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Terrorismo Mediático: La guerra fría post guerra fría

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En el último año de la penúltima década del siglo XX, al caer el muro de Berlín, en casi todos los diarios del mundo, en casi todas las radios y televisoras del planeta, se dijo que por fin la tensa y angustiosa Guerra Fría había terminado.

La única verdad de aquella colosal mentira fue que casi todos se la creyeron, sin sospechar que la noticia trataba, precisamente, sobre el tiro de gracia de una de las partes -la peor- en aquella conflagración mundial. Muchos de los cuerpos que saltaron gozosos en la celebración de la caída del muro, nunca llegarían a tener idea de la gran estafa de que eran objeto por parte del superpoder mundial [1]. Otros lo descubrirían después, cuando ya era demasiado tarde.

Los sobrevivientes de aquella mentira de destrucción masiva, los que ni la creímos ni la aceptamos como destino fatal, pasamos a enfrentar desde entonces una nueva versión del mismo proyecto, sólo que en una escalada más agresiva y despiadada: la del terrorismo mediático.

Desde Cuba, que resistió y enfrentó eso que podríamos llamar la Guerra Fría-Post Guerra Fría, primero en  soledad y  más recientemente junto a naciones hermanas como Venezuela y otras del Tercer Mundo, que comienzan a declararse inconformes con el injusto y desequilibrado funcionamiento de los organismos internacionales, me aventuro a definir la nueva etapa de la vieja guerra.

¿Por qué terrorismo?

No se trata de un término tomado del el uso y abuso de la palabra que soporta el mundo desde el 11 de septiembre de 2001. Es el único que cabe para definir una estrategia  que ataca a la población civil en busca de objetivos políticos.

Mentir es un crimen en cualquier caso y debería considerarse un genocidio cuando los objetos y sujetos de la mentira son grupos humanos, poblaciones enteras, la comunidad internacional misma, que estaría en condiciones de apoyar o cuando menos aceptar calladamente acciones de destrucción de otros grupos, poblaciones, comunidades, bajo el efecto de manipulaciones y tergiversaciones de la realidad. Y no es una especulación, es la cruda realidad de nuestro día a día universal.

Pocos se atreverían a negar hoy la verdad terrible y vergonzosa de que, de no mediar la complicidad de los medios masivos de comunicación de Estados Unidos con el gobierno de George W. Bush, la invasión a Irak hubiera resultado inviable, como han reconocido algunos de los medios y periodistas mas serios dentro de los propios Estados Unidos o la Gran Bretaña.

En "Weapon of mass deception", un agudo documental sobre el tema, del periodista David Schechter, que se ha estrenado esta primavera en Inglaterra, Eric Alterman, crítico de medios de comunicación de la revista Nation, reconoce que "el hecho de que los medios hayan permitido al gobierno de Bush manipular la verdad tan groseramente y sin pudor en las vísperas de la invasión, fue lo que la hizo posible".

Y, ¿por qué habría medios y periodistas dispuestos en tal grado a apoyar un proyecto genocida que en apenas dos años acumula más de 100 mil víctimas civiles [2], 1 500 soldados muertos  y otros dolorosos "daños colaterales"?

La primera sinrazón estaría en un hecho que hace ya tiempo hacen notar con alarma los más reconocidos analistas: la pertenencia de los medios de mayor alcance y proyección a grupos industriales que controlan el poder económico en connivencia con el poder político.

Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique y experto en el tema, afirma en un análisis reciente sobre la crisis de la gran prensa escrita, por ejemplo, que  "la parcialidad, la falta de objetividad, la mentira, las manipulaciones o simplemente las imposturas, no cesan de aumentar. Sabemos que no ha existido ninguna época dorada de la información, pero actualmente esas derivas han alcanzado incluso a los diarios de calidad" [3].

La precariedad del oficio periodístico, cada vez más sometido a las reglas del mercado y a la consecuente banalización, no se puede separar y nadie lo intenta ya, de la insultante concentración de medios en manos de unos pocos grupos industriales que son los mismos que ponen y quitan leyes y ponen y quitan presidentes, ya no solo y como ha ocurrido históricamente en las llamadas republicas bananeras, sino incluso en países considerados líderes de la democracia occidental [4].

