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Caras largas en la Casa Blanca

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  Orlando Oramas, periodista de Prensa Latina  

Rostros sombríos, declaraciones contradictorias, retraimientos, forman parte del actual entorno imperante en la administración del presidente George W. Bush, empeñado en reelegirse, pero con una nota de suspenso en la asignatura pendiente de Iraq.

Ya pasó un año de aquella puesta en escena en la que el mandatario estadounidense anunció al mundo que la guerra en Iraq había concluido. Disfrazado de piloto de guerra, Bush lo dijo desde la segura cubierta de un portaaviones de la Armada.

Desde entonces suman cerca de 800 las bajas estadounidenses en el país árabe y el mes de mayo augura que, lejos de "pacificar" a Iraq, las tropas de ocupación enfrentan una tenaz resistencia, pese a la manipulación de los partes del Pentágono.

No es la única angustia entre los principales cargos de la Casa Blanca, preocupados en cómo salir del atolladero, en particular ahora con el escándalo por las fotos y videos que prueban torturas y humillaciones cometidas por los soldados del Pentágono.

La incertidumbre es tal que provoca contradicciones públicas en la Administración. El secretario de Estado, Colin Powell dijo que los militares de Estados Unidos se retirarían si el futuro gobierno de Bagdad así lo requiriera.

Pero menos de 24 horas después el propio Bush lo desmintió en su mensaje radial sabatino, donde reiteró que las tropas norteamericanas estarán por largo tiempo en aquel país, garantizando la "seguridad".

"¿Qué pasó con el "Dream Team" de Bush?", se pregunta el semanario Time en su última edición, dedicada a los maltratos cometidos contra prisioneros de la prisión de Abu Ghraib, al oeste de Bagdad.

Uno de los que está en la picota pública es el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, un verdadero parlanchín ante los medios de comunicación a pesar de que, como el propio Bush, reconoce que no lee los periódicos ni ve los noticieros de televisión.

Pero ambos tendrán que leer en la próxima edición del semanario New Yorker un amplio artículo en el cual se asegura que el Secretario de Defensa aprobó en secreto los métodos de torturas luego aplicadas a los detenidos en la prisión de Abu Ghraib.

El autor, Seymour Hersh, se basa en opiniones de oficiales retirados y en activo de inteligencia y concluye que las raíces del escándalo de las fotos "no descansan en las tendencias criminales de algunos soldados, sino en una decisión aprobada por Rumsfeld.

"Atrapen a aquellos que haga falta y hagan de ellos lo que quieran", constituía la orden de misión de los militares encargados de los interrogatorios, según las fuentes citadas por el semanario.

Tal divisa fue elaborada por Stephen Cambone, subsecretario de Defensa para Inteligencia, quien de ello no dijo una palabra a la Comisión de Servicios Armados del Senado. Su propuesta recibió el aval del Secretario de Defensa y del jefe de las Fuerzas Armadas, general Richard Myers.

Bush está agobiado por el asunto, dice la prensa estadounidense, la cual afirma que el mandatario reprendió a Rumsfeld por no ponerle al tanto de lo que ocurría, de lo cual, extrañamente, se enteró por los medios de comunicación.

A pesar de la evidente censura y manipulación, el tema de la guerra en Iraq cobra nueva relevancia en la llamada gran prensa norteamericana, en particular por las continuas bajas norteamericanas, el incremento de la resistencia y el escándalo de las torturas.

Esto a pesar de que el diario The Washington Post se ha abstenido hasta ahora de publicar alrededor de un millar de comprometedoras fotos sobre los abusos cometidos por soldados norteamericanos en el país árabe, que reconoce tener en su poder.

En la actual coyuntura hay ausencias notorias. La asesora de seguridad Condolezza Rice no parece muy interesada en comparecer ante los medios de comunicación, y es de las que ahora afirma que no estaba al tanto de los acontecimientos.

Tal respuesta es muy similar a la que dio a una comisión del Congreso, por la cual fue cuestionado su papel en la prevención de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001. Los resultados de ese panel resulta un tema pendiente para Bush, aunque por estos días se mantenga silenciado.

Otro que mantiene perfil bajo es el secretario de Justicia John Ashcroft, uno de los principales protagonistas de la denominada cruzada antiterrorista, quien "también parece fatigado y desinteresado en las últimas semanas", según medios de prensa.

Tom Ridge, a cargo del Departamento de Seguidad Interna, quien aparecía una y otra vez en los diarios y televisoras a fines del pasado año, ha dejado a un lado el protagonismo y quizás considere que es mejor, dado los acontecimientos, mantenerse a la sombra.

El mal humor es una especie de epidemia por estos días en Washington. Según la revista GQ (Gentlemen Quarterly), el secretario de Estado Colin Powell está agotado y desengañado por las continuas rencillas internas en el gabinete, según su jefe de despacho, Larry Wilkerson.

Faltan seis meses para las elecciones y en Iraq, incluso, podría estar por ocurrir lo peor para el presidente Bush. Entretanto, a pesar de poses electoralistas, el clima en la Casa Blanca no podía ser más tenso, cual anticipo de una derrota bien ganada.

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Orlando Oramas León

Orlando Oramas León

Periodista cubano, subdirector del diario Granma.