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La subordinación de la Unión Europea a Estados Unidos: Intereses, coincidencias y contradicciones

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La Unión Europea se supedita a la política norteamericana contra Cuba

La alineación de la Unión Europea a la política norteamericana contra la Revolución Cubana, ha puesto nuevamente de manifiesto la supeditación de esa poderosa agrupación de naciones a Estados Unidos. Sin embargo, esa situación no es nueva, en los gobiernos europeos, juntos o separados. Viene desde finales de la Segunda Guerra Mundial y no es posible esperar que cambie en los próximos años.

Recordemos que después de la guerra, Europa quedó destrozada, con su industria destruida, al igual que Japón, mientras que Estados Unidos emergió como la potencia industrial más grande de la historia, sin haber recibido daño alguno en su territorio. Era, también, la única potencia nuclear. La Unión Soviética, junto al entonces emergente campo socialista, estaba en condiciones iguales o peores que el resto de Europa. La URSS perdió el 70% de su industria y alrededor de 50 millones de habitantes en los 4 años de guerra. Para preservar el recién creado campo socialista, tuvo que ayudar a la reconstrucción de otras naciones, cuando, en realidad, ella misma estaba necesitada de cooperación.

Sin embargo, la Unión Soviética y las ideas del socialismo salieron muy fortalecidas de la contienda, algo que no convenía a los intereses norteamericanos ni a las elites de poder europeas, incluidas las de Alemania e Italia. El Plan Marshall fue la respuesta norteamericana al reto del socialismo: reconstruir la Europa capitalista lo más rápido posible y, al mismo tiempo, que los capitales estadounidenses se adueñaran de buena parte de la economía europea.

De otro lado, la "guerra fría", el supuesto peligro del avance del comunismo, de la invasión rusa, como la llamaba la propaganda, se convirtió en un fantasma -esgrimido cada vez que era necesario, tal y como ocurre con el terrorismo y Al Qaeda en nuestros días-- que impulsó la carrera armamentista y obligó a la Unión Soviética a un esfuerzo adicional a los efectos de lograr el arma nuclear (1949) y mantener una cierta capacidad defensiva que impidiera la agresión norteamericana contra su territorio. Si tienen buena memoria recordarán que la Organización del Atlántico Norte (OTAN) se formó con anterioridad al ya desaparecido Pacto de Varsovia.

La preservación del sistema Capitalista

Cabe señalar, por tanto, que entre las elites de Europa y las de Estados Unidos existe desde entonces una especie de cordón umbilical que es necesario tener en cuenta a la hora de cualquier análisis. Al margen de las diferencias de intereses, de las contradicciones, de la competencia, hay un elemento que los unió antes y los une ahora: la preservación del sistema capitalista, el mantenimiento de los privilegios para la explotación del mundo subdesarrollado, iniciada por Europa desde el siglo XV, que ha aceptado, porque ya no tiene otra opción, el liderazgo de Estados Unidos en la defensa de esos intereses.

No por gusto el Rey Balduino I de Bélgica (otras fuentes dicen que fue el príncipe Bernhard de Holanda, quien fuera miembro del partido nazi y oficial de las SS) citó a una reunión en Bilderberg, en 1954, de las personas más ricas e influyentes del planeta en aquellos tiempos. De lo que se trató en ese apartado y lujoso hotel holandés, nada se ha sabido a ciencia cierta, como tampoco se conoce hoy a ciencia cierta lo que tratan en sus reuniones bianuales. La última, celebrada en Ottawa, Canadá, entre el 8 y el 11 de junio (otra versión dice que fue en Munich, en el mes de mayo), a puertas cerradas, como siempre, sin que la prensa pueda penetrar la tupida maraña de medidas de seguridad que rodea esos encuentros de la denominada elite de la elite de poder mundial, ahora, según algunas informaciones -desde luego sin confirmar-- formada por unas 130 personas.

A todas estas, cabe preguntarse si la prensa internacional, dominada por grandes empresas, quiere realmente divulgar lo que trata y decide el Grupo de Bilderberg, pues en estos encuentros participan los dueños de importantes medios. El Grupo está compuesto por personalidades o representantes de los intereses económicos más importantes del mundo. Pertenecen a él norteamericanos, franceses, alemanes, ingleses, japoneses, italianos, etc. y, se dice, que hasta un latinoamericano. Son los hombres de mayor poder económico, los principales accionistas de las grandes transnacionales o sus representantes.

Son ellos los encargados de trazar las líneas fundamentales de la política a seguir por los gobiernos de las naciones más desarrolladas y muchas subdesarrolladas. Disponen de centros de estudios estratégicos, de comisiones de análisis e investigación, como la Comisión Trilateral, a la que pertenecen importantes figuras de la política mundial en activo y exprimeros ministros y expresidentes de diferentes naciones. Su presidente de honor es David Rockfeller, uno de los fundadores de Bilderberg.

Esta elite de elites es hoy día el resultado del surgimiento y desarrollo de las grandes transnacionales, cuyas casas matrices pueden estar en uno u otro país, pero sus intereses son globales. Hoy día, la interrelación e interdependencia de esas empresas es tan grande, el trasiego de inversiones y la especulación financiera es de tal magnitud que no les resulta difícil ponerse de acuerdo con respecto a sus objetivos, al margen de que subsista la competencia entre las de las mismas ramas del comercio o la industria y luchen entre si por dominar los mercados y las fuentes de materias primas.