El modo francamente obsceno como se comporta esta práctica desde todo punto antidemocrática, al mismo tiempo que se clama por la democracia y la libertad de expresión y prensa, tiene su expresión mas visible en los llamados "periodistas incrustados" en las tropas invasoras de Irak y la menos visible en una auténtica corruptela que practican sin rubor las autoridades norteamericanas sobre medios y organizaciones no gubernamentales financiadas generosamente por agencias federales, supuestamente concebidas para la promoción del desarrollo en otras naciones, como la USAID o la NED.

Sólo en la guerra sucia contra Cuba, se han gastado los dineros del contribuyente norteamericano en partidas millonarias tan elevadas que, según analistas del propio stablishment, superan algunas de las llamadas ayudas al desarrollo de los países latinoamericanos  en los últimos cuarenta años.

Un análisis elemental de  la canalización y destino de esos fondos permite identificar el oscuro origen de los capitales de cubano-americanos, tan mentirosamente promovidos en el mundo como prueba del "emprendimiento" de una parte de esa comunidad.

El  calificativo de "mafia" que en Cuba damos a los "líderes" de la Fundación Nacional Cubano Americana y los grupos que ellos amparan, originalmente amamantados por la CIA y hoy por toda la administración, no es gratuito ni parte de una predisposición política. Viene del conocimiento profundo de las verdades detrás del que ha llegado a ser un muy poderoso lobby en la guerra total contra Cuba,  único país en el mundo para el cual se han aprobado varias leyes en otro -nada menos que en el imperio - con el fin de derrocar a su gobierno y asesinar a sus dirigentes.

Las importantes revelaciones de Eva Gollinger en "El código Chávez", libro denuncia que es suceso editorial en Cuba y Venezuela, aunque no se haya dicho nada sobre él en los centros "exportadores de democracia", han venido a confirmar lo que hace varios años sostienen con igual escasa difusión muchos autores y analistas cubanos: el jugoso negocio que mueve  las campañas mediáticas promovidas por el gobierno norteamericano como fuerzas de avanzada y ablandamiento de la moral colectiva para garantizarse la excusa de cada  intervención, directa o indirecta en los destinos de otro país.

El terrorismo mediático tiene entre sus antecedentes directos, capítulos tan escandalosos como la siniestra Operación Peter Pan, que  separó a más de 14 000 niños cubanos de sus familias durante toda  la década del 60 del pasado siglo y entre los más recientes es el golpe de estado contra el mandatario venezolano Hugo Chávez, una real operación transnacional que tuvo como artífices fundamentales a los grupos oligárquicos dueños y señores de los principales canales de televisión, radio y prensa escrita de Venezuela.

Lo peor de todo es que  de ambos sucesos no puede hablarse todavía en pasado. La mentira sobre la supuesta pérdida de la Patria Potestad en los procesos revolucionarios -columna vertebral de la Operación Peter Pan- se está relanzando como una novedad en los medios venezolanos, mientras que la promoción de golpes y magnicidios sigue a la orden del día en  la agenda de los neoconservadores apoderados de la administración norteamericana, quienes ya no esconden sus pretensiones como sus antepasados de  otras épocas. El secuestro y deportación  de Jean Bertrand Aristide con la bendición de la gran prensa internacional  prueba, además, que los norteamericanos no están solos en ese proyecto imperial.

EL PELIGRO NO HA PASADO

En el último año, la administración de George W. Bush aprobó un paquete de medidas que ha elevado el bloqueo de más de cuatro décadas a su máxima expresión al  dirigirse abiertamente contra las posibilidades de reunificación y apoyo entre las familias cubanas radicadas a ambos lados del estrecho de la Florida.

Simultáneamente, se incrementaron los fondos destinados a comprar a terceros dispuestos a construir y desarrollar las campañas anticubanas, misión en la cual se han destacado de forma relevante organizaciones como Reporteros sin Fronteras o Human Rigth Watch y se incrementó enfáticamente el presupuesto destinado a comprar mercenarios dentro del país.

Para las fuerzas de ultraderecha, aliadas naturales de la mafia de origen cubano asentada en la Florida y mas allá, la llamada era Bush es la tercera oportunidad -antes fueron la de Reagan y la de Bush padre- que "no pueden dejar pasar" para decretar el fin de estos incómodos sobrevivientes de la  Primera Guerra Fría.

Los hechos están a la vista en el lenguaje y las acciones de la actual administración norteamericana, la más peligrosas de toda la historia contemporánea como se ve y prueba en los acontecimientos que tienen lugar cada día. No obstante, es común encontrar en el mundo e incluso de visita en Cuba, a muchas personas que honestamente creen que "el peligro ha pasado" y que el bloqueo terminó porque hay norteamericanos vendiendo alimentos a Cuba.

