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Estudio revela que los sonidos de la primavera cada vez son más silenciosos y menos variados

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Un nuevo y extenso estudio ha revelado que los sonidos de la primavera están cambiando y que los coros del amanecer en Norteamérica y Europa son cada vez más silenciosos y menos variados.

En un estudio publicado en Nature Communications, un equipo internacional de investigadores dirigido por la Universidad de East Anglia (UEA), ha desarrollado una nueva técnica que combina los datos de seguimiento de aves de la ciencia ciudadana, líderes en el mundo, con grabaciones de especies individuales en la naturaleza, para reconstruir los paisajes sonoros de más de 200.000 lugares en los últimos 25 años. El estudio se circunscribe a Europa y América del Norte.

El autor principal, el doctor Simon Butler, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UEA, explica que “los beneficios del contacto con la naturaleza están muy extendidos, desde la mejora de la salud física y el bienestar psicológico hasta el aumento de la probabilidad de participar en comportamientos favorables al medio ambiente”.

“El canto de las aves desempeña un papel importante en la definición de la calidad de las experiencias en la naturaleza, pero la disminución generalizada de las poblaciones de aves y los cambios en la distribución de las especies en respuesta al cambio climático significan que las propiedades acústicas de los paisajes sonoros naturales probablemente estén cambiando --alerta en un comunicado--. Sin embargo, no existen registros sonoros históricos de la mayoría de los lugares, por lo que necesitábamos desarrollar un nuevo enfoque para examinar esto”.

Para reconstruir los paisajes sonoros históricos, se combinaron los datos de los recuentos anuales de aves de los sitios de North American Breeding Bird Survey y Pan-European Common Bird Monitoring Scheme con las grabaciones de más de 1.000 especies de Xeno Canto, una base de datos en línea de cantos y llamadas de aves.

A continuación se cuantificaron las características acústicas de estos paisajes sonoros mediante cuatro índices diseñados para medir la distribución de la energía acústica a través de las frecuencias y el tiempo. Estos índices se basan en la complejidad del canto y la variedad de las especies que contribuyen, pero cuantifican la diversidad y la intensidad de cada paisaje sonoro en su conjunto.

Al comentar el estudio, el doctor Butler explica que encontraron una disminución generalizada de la diversidad e intensidad acústica de los paisajes sonoros naturales, impulsada por los cambios en la composición de las comunidades de aves.

“Estos resultados sugieren que la banda sonora de la primavera es cada vez más silenciosa y menos variada y que una de las vías fundamentales a través de las cuales los seres humanos se relacionan con la naturaleza está en declive crónico, con implicaciones potencialmente amplias para la salud y el bienestar humanos”, añade.

“Dado que la gente oye, más que ve, a los pájaros, es probable que la reducción de la calidad de los paisajes sonoros naturales sea el mecanismo a través del cual el público en general sienta más el impacto de la actual disminución de la población”, añade.

Los investigadores afirman que la relación entre los cambios en la estructura de las comunidades de aves y las características del paisaje sonoro resultante no es fácil de predecir.

La doctora Catriona Morrison, investigadora postdoctoral de la Facultad de Ciencias Biológicas de la UEA, realizó los análisis y destaca que, en general, descubrieron que “los lugares que han experimentado un mayor descenso en la abundancia total y/o en la riqueza de especies también muestran un mayor descenso en la diversidad e intensidad acústica”.

“Sin embargo, la estructura inicial de la comunidad y la complementariedad de las características de las llamadas y los cantos de las especies también desempeñan un papel importante a la hora de determinar cómo cambian los paisajes sonoros”, señala.

En este sentido, continúa explicando que, “por ejemplo, la pérdida de especies como la alondra o el ruiseñor, que entonan cantos ricos e intrincados, probablemente tenga un mayor impacto en la complejidad del paisaje sonoro que la pérdida de una especie de córvido o gaviota estridente. Sin embargo, esto dependerá también de cuántas se hayan producido en el lugar y de qué otras especies estén presentes.

“Desgraciadamente, estamos viviendo una crisis medioambiental global, y ahora sabemos que la disminución de la conexión entre las personas y la naturaleza puede estar contribuyendo a ello --añade Morrison--. A medida que nos volvemos colectivamente menos conscientes de nuestro entorno natural, también empezamos a notar o a preocuparnos menos por su deterioro. Estudios como el nuestro pretenden aumentar la conciencia de estas pérdidas de forma tangible y relacionable y demostrar su posible impacto en el bienestar humano”.

(Con información de Europapress)

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