¿Dónde están los guerreros de tinta y papel?
La pregunta se la puede estar haciendo un soldado norteamericano encerrado en una tanqueta de combate como si fuera una sardina enlatada en espera del próximo encontronazo con una mortífera bomba atravesada en una callejuela de Bagdad. Como la puede hacer también una madre, un padre, una esposa o un hijo de un recluta voluntario de la Guardia Nacional, muerto en las arenas desérticas de Irak cuya identidad no pasa de ser un número mas en la ya larga lista de bajas de las fuerzas armadas de Estados Unidos, cuyos nombres apenas aparecen escritos en los partes de guerra que a diario publica el Pentágono desde la gran capital.
En la mañana de hoy un escueto cable llegado de Bagdad reporta que un helicóptero de los Estados Unidos cayó a tierra en Irak, en la zona fronteriza con Siria y Jordania, dando por resultado la muerte de 31 soldados Marines. También en otro incidente separado cuatro soldados norteamericanos murieron a consecuencia del fuego enemigo de los insurgentes iraquíes. Son 35 los soldados americanos muertos en el día de hoy.
Pero los nombres que aparecen en los diarios del país o salen retratados en fotos y noticieros de televisión no son los de los soldados muertos de Irak. Los que aparecen en primer plano son los santurrones jinetes de la guerra, los que desde una retaguardia segura han sido los directores y únicos responsables directos de esta guerra que tantas vidas ha costado, tanto al pueblo de Irak cuyos muertos no se sabe cuantos son, como al propio pueblo de Estados Unidos que ya van por mas de 1400 los caídos en combate y nadie puede predecir cuantos más morirán antes de que el conflicto llegue a su fin.
A los soldados norteamericanos que mueren en Irak, poca atención que se les presta. De sus muertes se enteran la viuda, el padre, la madre o el hijo, cuando toca a la puerta una pareja de militares norteamericanos de completo uniforme, bien erectos y solemnes, que con apenas unas pocas palabras de condolencia, entregan un sobre sellado con la notificación de que el soldado "fulano de tal ha muerto en combate en Irak en el cumplimiento de su sagrado deber".
No hay que decir nada más. Un respetuoso saludo militar al familiar del soldado muerto, y ahí termina todo, abrazados, familiares y mensajeros de la mala nueva, envueltos ellos en un mar de llantos y copiosas lagrimas. El cadáver del soldado llegará mas tarde en un ataúd sellado, en armón militar para ser sepultado muy en silencio, furtivamente, como si se quisiera que el pueblo norteamericano no conociera la tragedia que embarga a esta nación envuelta en una guerra sin sentido ni salida, que cada día que transcurre se asemeja mas a Viet-Nam.
¿ Y los "Guerreros" de palabra hueca y tinta y papel donde están? Esos, que no van al frente de batalla pero que escriben en la prensa largos articulejos, predican la guerra por radio o gesticulan fanáticos ante las cámaras de televisión proclamando su apoyo incondicional a esta lucha cruel y cruenta, hay que preguntarles ¿ Donde están Uds. guerreros de tinta y papel? ¿ Dónde están palabras huecas que en Irak no se les ve? ¿Dónde están?
Están aquí. Están entre nosotros. Y los volveremos a escuchar de nuevo decir mañana que la guerra debe seguir hasta el fin. Porque están bien seguros en la retaguardia sin riesgos. Porque saben que ellos no son los que van a morir, porque saben que a su puerta no tocará una pareja de erectos soldados con un sobre sellado con el nombre de un hijo muerto en combate en las arenas de Irak.
Mi profundo desprecio para esos cobardes "guerreros de huecas palabras y de tinta y papel".
Habló para Réplica de Radio-Miami, Max Lesnik.
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