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¿Por qué no han intervenido en Venezuela?

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Foto: teleSUR.

Crear condiciones, medir consensos, pasar al acto. Esa secuencia está en desarrollo y tiene problemas que son tapas de diario. La cuestión Venezuela ha ingresado en una zona de tensión donde los filos de las palabras son el terreno público de los desacuerdos que existen tras las puertas. En términos sintetizados: intervención si o no, qué tipo de acción, quiénes a la cabeza.

Las condiciones están en construcción permanente desde hace años. Funciona al igual que el ataque sobre la economía: cada más fuerza, volumen, actores. El epicentro de la matriz se ha centrado en la crisis humanitaria/éxodo/violación de derechos humanos. La multiplicación y posicionamiento diario de este imaginario se ha hecho a través de grandes medios de comunicación, presidentes y diversos funcionarios de gobiernos de derecha, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales.

Apuntan y disparan de manera coordinada palabras claves, acompañadas de imágenes, relatos. Se trata de convencer que Venezuela es una dictadura que se niega a recibir ayuda humanitaria y crea pobreza como parte de su plan de control político. Esa construcción tiene tiempo y estamos en una nueva etapa: el post 20 de mayo, fecha a partir de la cual el abanico de gobiernos articulado contra Venezuela no reconoce al presidente como legítimo.

El objetivo es generar el punto de apoyo que justifique nuevas acciones en los pasillos donde se toman decisiones y en la opinión pública. Ataques sobre la economía, de manera a presionar con un bloqueo creciente, y sobre lo internacional, como el intento, por ejemplo, de llevar a Nicolás Maduro a la Corte Penal Internacional, una acción que los cancilleres de Argentina, Perú, Chile, Colombia y Paraguay buscarán activar desde la asamblea general de Naciones Unidas. Es parte del plan, lo esperable, los velos caídos. Para algunos no es suficiente: si esto es una dictadura entonces se debe recurrir a otras vías. Allí los consensos que no alcanzan, las disputas sobre objetivos y métodos.

La frontera entre Colombia y Venezuela a la altura de Cúcuta se ha vuelto epicentro de actuaciones y anuncios. Desde ahí el secretario de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, afirmó que no se debía descartar ninguna opción contra Venezuela, incluyendo la “intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás Maduro”. Ante esa afirmación el Grupo de Lima, que agrupa los países del continente que encabezan las acciones contra Venezuela, manifestó su “rechazo ante cualquier curso de acción o declaración que implique una intervención militar o el ejercicio de la violencia, la amenaza o el uso de la fuerza en Venezuela”.

El mismo Almagro afirmó luego que sus palabras habían sido malinterpretadas, que su mensaje era “integralmente de no violencia”. Cruzó una línea que no tiene consenso. La misma tensión había ocurrido el año pasado cuando luego del anuncio de Donald Trump de no descartar una intervención militar contra Venezuela, varios presidentes del continente, como el entonces mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos, tuvieron que despegarse públicamente de esa posibilidad.

Es justamente en Colombia donde esa situación quedó expuesta. El gobierno no firmó el mencionado comunicado del Grupo de Lima, luego el embajador de Colombia ante los Estados Unidos (EEUU) afirmó que, refiriéndose a Venezuela, “todas las opciones deben ser consideradas”, y el presidente Iván Duque declaró: “Me reafirmo: esto no es un espíritu belicista”, en una continuidad de su declaración anterior, donde había dio no ser “patrocinador de intervenciones militar”. Líneas cruzadas, dichos y desmentidas, una evidencia de falta de consenso público, y, sobre todo, de acuerdo interno.

Ese escenario debe rastrearse hasta su punto decisorio: los EEUU. Es allí donde tomó luz pública las divisiones respecto a las vías a seguir contra Venezuela. El periódico New York Time (NYT) quien destapó/señaló a la administración de Trump de estar reunida con sectores golpistas, y luego, en una editorial, se posicionó en contra de una intervención armada contra Venezuela. No solamente quedó expuesta el plan intervencionista de un sector del gobierno de Trump, sino también las disputas internas, y con demócratas.

Los artículos del NYT se dieron luego de un alzamiento verbal pro-intervencionista, encarnado entre otros por el senador norteamericano Marco Rubio, y a poco de las elecciones legislativas y de gobernadores del mes de noviembre. La posición del NYT expresó la mirada del sector que sostiene que las acciones contra Venezuela -que también califican de dictadura- deben centrarse en lo económico, diplomático, en el plan de colapso.

