Cubadebate

El nuevo año parece signado por la misma retórica de guerra impuesta por Estados Unidos y la OTAN en un mundo cada vez más necesitado de paz.

Así se constata en las expresiones del mandatario norteamericano Barack Obama, cuando apenas se inició el 2013 y ya vertía amenazas, nuevas y más belicistas, contra países como Siria e Irán.

En el caso sirio la comunidad internacional contempla con estupor como se destruye a un país, su cultura, su patrimonio, su vida. Y todo porque Occidente se ha propuesto desterrar del poder a un presidente legítimamente elegido por ese pueblo árabe.

La última de las acciones ha sido la aprobación por el gobierno de Washington de brindar apoyo financiero a los grupos armados que se encuentran como verdaderos terroristas en territorio sirio.

Pasó lo mismo antes con Iraq—ahora destruido, con más de un millón de civiles muertos por los ataques de Estados Unidos, con su economía arruinada, y lo peor, con un nivel de violencia interna superior—.

O en Libia, también devastada, con miles de muertos y mutilados, y con una inestabilidad mayor, divisiones internas y hasta la presencia de la red terrorista Al Qaeda llevada allí por los agresores de la OTAN.

Ese es el espejo donde el mundo debe observar esta realidad que Occidente pretende imponer para todos los países.

Parece que Washington no quiere aceptar que un planeta con hambre y con guerras es sencillamente ingobernable.

Y en cuanto a la República Islámica de Irán, también el empecinamiento sale de la Casa Blanca, el Pentágono y sus seguidores europeos, que sin prueba alguna quieren obligar a Teherán a renunciar a su derecho al desarrollo nuclear con fines pacíficos.

La guerra contra Irán puede estallar en cualquier momento, pero hasta este minuto, ningún informe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, ni de alguna otra entidad al servicio de Occidente, ha descalificado al desarrollo nuclear iraní ni han podido dar pruebas del supuesto interés militar del mismo.

En la preparación del terreno para la batalla final, la aplicación de férreas sanciones ha sido la bandera a la que se han aferrado para debilitar la economía de la nación persa, sin importar para nada que sea la población civil la más afectada.

Un informe dado a conocer en la capital iraní refiere que las exportaciones del crudo y los ingresos petroleros cayeron un 40% y un 45%, respectivamente, desde marzo de 2012 debido a las sanciones internacionales.

El pulseo una vez más pone a prueba el poder de resistencia del país persa, y mientras desde Washington, Israel y varias capitales europeas, se estimula la salida bélica al inventado conflicto, las autoridades iraníes fortalecen su defensa, realizan ejercicios militares en el Golfo de Ormúz e insisten en que buscan únicamente con el desarrollo nuclear satisfacer la creciente demanda de energía eléctrica.

Ya Obama el pasado año suscribió una ley aprobada por el Congreso, la cual estipula sancionar a las compañías y personas que cooperan con las autoridades de Irán en la extracción del uranio, venden, alquilan o conceden buques cisterna para transportar petróleo, o aseguran la compañía National Iranian Tanker.

También se extienden castigos a cuantos cooperan con las empresas iraníes de los sectores de combustible, petroquímica o gas, o ayudan a la industria de hidrocarburos a adquirir artículos, servicios, tecnologías o elementos de infraestructura.

La Unión Europea, por su parte, como fiel seguidora a los mandatos de la Casa Blanca, también aplica un paquete de sanciones en el que se añaden bloqueos a 34 bancos y empresas de ese país.

De igual forma la UE autoriza a embargar las importaciones del gas iraní a sus estados miembros, ya de por sí insignificantes, y bloquear las exportaciones de grafito y aluminio a Teherán.

Antes la Unión Europea había decidido el embargo total sobre la importación del crudo iraní.

Vale recordar que en junio del año 2010 el Consejo de Seguridad, a instancias de Estados Unidos, aprobó la Resolución 1929 contra Irán, decisión que puso en peligro en tiempo real hasta el futuro de los habitantes del planeta.

Aquel ultimátum daba 90 días a la nación persa para que concretara la “suspensión completa y sostenida de todas las actividades de desarrollo nuclear”.

Dicho lo más claro posible: dejarían de aplicarse las sanciones contra Irán, cuando se pongan de rodillas y renuncien a todo su programa de desarrollo y además, se desarmen.

Una de las medidas más peligrosas de las adoptadas por el Consejo de Seguridad en la Resolución 1929 es la que exhorta a todos los Estados a inspeccionar en su territorio, incluidos los puertos o aeropuertos, toda carga procedente de Irán o con dirección a Irán y confiscar y liquidar los artículos descubiertos en las inspecciones realizadas.

Con estos precedentes se reinicia la batalla donde Washington y sus aliados de la OTAN enfilan sus cañones hacia la nación persa; mientras los iraníes continúan resistiendo y fortaleciendo el derecho a su soberanía y a su programa nuclear con fines pacíficos.

(Especial para Cubadebate)