Se haría interminable un desmentido al respecto. Pero una aclaración es indispensable: junto a las medidas criminales de reforzamiento del bloqueo, en los últimos dos años, Cuba ha sido incluida deliberadamente en todas las listas negras que Estados Unidos elabora desde su inmoral y autoconcedido gobierno global: desde  la de "países al margen del sistema democrático", que auspician o apoyan el terrorismo, hasta la de los que violan masiva y flagrantemente los derechos humanos, pasando por las acusaciones más infames de tráfico de drogas, turismo sexual o capacidad de producción de armas biológicas y guerra informática. Mientras más colosal la mentira, más dinero se destina a amplificarla. Sobra decir que habitualmente los desmentidos cubanos son onerosamente silenciados.

Si todo esto se relaciona con el cambio de términos del discurso inaugural del segundo mandato de Bush, que pasó de la guerra contra el terrorismo a la guerra contra las "tiranías", llegaríamos a lo que los sicólogos llaman completar el  set. La lista secreta en la que también estaríamos incluidos seguramente es la de la "próxima invasión".

Y si nos quedara alguna duda, bastaría con revisar el llamado Plan de Transición hacia una Cuba Libre, más conocido entre nosotros como Plan Bush. En sus más de 400 páginas se lee claramente que para Cuba se ha decretado el mismo programa que para Irak. Y el guión se va cumpliendo rigurosamente por la parte norteamericana, especialmente en la fase de ablandamiento a puro golpe de terrorismo mediático.

En este mismo instante, caen bombas de profundidad en la opinión publica mundial, como parte de la campaña para promover una condena a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, la misma donde no se ha logrado que prospere la necesaria y urgente condena a los escandalosos abusos contra la dignidad humana que practica EU en nombre de su guerra contra el terrorismo, secuestrando, encarcelando y torturando a personas de cualquier nacionalidad, sin pruebas y sin garantías, desde Abu Grahib hasta la Base Naval que mantiene ilegalmente en territorio cubano.

Como bien han advertido mas de mil 500 prestigiosos  intelectuales del mundo entero, la de Ginebra es una maniobra mediática que busca amparar una posible agresión a Cuba. Todo el que sigue y estudia los acontecimientos que van teniendo lugar cada día, advierte que el peligro no solo no  ha pasado sino que es más peligroso, ya valga la redundancia ante la gravedad de la amenaza.

La pregunta es cómo responde Cuba. Como hace 46 años, cuando comenzó a vérselas con la Primera Guerra Fría y como hace 15 años,cuando siguió viéndoselas con esta post Guerra Fría que es el terrorismo mediático en la era de la Globalización.

La novedad es el modo en que se arma esa resistencia, lo que en Cuba definimos como Batalla de Ideas, capitulo intenso y muy hermoso de una guerra que libramos a pensamiento. Ella es exactamente lo que estamos viviendo, un arsenal de ideas que exponer, aunque quizás demasiado trascendentes para intentar apretarlas en una sola exposición.

[1] El economista cubano Osvaldo Martínez ha dicho que "el neoliberalismo es un fracaso económico, un desastre social, pero  un "éxito ideológico", refiriéndose al modo en que la ola neoliberal  ha hecho bailar a su ritmo incluso a las propias víctimas de su empuje. La desarticulación del sistema socialista mundial podría explicarse en los similares términos.

[2] Se trata de estimados no oficiales, pues para el ejército invasor y consecuentemente para el gobierno norteamericano, las  bajas iraquíes no importan, no cuentan.

[3] Ignacio Ramonet: Medios de comunicación en crisis, tomado de Le Monde Diplomatique, enero 2005.

[4] "(las) megaempresas contemporáneas, mediante mecanismos de concentración, se apoderan de los sectores mediáticos más diversos en numerosos países, en todos los continentes, y se convierten de esta manera, por su peso económico y su importancia ideológica, en los principales actores de la globalización liberal" (Ver Ignacio Ramonet y Mauro Cerbino: "Quinto poder, información, comunicación y globalización" en Chasqui 88.).

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Arleen Rodríguez Derivet

Arleen Rodríguez Derivet

Periodista cubana y conductora del programa de la televisión cubana "Mesa Redonda", que transmite una emisión especial para Telesur. Es coautora del libro "El Camaján".

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