La hipótesis de la intervención militar se debilita sin acuerdo en los EEUU ni en Colombia. Su implementación no depende de la derecha venezolana que atraviesa un momento de debilidad profunda, y que, según el mismo artículo del NYT es poco confiable -en referencia a quienes conversaban con el gobierno de Trump para lograr el asalto-. La oposición sabe que depende del frente internacional, pero no tiene acuerdo interno acerca del camino a seguir, como lo expresó J.J Rendón en una reciente entrevista, donde afirmó que la única posibilidad de derrocar al gobierno de Maduro es a través de una intervención -según él sería quirúrgica, limpia, veloz.

La realidad no sería esa, y abrir un escenario de intervención trae aparejada varias preguntas. En primer lugar, la conveniencia en la misma lógica del conflicto: un cuadro de caotización prolongado favorece a la estrategia de mediano plazo en la lógica de reconfiguración de territorios y sujetos, y a quienes se enriquecen con el contrabando de extracción, o con el negocio de la crisis humanitaria. El embajador de EEUU en Colombia, Kevin Whitaker, afirmó que el director de la Usaid -Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU, dependiente del Departamento de Estado- firmó un memorando para llegar a un total de 60 millones de dólares a Colombia para hacer frente a la inmigración venezolana. Esa es solamente una de las fuentes de financiamiento.

Almagro subrayó desde Cúcuta la necesidad de “captar recursos adicionales, nuevos, que significan un aporte financiero a este proceso, este proceso requiere muchísimos recursos”, y el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, pidió ante la ONU “un fondo humanitario de emergencia para fortalecer la capacidad presupuestal”.

Cada acción presentada como bienintencionada es dinero, como los más de tres mil dólares iniciales pagados a cada médico integrante de los Cascos Blancos enviados desde Argentina a Cúcuta, financiados por el gobierno argentino, operado a través de un seguro de salud privado -la carpa de Cascos está actualmente cerrada, según informaciones en el terreno, debido a que el gobierno colombiano no puso los insumos y el dinero para las derivaciones al hospital de primer nivel.

En segundo lugar, la pregunta es cuál sería la vía para esa acción de fuerza que buscaría un desenlace. La hipótesis más probable es que el territorio a través del cuál detonaría sería Colombia. Whitaker, ante la pregunta de si EEUU apoyaron a Colombia ante una “agresión militar venezolana” respondió que el presidente Duque y el secretario de Defensa de los EEUU, James Mattis, discutieron el tema recientemente, y que “Colombia puede contar con nosotros”. En esa línea de construcción de escenario se enmarcan las recientes denuncias del gobierno colombiano acerca de la supuesta incursión -negada por Venezuela- de veinte miembros de la Guardia Nacional Bolivariana en Colombia.

Crear condiciones, traspasar consensos y dar marcha atrás, habituar a imaginarios de frontera y enfrentamientos, esa dinámica está instalada, acelerada, es pública con una evidencia frontal. Los sectores que planifican acciones como las del magnicidio frustrado continúan sus planes, y un nuevo episodio de esas características no debe sorprender. Una resolución a favor de una intervención conducida abiertamente a través de Colombia, manejada por los EEUU, acordada en ambos frentes internos, parece en cambio más lejana. ¿Es necesaria una acción de esa naturaleza de resolución incierta y alto costo político? Los métodos para la fuerza seguramente serán por otros caminos, las formas de la guerra mutan.

(Tomado de teleSUR)

Se han publicado 10 comentarios



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  • ManuelB dijo:

    Debemos hacer todos los esfuerzos Posibles por Mantener la Paz en la Regiòn. Los Pueblos Latinoamericanos tenemos que impedir que los Estados Unidos convierta a la Regiòn en una zona Bèlica, donde predomine la Destrucciòn,la Muerte y la pèrdida de la Riqueza natural y el medio Ambiente de nuestro Continente. No nos dejemos arrastrar por Mezquinos Propòsitos Foràneos de Intereses Ambiciosos y de Reconquista Imperial de su Supuesto Patio Trasero. No permitamso que se Repita la Historia del Medio Oriente y se nos acabe la esperanza para esta y las Futuras generaciones. Todo esto Convencido que una invasiòn al Pueblo venezolano se convertirà para los Yankis en el Vietnam del Sglo XXI. A ese Pueblo no lo Domèstica Nadie y menos extranjero. A ese Gigante que Bush Despertò sin querer y que con las Ideas de Chàvez ,nadie podrà hacerlo dormir de Nuevo.

  • Enrique.B dijo:

    Una guerra en Venezuela seria catastrófica para América Latina y de ocurrir debemos hacer todo lo posible para que fracase.

  • PJ dijo:

    De acuerdo contigo ManuelB, debemos preservar la PAZ en nuestro continente. Con ello preservaremos la Mundial, que no lo dude nadie.