En lo que sí todos los miembros de la elite de poder mundial están de acuerdo es en que sus intereses personales y los de sus empresas están por encima de cualquier otra consideración, sea de carácter nacional o humanitaria. El traslado de las fábricas hacia países del Tercer Mundo para explotar mano de obra barata, es un buen ejemplo de lo que les digo. Sacrifican a los ciudadanos de sus propios países, en aras de obtener mayores ganancias. De igual modo, la lucha por el control de los recursos naturales, especialmente los energéticos, es parte consustancial de sus preocupaciones, no importan las consecuencias.

Es, probablemente, la razón principal de toda la política encaminada a "democratizar" el Medio Oriente y mantener al planeta en una constante inquietud, por medio de las amenazas de guerras preventivas o de acciones punitivas de toda índole.

Es un hecho conocido que la pobreza ha crecido sustancialmente en las naciones desarrolladas, que la llamada clase media desaparece, al mismo tiempo que pretenden eliminar la llamada sociedad de bienestar general. El primer ministro británico, Anthony Blair lo ha declarado con toda claridad. O sea, que ya no es posible hablar de intereses nacionales, aunque todavía se esgriman, especialmente en los asuntos relacionados con la seguridad, sino de los intereses globales de los dueños de las transnacionales.

Por tanto, no es fortuito que "los malos ejemplos", es decir, la defensa de los intereses nacionales, de la independencia y la soberanía, sean vistos por esta elite como un peligro que atenta contra sus intenciones de dominación global, en los momentos en que el modelo económico aplicado (neoliberal) acusa una crisis que no tiene marcha atrás y pone en peligro la propia existencia del sistema.

Los "malos ejemplos"

Según algunas informaciones, en la última reunión del Grupo de Bilderberg se trató el tema de la decisión venezolana de poner bajo control del estado los recursos naturales, especialmente el petróleo y el gas. También se discutió sobre los pasos dados por Bolivia en el mismo sentido, y los vínculos de los gobernantes de esos dos países con el presidente cubano, Fidel Castro. Es decir, "3 malos ejemplos" que no convienen a sus aspiraciones de dominación mundial y de control de los recursos naturales.

En el caso cubano, sobra decirlo, por su posición inclaudicable ante la política injerencista y de bloqueo de Estados Unidos a lo largo de 47 años, que ha hecho fracasar todos los planes imperiales dirigidos a destruir la Revolución Cubana. Ese es, tal vez, el peor de los ejemplos posibles.

Con anterioridad, el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos había emitido un estudio en el que advierte al gobierno sobre el peligro del "nacionalismo de los recursos naturales" para la seguridad nacional norteamericana. Venezuela envía a Estados Unidos el 14% de sus necesidades diarias.

Periódicos muy vinculados a los grandes negocios, como The Wall Street Journal y The Financial Times, desde posiciones netamente neoliberales y neocoloniales, se han hecho eco del informe del Pentágono, y han argumentado el estorbo que significan esos nacionalismos para el futuro desarrollo de la producción petrolera, pues consideran que el control estatal va a limitar las inversiones y reducir la producción. Sobra decir que estos medios de prensa, al igual que otros, se hacen eco de las preocupaciones de la elite de poder mundial y de su líder: Estados Unidos.

Razón sobrada para la alineación

Y me parece que esta es, si no la razón principal, sí una de las más importantes para la alineación de la Unión Europea con Estados Unidos en su política hacia Cuba, que ahora se hace extensiva a Venezuela y, todavía en menor medida, a Bolivia. La elite de poder mundial no quiere nacionalismos. Quiere fronteras abiertas a sus capitales, acceso a los recursos naturales, principalmente los energéticos, donde quiera que estos se encuentren. También es oportuno tener en cuenta el ingreso a la Unión Europea de gobiernos como los de la República Checa, Polonia y Hungría, que responden en todo sentido a los intereses de Estados Unidos.

Por razones parecidas, la posición europea con respecto a lo que ocurre en el Medio Oriente, como la guerra en Irak, la invasión israelí a Gaza y ahora los bombardeos al Líbano es, en el mejor de los casos cobarde y ridícula. Pide "moderación" a Israel y la liberación de los soldados capturados por Hamas y Hezbollah, cuando el gobierno de Tel Aviv mantiene miles de palestinos prisioneros, entre ellos más de 300 menores de edad.

Mientras, apoya las medidas que Estados Unidos ha impuesto contra Siria y ahora las que pretende tomar contra Irán y Corea del Norte por ejercer sus legítimos derechos como naciones independientes. Recuerden que 14 gobiernos europeos están implicados de un modo o de otro en el secuestro y traslado de prisioneros por la Agencia Central de Inteligencia a prisiones secretas, donde son torturados y sometidos a todo género de vejámenes.

¿Sumisión de la Unión Europea a la política agresiva norteamericana?, ¿quién puede dudarlo?. Pero también intereses y conveniencias comunes, incluida la preservación de un liderazgo, el de Estados Unidos, que ella no puede asumir porque carece de la capacidad militar necesaria para convertirse en el gendarme internacional. Y unamos a todo eso un elemento que resulta insoslayable. Si el imperio norteamericano colapsa, como resultado de una crisis de grandes proporciones -y existen serios indicios de que puede colapsar--, todo el sistema capitalista sufriría las consecuencias como nunca antes. Y la Unión Europea perdería muchos de los privilegios de que disfruta hoy como resultado de ser parte del sistema de explotación mundial. Como siempre, los invito a que mediten.

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Eduardo Dimas

Eduardo Dimas

Periodista cubano, especializado en temas de política internacional. Falleció en La Habana en 2008.