Imprimir
Inicio »Opinión  »

El pueblo despide a Baguer como soldado convertido en raíz

| +

(Palabras de Tubal Páez, presidente de la UPEC, en la despedida de duelo de Néstor Baguer Sánchez-Galarraga, el 26 de octubre de 2004)

Compañeras y compañeros:

"Cada soldado muerto es una raíz", nos dijo, con toda la razón de siempre, el Apóstol. Por eso, la rama de la nación, del gran árbol de la humanidad, se nutre ya con la sabia generosa y ejemplar del combatiente que hemos depositado hoy en la tierra cubana.

Néstor Baguer Sánchez-Galarraga fue un soldado de la Patria y de la palabra. Un soldado del ejército de hombres y mujeres nobles y amados, que movidos por la verdad que abrazaron, hacen arder su existencia en bien de la humanidad.

Había nacido al iniciarse la segunda década del pasado siglo, cuando la isla se debatía en las secuelas de una independencia frustrada y la imposición de un modelo neocolonial diseñado por la nueva metrópoli, que hacía pedazos los sueños de Martí de una república de todos y para el bien de todos.

El joven Néstor realizó estudios de periodismo y administración de negocios en Estados Unidos, donde conoció de cerca las injusticias de un imperio que lo marcarían para siempre. Al concluir sus estudios y haber cumplido así el compromiso con su padre, en contra de lo esperado se trasladó a Perú, donde residió durante ocho años y comprobaría entre los mineros la terrible explotación a que eran sometidos por la voracidad de las grandes empresas transnacionales.

Fue en los Andes de ese país donde se vinculó a células comunistas, actividades por las que fue acusado de fidelista por la Embajada de Cuba en Lima, en manos de diplomáticos del régimen del tirano Fulgencio Batista, contra el cual conspiraría a su regreso a La Habana en 1958.

El triunfo de la Revolución cubana resultó para él, como para millones de cubanos, la esperanza acariciada en sueños y la oportunidad de hacer justicia para siempre en esta tierra que tanta sangre y sacrificio había derramado por ella. Se vio a Baguer, entonces, trabajar entusiasmado en las tareas de la nacionalización de empresas, en la fundación de los CDR y en la formación de las organizaciones revolucionarias integradas.

Laboraba también en el Ministerio de Comercio Exterior, Cubana de Aviación, Radio Habana Cuba, Radio Cadena Habana, COCO, Radio Metropolitana y en los periódicos Trabajadores, Granma Internacional y Juventud Rebelde. Su primer artículo periodístico había visto la luz en la revista Siboney que fundó en la Instituto de La Habana a los 14 años de edad.

Escribió varios libros sobre el Español, fue autor de la leída sección En defensa del idioma, de numerosos artículos sobre este tema en distintas publicaciones, e impartió conferencias en España, Venezuela, Perú y en Cuba. Por su prestigio y autoridad en este campo fue distinguido como miembro de la Academia de la Lengua Española y Tesorero de la Academia Cubana de la Lengua.

En correspondencia con sus ideas y principios, en los primeros años de su vida laboral, entre 1969 y 1974 colaboró con los órganos de la Seguridad del Estado, contribuyendo así a desarticular mecanismos del bloqueo criminal contra Cuba, lo cual permitió que llegaran al país piezas y maquinarias imprescindibles para la economía.

Amó extraordinariamente su profesión y se le vio entre los fundadores de la Unión de Periodistas de Cuba, por eso años más tarde no dudó en retomar sus vínculos con la Seguridad del Estado para ayudar en el descubrimiento y descomposición de numerosos planes dirigidos a organizar y financiar la actividad mercenaria de los grupúsculos de la contrarrevolución en el sector periodístico.

En 1993 se integra a la llamada Asociación de Periodistas Independientes de Cuba, engendro enemigo, sobre la cual aportó una valiosa información probatoria, entre otras cosas, de la actividad de espionaje de Reporteros sin Fronteras.

Durante esa etapa participó en numerosas actividades organizadas y financiadas por la Sección de Sección de Intereses Norteamericanos en La Habana, que permitieron el aporte de valiosas informaciones sobre los planes enemigos para subvertir el orden interno de la nación, lo cual posibilitó medidas operativas y políticas que evitaron que se consumara el daño previsto por los enemigos de Cuba.

Néstor Baguer, como pocos conocía el peso específico de las palabras y su engarce respetuoso dentro las reglas del idioma. Fiel guardián del sentido semántico y moral de las palabras, en una etapa importantísima de su vida, debió asumir con entera convicción el peso de la deshonra pública como sacrificio ineludible para defender de manera secreta a su pueblo agredido, precisamente cuando, para engañar al enemigo, debió propiciar el repudio de sus amigos y el rechazo de sus compatriotas.

Como parte de la repuesta del Estado cubano al proceso de descrédito que desarrolla el imperialismo contra Cuba, en abril del pasado año, se hizo público su testimonio en el juicio celebrado a varios agentes mercenarios, en el cual Baguer, ahora como el agente Octavio, aportó pruebas sustanciales que demostraban el papel injerencista del Gobierno estadounidense y los de varios países europeos, y la actitud mercenaria y anexionista de personas que cumplían órdenes de los enemigos de su propio país.

Si la noticia desconcertó a los adversarios, en nuestro sector a la sorpresa siguió la alegría al saber que en realidad era un héroe quien solía por aquellos días ser presentado por la maquinaria mediática al servicio del imperio como un paladín de la libertad de prensa y la democracia; porque en realidad nos dolía saber que el antiguo compañero era partícipes de las comelatas y francachelas en más de una sede extranjera, conocer que traficaba con los dólares del presupuesto de la potencia enemiga, ver cómo entraba y salía constantemente de la guarida del adversario y disponía de autos diplomáticos que dejaban atrás en las calles de La habana a sus antiguos colegas en bicicleta. Nos avergonzaba, es cierto, cómo se mostraba dentro de la podredumbre moral de una oposición fabricada para destruir la obra humana y material de todos los cubanos.

Pero jamás fue tan considerado, respetado y querido como cuando se supo toda la verdad de su vida. Ya enfermo y con 82 años, recorrió el país como un héroe incansable recibiendo el cariño de millones de personas. Y en la UPEC, sus compañeros le devolvieron el carnet de miembro y, como regalo de todos los trabajadores y afiliados de la organización, se le entregó una bandera cubana a la cual fue fiel hasta la muerte.

Baguer fue el combatiente característico de la Batalla de las Ideas en la cual estamos todos inmersos, al enfrentar exitosamente, con la inteligencia y la cultura del pensamiento avanzado, a la fuerza bruta, a la mentira y a la desvergüenza. Ese fue su aporte a la hazaña popular que hacen resistir en esta Isla las ideas nobles y justas que la humanidad necesita para hacer retroceder y desaparecer las relaciones de injusticia que priman sobre la Tierra.

Sus méritos fueron reconocidos en las numerosas condecoraciones que recibió, como la Medalla Eliseo Reyes Rodríguez, de primera clase, y las distinciones Félix Elmuza y 28 de Septiembre. Pero nada podrá superar el cariño con el cual su pueblo lo premió y lo despide hoy como soldado convertido en raíz.

En nombre de su familia, de sus amigos, de sus colegas periodistas y de los combatientes del Ministerio del Interior, damos las gracias a todos los que acompañaron el cuerpo de Néstor Baguer Sánchez-Galarraga en los funerales y en el sepelio.

Haga un comentario



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

Tubal Páez

Tubal Páez

Periodista cubano. Presidente de Honor de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).