La travesía y el ancla de los Pogolotti en Cuba (+ Fotos)
Por Acela Caner Román
Una tarde de marzo, hace poco más de diez años, cuando iniciaba el proyecto de una investigación histórica, geográfica y antropológica sobre el barrio Pogolotti, me detuve frente a una puerta donde el sonido de las teclas de una vieja máquina de escribir, no cesaba. Allí me esperaba Graziella Pogolotti, la nieta del constructor del primer barrio obrero edificado en Cuba y en América Latina.
Hablar con Graziella fue para mí como remontar un río cuyas fuentes se amplían en la medida que avanzas. Terminé capturada hasta perder la noción del tiempo y el contacto con todo lo que me circundaba, atrapada por su voz y su saber marcados por un profundo humanismo que coloca al hombre en el centro de su cultura.
De aquel proyecto de investigación, auspiciado por la Universidad de Altos Estudios de Torino y con el apoyo del Taller de Transformación Integral del barrio Pogolotti y el Centro para el Desarrollo Integral de la Capital, nació Dino Pogolotti, un piemontés en la Habana, un libro bilingüe en el cual muchas voces cuentan la historia de Doménico Pogolotti, el mítico piemontés que construyera calles, acueductos y casas como quien levanta sueños con piedras y cemento y de los habitantes de un barrio que se distingue en toda La Habana por su sentido de pertenencia e identidad.
Dino Pogolotti, un piemontés en la Habana, unió en el conocimiento y en el sentimiento a Cuba e Italia y acercó aún más a la gente del barrio con Graziella Pogolotti.
La travesía de esa familia italiana que soltó su ancla en Cuba ha conmovido a muchos. Inspirado en esa historia, Renzo Sicco, el director de la compañía Assamblea Teatro, escribió Raíces Profundas y Nacido para volar, dos obras teatrales que tuvieron su estreno en el barrio Pogolotti, antes de ser presentadas en el Piemonte y en toda Italia.
También, una cineasta italiana, Enrica Viola filmó Mi Pogolotti querido, que fuera proyectado en el 32 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano y estrenado en el barrio Pogolotti el 24 de febrero de 2011, fecha en que se cumplía el centenario de su fundación. Fue una noche excepcional. Un regalo para todos. Graziella Pogolotti, la nieta del constructor, junto a los descendientes de los fundadores del barrio, reunidos en una gran explanada, cien años después, abrieron los causes de la memoria colectiva con la proyección del filme en el cual todos nos sentíamos un poco protagonistas, de una obra que cuenta la historia de una familia italiana y revela el sentido de identidad de un barrio. Graziella, desde la pantalla, mostraba la vida como una aventura excepcional en que lo cotidiano se convierte en hazaña y poesía.
Comparto con los lectores un fragmento del prólogo que Graziella Pogolotti escribiera para presentar esta historia:
En toda travesía hay un puerto, un sitio donde anclar y sembrar. En esta obra, la vida de los Pogolotti transcurre entre viajes a través del Atlántico, entre dos mundos, la aldea de Giaveno y el puerto de La Habana. Al término de la aventura, Dino y Marcelo encontraron reposo en la tierra de origen. La vida de los Pogolotti transcurre también en medio de grandes transformaciones de un siglo marcado por los desafíos de la modernización y por el espíritu renovador de la modernidad, sacudido por guerras y revoluciones, por conmociones sociales y artísticas de toda índole, por la reformulación de todas las preguntas. En el afán por construir y por dejar huellas de su paso por la vida, se establecieron en Cuba, una isla del Caribe que empezaba a renacer después de treinta años de lucha por la independencia. Dino fundó un barrio obrero. Marcelo se entregó al empeño por hacer una cultura nueva, involucrado de lleno en un proyecto de emancipación humana. Todos hemos reivindicado el derecho de hacer y de soñar.
Guardo como recuerdo algunas fotos de esos momentos de encuentro de Graziella Pogolotti con el barrio y con una historia local y humana que trasciende los espacios y el tiempo. Por estos días en que Graziella está cumpliendo años, quiero compartirlos con ustedes.
(Tomado de Radio Enciclopedia)
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Hace poco tuve la oportunidad de compartir con Graziella Pogolotti en el Centro Hermanos Loynaz de Pinar del Río, con motivo del debate suscitado por un artículo sobre el deporte nacional que salió en el Juventud Rebelde. Ese día también se presentaron sus memorias “Dinosauria soy”, primer acercamiento por mi parte a la obra de su autora. Me fascinó desde el inicio; es uno de los libros que más cultura general contienen de manera condensada entre sus páginas. Me alegra mucho saber de este homenaje a la familia Pogolotti. ¡Muchos años de salud física y literaria para Graziella!
Por favor, ninguna de estas imágenes tiene nada que ver con Alejandro Prieto Blanco. Solo los cuadros de pinturas. Gracias.