Crónicas para un poeta
Era por allá, por el año 2014 y sin saber que sería una de las mejores cosas que me regalaba la vida, me encuentro en la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), en un recital de poetas cubanos que nos encontrábamos en la Misión Cultura Corazón Adentro y fue allí donde lo conocí.
El pinareño Yosvany Díaz decía sus décimas como el guajiro que era: de pura cepa. Recuerdo que mientras nos llegaba el turno de volver a leer, conversábamos con la emoción a flor de piel por lo que allí vivíamos. Venezolanos y cubanos cantábamos las canciones de Silvio y Raúl Torres como si fueran un himno; y nosotros: los poetas, arrancábamos verso a verso los aplausos jamás olvidados.
Después de esos días, cada uno se fue a cumplir con su misión donde era más útil, yo a Barlovento, estado de Miranda y él se quedó en Caracas. Como yo recién llegaba a la misión, aún no tenía teléfono y nunca se nos ocurrió, que yo podía llevarme su número. A los tres meses, un grupo de colaboradores pasamos a integrar la brigada Che Guevara, para atender las zonas de extrema pobreza de la República Bolivariana. Todos sabíamos que era nuestro deber partir a esas zonas, pero no podíamos negar la tristeza por los amigos que quedaban.
El primer día de estancia en el Estado Falcón, justo en la Ciudad de Coro, conozco a otro pinareño (muy joven por cierto), era trovador e instructor de música y desde su tristeza intercambiaba en su teléfono celular décimas humorísticas improvisadas con otro poeta y las leía en voz alta para todos, diciendo: “este es el mejor poeta que yo conozco y es de allá, de mi Pinar”, en ese momento todos olvidamos la nostalgia por los que dejamos atrás y le agradecíamos a Yariel Iserne, (el joven poeta) por ese regalo que nos alegró el alma.
Rimas en satelital, de Yosvany Díaz y Yariel Iserne
Duerme tranquilo en Falcón
diviértete en tu albedrío
y si te encuentras un río
dedícale un chapuzón.
Suelta tu imaginación
y no te sientas fatal
que al fin y al cabo es igual
como la Revé… “uyuyuyyyy”
unos tragos de cucuy
y revive el manantial.
Duerme tranquilo poeta
que el tiempo de brillo lampo
me va a enseñar sobre el campo
de esta tierra su receta.
Y si el destino en su meta
mi antigua vida levanta
me oirán canta que canta
y como en Cuba yo fui
un borracho de cucuy
voy a saciar mi garganta.
Si allí la vida te ocupa
en laborioso intermedio
tenga el lío o no remedio
¿entonces? qué te preocupa.
Si buscas con una lupa
los beneficios, recuerda
en tu voz y en cada cuerda
con deseos de cantar
siempre puedes encontrar
todo lo que se te pierda.
Y si se pierde un abrazo
¿De un amigo? cómo le hago
ni en un recital yo pago
ese afecto tan escaso.
Y si mi voz en un caso
se afectará en ese enojo
tendré que por un antojo
del alma si se desgarra
seguir tocando guitarra
para cantar con un ojo.
Si el abrazo de un amigo
se pierde en la lejanía
llénalo de poesía
y así chocará conmigo.
Tú que puedes ser testigo
de este empuje que me reta
como hombre, como poeta
soy el camino y el paso
para mandarte un abrazo
del tamaño del planeta.
Yo ese abrazo lo recibo
lleno el viento de armonía
para que tu poesía
sienta mi abrazo más vivo.
Para que de estribo a estribo
tus versos sientan mi voz
para que se entere Dios
que en esta misma señal
rimas por satelital
nos han de abrazar los dos.
Un abrazo espiritual
va por la telefonía
y avanza con la energía
de una voz satelital.
transparencia de cristal
hay en este desafío
hagamos un solo río
que contenga solo orgullo
que el cuyaguateje tuyo
es también un poco mío.
En ese río al pasar
solo lo observo un segundo
y aunque me hunda profundo
no me he sabido bañar.
En ese río al nadar
a mí el temor se me expande
y aunque un amigo me mande
o me aliente con su empeño
yo soy el pez más pequeño
que es comido por el grande.
Nunca dejaré que el pez
de mí, poeta te coma
lo pongo a comer idioma
en un mar de intrepidez.
Una boya de honradez
te salva la caravana
y como mi mano sana
te ha rescatado en su empeño
de entre las redes del sueño
tú me rescatas mañana.
Yo te puedo rescatar
de un cerrojo de escotilla
de un sueño con pesadilla
y del oleaje del mar.
Puedo rescatar tu andar
tu abrazo, tu itinerario
si parara el calendario
pero a esta hora los broches
se cierran y buenas noches
que nos rescate el horario.
En ese instante nunca imaginé que fuera el mismo poeta que conocí en aquel recital y que nunca más volví a ver en aquel país. Dos años después nos encontramos nuevamente en otro evento literario, pero esta vez en nuestra tierra y nos abrazamos como los mejores amigos, me decía con unos ojos que ardían por el encuentro, que supo siempre de mí por Yariel y que sabía que nos volveríamos a encontrar; eso, queridos lectores, se lo debemos a la poesía.
Yosvany es de esos guajiros que van de guateque en guateque regalando poesía, es de esos hombres que enseña las técnicas de la décima como nadie y que hasta la fecha no había publicado un solo libro, a pesar de tener tantos premios en su haber.
Siete años más tarde de aquel recital en Caracas se da a conocer la obra de este guajiro, que tiene como bandera sus raíces y como himno su poesía. Décimas para reír y cantar, es una propuesta que de seguro agradecerán a la editorial El Abra por publicarla, como yo le agradecí a la vida, poner en mi camino a un amigo con los valores más genuinos de ser humano, pero por sobre todas las cosas, por llevar en su ser la alegría que aflora, cuando más se necesita.
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