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Los tratos con Washington dan ganancias estables a Halliburton

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Por George Anders y Susan Warren  
 The Wall Street Journal, Estados Unidos   
   
   
El trabajo de Halliburton Co. en Irak para el ejército estadounidense se ha transformado en una gran polémica. Sin embargo, los contratos militares son un negocio secundario para la compañía. Entonces, ¿qué gana Halliburton persiguiendo una línea de negocios que ya ha sido políticamente difícil y ahora vuelve a serlo?

La semana pasada se divulgó que un importante auditor del Departamento de Defensa de Estados Unidos había solicitado al Pentágono abrir una investigación formal con relación a si Halliburton había cobrado demasiado en sus envíos de combustible a Irak.

Mientras tanto, miembros del Partido Demócrata en el Congreso estadounidense solicitan una investigación sobre un presunto favoritismo en la decisión del Pentágono de conceder un importante contrato para la reconstrucción de Irak a Halliburton sin haber buscado más propuestas. Las quejas son alentadas por el hecho de que el actual vicepresidente de EE.UU., Dick Cheney, ocupó la presidencia ejecutiva de Halliburton entre 1995 y 2000.

En términos de ganancias, los contratos militares ocupan un segundo plano detrás de la principal área de negocios de Halliburton: la construcción y mantenimiento de plataformas petroleras, centros de gas natural y otros proyectos energéticos.

Pero sus encargos militares, que abarcan desde la limpieza de letrinas a un pacto valorado en US$1.200 millones para reconstruir los campos petrolíferos al sur de Irak, ayudan a Halliburton a capear los intensos ciclos de auge y caída propios del negocio energético.

Los grandes contratos militares de la compañía reembolsan todos los gastos y agregan un margen de ganancias predeterminado que puede ir del 1% al 7%. Aunque este tipo de contratos no son tan lucrativos como el trabajo con el sector privado, "no se corre riesgo de perder dinero", dice David Lesar, presidente ejecutivo de la compañía.

Además, el adquirir un conocimiento detallado de la devastada industria petrolera de Irak puede ayudar a Halliburton a obtener negocios energéticos con el sector privado en ese país. Ole Slorer, analista en Morgan Stanley, estima que más de un 90% del valor de mercado de Halliburton está asociado a su negocio de servicios energéticos, el cual contribuye con la vasta mayoría de las ganancias operativas, a pesar de generar menos ingresos que la construcción y los contratos con los militares.

Últimamente Halliburton ha precisado de toda la ayuda que pueda obtener de los contratos militares debido a las enormes responsabilidades legales por asbesto asociadas a su adquisición en 1998 de Dresser Industries Inc. Cheney jugó un papel primordial al negociar esa transacción de US$7.300 millones, aunque los funcionarios de Halliburton han dicho que no existía ninguna razón en ese entonces para esperar que el historial de Dresser produciendo productos de aislamiento cargados de asbestos producirían nuevos pleitos legales. El embrollo con el asbesto, que parece encaminarse a un acuerdo, llevó a que una filial de Halliburton solicitara la protección por bancarrota.

En medio de la confusión, la filial de servicios de energía de la compañía ha desaparecido de la vista. "Dirijo la entidad que más contribuye a las ganancias y nunca salgo en las noticias", dice John Gibson, director de la filial.

Aun con la mejora de la economía y el alza en los precios del petróleo y del gas natural, los clientes han tenido cautela a la hora de lanzar nuevas operaciones de perforación y esto ha frenado a Halliburton. Aunque las ganancias de las principales petroleras se han disparado este año, la filial de servicios de energía de Halliburton anunció un alza de sólo el 11% en su ganancia operativa, a US$617 millones, en los primeros nueve meses de 2003. Los ingresos en igual período subieron un 2%, a US$5.200 millones.

Sorprendentemente, durante el tiempo que pasó en Halliburton, Cheney no sentía un gran entusiasmo hacia los contratos militares. "El gobierno federal es siempre un cliente difícil", dijo en una entrevista realizada en 1996 con Jeffrey Rodengen, autor de una historia corporativa autorizada.

Pero a medida que Halliburton colaboraba en Haití, Somalia y otros lugares marcados por los conflictos, los planificadores militares cada vez se mostraban más inclinados a conceder tareas no combativas a los contratistas civiles.

Para Halliburton, este trabajo equivale a "la apertura de un enorme nuevo mercado", asevera P.W. Singer, analista de Brookings Institution. En la mayoría de los casos, los planificadores militares ahora asumen que si EE.UU. se embarca en una intervención considerable, los contratistas civiles como KBR Services, la filial de Halliburton, participarán para gestionar los problemas logísticos.

La mentalidad de Halliburton de trabajar de forma independiente ha encajado bien en el ejército. Como la compañía tiene negocios en Alaska, África Occidental y otras ubicaciones remotas, sus gerentes aprenden a "tomar muchas decisiones en el acto, sin llamar a un jefe para pedir ayuda..."", dice Thomas Cruikshank, presidente de la compañía entre 1983 y 1995.

 

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