinturas. Nadie, incluso los especialistas, creía que podría recuperarse la obra. Estremece ver las fotografías cuando los restauradores fueron quitando los pedacitos.

"Sus hijos no les creen que trabajaron con Matta"

Alejandro "Mono" González aun no puede creer haber participado de la experiencia. Este viernes al mediodía, en el Centro Cultural La Moneda dará una charla al respecto.

"Nunca se ha aclarado que las personas que pintaron el mural eran obreros y trabajadores de la misma comuna de La Granja. Algunos siguen vivos y el problema es que sus hijos no les creen que trabajaron con Matta", cuenta.

Invitado por Allende, la idea del artista era graficar el triunfo de los más humildes. Matta lo simbolizó en un muro con forma de arco donde se desarrollaba un partido de fútbol entre hombrecitos-jugadores que disputan el balón, donde los representantes del pueblo terminan inflando la red contraria. En medio de esta fiesta de colores, aparecen mensajes como "hay que crear para creer", "corre que te pillo", "en vez de darse la mano, darse una mano" y "ven y seremos" (paráfrasis del "venceremos" de la UP). Se demoró ocho meses: entre marzo y noviembre del 71.

Si se contempla con atención podemos ver cómo Matta comienza con estos hombrecitos peleados y termina con la única alternativa posible: el amor al prójimo. Abajo, originalmente se leía: "Si tú te dispones a amar la vida, eres un hombre libre".

Un deseo que, como el pintor comprobó, era bastante complicado. Mientras se alojaba en el lujoso hotel Crillón del centro, invitó a los obreros a comer. El reconoció en una entrevista que aprovechó su fama mundial para que no les objetaran la entrada. Sin embargo, a los mozos no les importó demasiado.

"Eran siúticos, estaban como ofendidos de tener que servir a rotos y se «acaballeraban» si servían a caballeros... Estaban todos con las bocas fruncidas. Lo más divertido era que como llegábamos tarde, toda la gente empezaba a irse. Quizá era también porque ellos llegaban. En fin, ellos se paraban y se comían todo lo que quedaba en las otras mesas... Era una chacota, no una cuestión didáctica", recordaba Matta a fines de los setenta.

"El decía que una de las cosas que faltaban en Chile era el humor"

Las grabaciones y fotografías de la época lo muestran feliz, dando instrucciones a los pintores de las Brigadas Ramona Parra, conversando con quien quiera escucharle en pleno paradero 25 de Santa Rosa.

De hecho, Matta nunca dejó de comunicarse con la gente de la comuna. La hija de "Mono" González hará su tesis en la Escuela de Arte de la Universidad de Chile a partir de las cartas que le envió a su padre, en las que el pintor lo trataba de "Maestro José" y él, de "Maestro Pedro", para eludir cualquier control. Sin embargo, siempre mandaba un dibujito con su firma original.

"El decía que una de las cosas que faltaban en Chile era el humor", recuerda González. Y su mural rebosaba alegría e ironía, con la pichanga entre el "pueblo" y los "pitucos", donde todos parecían estar pasándola bien.

Algo que el gobierno militar no apreció y ordenó a los obreros municipales tapar la obra con sucesivas capas de cal. Detalle que, sorpresivamente, ayudó a su conservación. Algunos sostienen, incluso, que fue hecho a propósito para salvar la obra.

El mito urbano de la obra perdida de Matta siempre estuvo en la comuna. Hasta que a fines de 2003 un grupo de estudiantes de la Universidad de Chile le propuso al alcalde Claudio Arriagada repintar el mural.

Sin embargo, se propuso intentar restaurarlo. Una tarea complicadísima para la que se creó la corporación cultural de la comuna y en pleno acto inaugural, en junio de 2005, el restaurador Francisco González dejó a todos temblando cuando dijo que quizá no se podría recuperar la obra. Nada que temer: el 21 de agosto de ese año se pudo "abrir la primera ventana" que demostró que debajo de esas 14 capas de pintura estaba viviendo Matta. Tras varios problemas y suspensiones, la obra se terminó de recuperar el 18 de abril de 2007. Y sin moverse del sitio original: Santa Rosa 9014.

"Hay un reflejo de dos momentos de la historia: del odio al entendimiento"

"El muro responde a un momento de la historia de Chile. También materializa un conjunto de visiones e ideas del artista: desde el «a vencer» al «ven y seremos» (dos frases que están en el mural) hay un reflejo de dos momentos de la historia: del odio al entendimiento. Algo muy interesante que hace Matta. Y finalmente, construir un espacio cultural más allá del propio muro y de acceso a la gente más sencilla", explica el alcalde Arriagada.

Para Germana Matta, quien ha sido retratada acompañando a su marido en este trabajo, el recuerdo de esta experiencia "se quedó viviendo con nosotros". Lo que demuestra que haber hecho arte con los pobladores marcó profundamente a la familia.

Para "Mono" González, el mural es una pieza capital de la obra de Matta. Y su restauración y el centro cultural que se construyó alrededor de éste funcionan como si fuera una nueva obra del artista.

"El usa el lenguaje del cómic"

Pero, además, destaca lo increíblemente adelantado de este trabajo.

"Si te fijas, él usa el lenguaje del cómic. El mismo con que se comunican los jóvenes ahora. Pero también hay una conexión con el grafiti. En San Francisco, conocen la obra de Matta, lo que demuestra lo universal que es".

A 40 años del mural y más allá de lo estremecedor que es contemplarlo, el flamante Espacio Matta y las nuevas generaciones que van haciendo arte amparados en la leyenda son, posiblemente, el mejor homenaje que el maestro podría recibir a cien años de su nacimiento. Era su proyecto artístico más preciado: sacar el arte de los museos y llevarlo -de una buena vez- a las calles.

(Tomado de La Segunda)

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Se han publicado 2 comentarios



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  • Luis Carreras dijo:

    Muchos participaron en ese mural, incluso un compañero de la Universidad Católica, que fue el seguidor mas fiel a su pintura, obviamente su pintura es superior a muchos de los que pintaron ese mural.

    http://cesarolhagaray.blogspot.com/

  • Ligia Archila Serrano dijo:

    Estos murales muestran la capacidad que tienen los niños de expresarse tanto en sentimientos como en la concepciòn de su propia realidad social en la que viven.

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