  • Amaya dijo:

    A pesar de que hay en Latinoamerica gobiernos títeres y serviles al imperio yanqui, una agresión directa a Venezuela levantaria una gran ola de rechazo internacional no solo en América, sino en el mundo entero, allí el pueblo bolivariano decidiria su suerte, mas pienso no habrá agresión directa, aun cuando los acerrimos enemigos de la revolución bolivariana viven el mayor momento de desespero desde que esta vio la luz al asumir Chávez en febrero de 1999, recuerdo nitidamente al oir aquel primer discurso de Chávezme levanté del asiento y le dije a un hermano mio al instante, "este va a ser un émulo e Fidel, este le va a dar que hacer a los yanquis", y así fue.

  • UNO dijo:

    Uruguay está tramitando enmendar el error de haber enviado a tan nefasto representante, desde la coalición del Frente Amplio y el propio gobierno, aparte de anunciarle personalmente que no sería recibido en el País, su expulsión es inminente.
    Personalmente desde Uruguay; siento vergüenza por este nefasto personaje

    • Amaya dijo:

      Asi se le hace a los traidores UNO, al final tendrá que marcharse a vivir en Miami que es a donde va a parar toda la cloaca latinoamericana lamebota del imperio yanqui

  • Yuris dijo:

    Almagro, ¨Fuera de Nustra América¨. Escondete en el Basurero de MIAMI.

    • Sonia dijo:

      No hace falta...Almagro es de por si un basurero y de lo peor.

  • Francesco Monterisi (Italia) dijo:

    Es una escalada de la agresión imperialista contra Venezuela...
    Articulo traducido en italiano http://www.cubainformazione.it/?p=35849

  • rccc dijo:

    Para quienes analizamos con constancia los escritos e intervenciones de este periodista residente en Venezuela y las de otros también periodistas residentes en otros países, podemos percibir el alto nivel de acierto que poseen los vaticinios de Marco Teruggi porque nos va acostumbrando a la cosmovisión inmanente en sus análisis. Hay que ver con que maestría, va hilvanando piezas aparentemente sueltas para develárnoslas íntimamente asociadas, tanto las que se concretarían tangiblemente en perjuicio del pueblo, dañando o entorpeciendo el ejercicio del gobierno, como las más especulativas que también dañan pero en formas de bombas de humo para enmascarar aquellas otras, posicionando matrices de opinión. Mera guerra sicológica, mejicanamente hablando.
    Lo cierto es que el asedio contra Venezuela, multiforme e ininterrumpido, de día y de noche, utilizando cuantas falacias les puedan echar mano y/o “fabricarla”, para crear ambientes confusos que enclaustren como rehenes a cuanta gente accede a las imágenes y comentarios de “aparentemente” numerosas fuentes que saturan el campo de visión y de audición. El propósito parece ser ese precisamente, saturar a la gente de tantas cosas distintas para llevarlas como a un rebaño de ganado hasta la inmovilización por miedos, dudas, desasosiegos, infelicidad y quebrantar “sutilmente” la resistencia para obtener victoria y “eliminar adversarios” sin tirar ni un tiro. Es eso que le dicen ahora: “golpe suave”.
    Eso es un arma sicológica cuyo único asidero es el torrente de financiamiento de alto monto que cínicamente se ha destinado a ese fin. Y es que no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta que toda esa fauna mercenaria, que movilizan en tantos frentes, hay que premiarla fuerte con billetes verdes para que muevan los esqueletos al ritmo de la música que le dicten. Si no hay billetes, no hay función de circo. Entonces habría función y hasta doble función porque hay billetes; para comer y para llevar. ¿Cómo detener eso, que además todo el mundo sabe que opera así? ¿Cómo desenvolverse ante un panel de “periodistas acreditados” que todo el mundo sabe que son pagados para tergiversar?
    Esa es la guerra “suave” que todo el mundo sabe que está desarrollando la gente que tiene dinero y que se resisten a seguir viendo como se les esfuman sus privilegios.
    Dicen que el tal Piñera tiene tanta fortuna como el tal Trump. ¿En que cabeza cabe, que un multimillonario pueda realmente representar los intereses de millones de personas de un país? Un bitongón de esos no sabe, ni sabrá nunca, ni le importará jamás, las penurias y reclamos de su propio pueblo. No hay que ser tan perspicaz para saberlo. Y se sabe también, que estas élites movilizarán sus dineros para mantener el status quo, a como de lugar. ¿Y la ética? Nada que hablar de eso; en esta jugada la ética no cuenta. Para esta gente: se vale todo.

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Marco Teruggi

Marco Teruggi

Periodista y poeta. Nació en París en 1984. En 2003 llegó a Argentina, de donde es su familia. Se licenció de Sociología en 2013. Desde comienzos de ese año vive en Caracas. Ha publicado varios libros de poesías.

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