Cubadebate

Todo mi apoyo para nuestro joven equipo, cuya base principal fueron campeones olímpicos de la juventud, ellos saben lo que es ganar, si se lo proponen clasifican. Mucha suerte para ellos y para nosotros los amantes del deporte nacional.

esto es de trabajadores, por favor son sordos y ciegos
No estoy sorprendido, ni desconcertado. Estaba en los cálculos, en las posibilidades, en los pronósticos de los más conocedores. Sin embargo, la confirmación del hecho y el sabor de la derrota en el Torneo Preolímpico de Voleibol (f), en Tijuana, ha sido como un cubo de agua fría, en invierno, sobre los sentimientos de la afición.

Palacios, Silié, Wilma, Santos, Giel, Castañeda, Borrell, Ana Yilian, Gyselle, el DT Juan Carlos Gala y demás lucharon con todo y pueden volver sin complejos, sin bajar la cabeza aunque la mirada sea triste. Al final, perdieron un partido, quizás el más importante del cuatrienio, pero no más que un juego en que el deporte cobra los errores de fondo, los estratégicos, los inadmisibles, esos que están al margen de la voluntad de estas muchachas.

La selección dominicana, nuestra victimaria de esta vez (25-18, 25-23, 27-29 y 25-20), ha crecido sostenidamente en los últimos diez años. Y en ese mismo período, nuestro voleibol ha cedido terreno por causas disímiles que toca analizar desde hace mucho, pero sobre todo ahora, hoy, porque aplazarlo sería hipotecar el futuro.

No importa tanto analizar qué elementos técnico-tácticos fallaron en el fatídico duelo sabatino, sino entrar en las esencias que van desfigurando la continuidad de las Morenas del Caribe y de la obra de Eugenio, Ñico y otros tantos profesores de la escuela cubana.

No caímos en Tijuana porque fallamos X saques, Y recibos, N ataques o Z bloqueos, sino porque perdimos la generación de jugadoras que debió estar allí, jóvenes de este tiempo que con ninguna, alguna o cierta razón nos abandonaron en el momento de aportar a la causa. Culparlas, tildarlas y castigarlas ha sido más fácil que entender el problema y delinear un camino digno, aunque necesariamente nuevo, para rescatar al voleibol cubano.

No hago una autopsia de lo ocurrido, ni froto una lámpara de soluciones. Confío, incluso, en que nuestras chicas tienen chance de clasificarse a Londres en el preolímpico mundial de Japón, en junio. Pero el fiasco de Tijuana no debió ocurrir jamás, no encaja en la historia de este deporte. Duele, molesta, irrita. ¿Será el preludio de la suerte que han corrido otros colectivos femeninos del país?

Hago votos por una gran noticia en el clasificatorio de Tokio, y también porque la tropa de Orlando Samuels, ahora mismo en Long Beach, California, derribe “a Goliat” y nos devuelva a una cita olímpica 12 años después de la última participación (Sídney 2000).