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El paso indetenible de Chucho Valdés

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Marsalis y Chucho. Foto: R. H. Hdez, La Jiribilla

Marsalis y Chucho. Foto: R. H. Hdez, La Jiribilla

Por José Dos Santos

Desde 1964, con Jazz Nocturno, 60 álbumes aparecen en la discografía de Jesús "Chucho" Valdés como líder. Su participación en 28 adicionales no tiene en cuenta sus muy numerosas apariciones como invitado en algunas piezas de otros.

Esa historia, a mi juicio, avala sólidamente la carrera de este pianista, compositor, arreglista y conductor cubano.

Ese camino ha estado jalonado por momentos cumbre, expresados en doctorados académicos, homenajes y condecoraciones de diversas magnitudes y entornos geográficos, que a veces han pasado inadvertidos para el público no especializado.

Para la mayor parte de los aficionados a la música, el mérito mayor puede haber sido las 16 nominaciones de Chucho a los premios Grammy, y, sobre todo, a los nueve que ha alcanzado, tres de ellos en la versión latina. Para mi es, en todo caso, la cima de un imponente iceberg musical.

No pretendo negar valor a aquel álbum mítico llamado Misa Negra que en 1979 le confirió el primer galardón en territorio estadounidense, pero su autor ya llevaba tres lustros haciendo surcos y propalando desde hacía años el sabor afrocubano mediante Irakere.

Alcanzar otro en 1997, como parte de la banda Crisol, liderada por el trompetista Roy Hargrove, con el álbum Habana, no puede llevar a ignorar que, en los 18 años entre ambos, la vida artística mundial había sido enriquecida por el quehacer de Chucho y sus muchachos.

Con este siglo XXI, antecedido por el álbum Live At The Village Vanguard, del año 2000, le llegaron al pianista y autor cubano Juntos para siempre, compartido con su padre, Bebo -Grammy 2010 en sus vertientes anglosajona y latina- y, ahora, Chucho's Steps, a los que suma, en la versión latina, Canciones inéditas (2002) y New Conceptions (2004).

El reconocimiento más reciente de los poderosos Grammy lo obtiene con su cara mas latina en la corriente principal del jazz, aunque le haya dedicado temas a figuras de otras culturas como el tecladista austriaco Joe Zawinul y el saxofonista afronorteamericano John Coltrane, autor del inmenso Giant Steps, entre otras joyas únicas del jazz.

Una de las críticas accesibles por Internet expresa: "En síntesis, el CD resulta excepcional por reunir experimentación con virtuosismo y espontaneidad, donde se combinan fundamentalmente cuatro lenguajes musicales con gran efectividad: hard bop, jazz modal, free jazz y música ritual afrocubana.

"Chucho demuestra que no es una fórmula, es una forma expresiva que no solo se disfruta a plenitud, sino que sobre todo deja un mensaje y señala uno o varios caminos a seguir".

Hay que añadir a ese análisis un mérito que se escurre entre los dedos porque parece ser consustancial a la propia historia de Chucho: su papel de formador, integrador y proyector de sonidos ajenos, los de los músicos que le acompañan.

Como en su momento en Irakere, no hay ni uno sólo de sus integrantes, incluidos los fundadores, que hayan negado el magisterio de ese gigante de los teclados.

Con sus Mensajeros Afrocubanos (otro homenaje implícito a una leyenda del jazz, Art Blakey, líder de los Jazz Messengers) Chucho lleva por el camino del éxito y la creación a Carlos Manuel Miyares Hernández en el saxo tenor; Reinaldo Melián Álvarez con la trompeta; Lázaro Rivero Alarcón al contrabajo, Juan Carlos Rojas Castro tras la batería); Yaroldy Abreu Robles ante las percusiones; y el cantante Dreiser Durruthy Bambolé en tambores batá. En el álbum, su hermana Mayra Caridad destella con sus vocalizaciones.

Otra crítica al disco ahora premiado significa que "cuando la mayoría de las personas ya están retiradas, a los 69 años Chucho Valdés, uno de los pianistas y compositores más importantes que ha dado Cuba al jazz y a la música en general, se embarca en un nuevo proyecto musical que significa algo así como una tercera revolución en su trayectoria: la primera fue en 1973 con Irakere, y duró 25 años; la segunda fue en 1988 al empezar a trabajar en formato de cuarteto (piano, bajo, batería y congas), y la tercera es esta con The Afro-Cuba Messengers, que la inicio con el estupendo disco "Chucho's Steps".

Para algunos, esta es una obra maestra de la música cubana contemporánea. Para otros, como un amigo gallego que lo escuchó hace meses, es "un disco muy acelerado, como si Chucho  tuviese que batir algún record olímpico de digitación pianística"

Entre elogios y alguna crítica, me inclino por Chucho y su incombustible creación instantánea, algo aún más sorprendente cuando se sabe que él recuerda TODO lo que ha escuchado en su ya prolongada e intensa vida y, sin embargo, no se repite ni aún proponiéndoselo.

Este nuevo paso lo mantiene en un camino ascendente de reconocimiento global, lo que se ha ganado desde hace mucho tiempo. Parece que ahora no hay barreras de tipo alguno que le impida llevar la música, la cultura cubana, a las cúspides donde habitan los inmortales.

(Tomado de Prensa Latina)

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