Cubadebate

Por Axel Alejandro Rodríguez Rodríguez

Más de 24 horas duró el primer viaje del presidente Nicolás Maduro a China, el cual concluyó este lunes. Salió de Caracas la noche del jueves 19 de septiembre y no fue hasta el sábado pasadas las 10 de la mañana que el Il -96 de Cubana de Aviación en que viajaba llegó a Beijing. La aberrante negativa inicial de EE.UU. a la solicitud de sobrevuelo por el espacio aéreo puertorriqueño que Washington controla por el absurdo estatus de Estado Libre Asociado de esa isla caribeña, no impidió la realización de la visita, pero sin duda la hizo más difícil.

La agenda del líder bolivariano en el gigante asiático fue intensa y su estadía allí proyectó una imagen superior a los excelentes vínculos bilaterales que caracterizan la relación entre ambos países. Fraternidad, cooperación y armonía fue el saldo de cada actividad en que participó la delegación venezolana, que pudo constatar concretamente cómo inspira en el pueblo chino la más absoluta solidaridad y respeto.

Maduro se reunió con la alta dirigencia política y administrativa del gigante asiático y con la cúpula empresarial, a quienes ratificó el mensaje de que Venezuela continuaría siendo mercado seguro para las inversiones de las empresas chinas y plataforma para su expansión por América Latina.

Los resultados en materia comercial fueron alentadores. La comitiva venezolana, logró en la XII Comisión Mixta la firma de 24 acuerdos en áreas como seguridad ciudadana y energía eléctrica, ambas prioridades estratégicas del gobierno de Maduro. También firmaron importantes compromisos en materia petrolera; agrícola; industria minera; vivienda; transporte y vialidad; así como adquirieron financiamiento para proyectos de desarrollo económico por 5 mil millones de dólares.

Pero la visita trascendió lo político económico y como parte de la continuidad del legado del presidente Chávez, en lo que se refiere a pensamiento filosófico del sistema socialista, Maduro propuso en Beijing iniciar un diálogo bilateral sobre “la nueva cultura civilizatoria del socialismo para este siglo y el futuro, donde se respeten las distinta visiones que hay en América Latina y Europa”, de manera que la alianza bilateral permitirá continuar desarrollando la necesaria labor conceptual que requiere una formación económica y social que pretende imponerse como modelo superior al decadente capitalismo actual.

Para quienes se hicieron eco en el contexto de la letal enfermedad que padeció el Comandante Hugo Chávez, de la supuesta decisión china de abstenerse a continuar su estrecha relación con Venezuela porque el deceso del líder bolivariano derivaría en la inestabilidad interna y acercamiento forzado de Caracas a Washington, y además no supieron interpretar las visitas a Beijing de Elías Jaua, Jorge Arreaza, Rafael Ramírez y Diosdado Cabello en los últimos 6 meses, así como la estancia de casi una semana en Venezuela en el mes de mayo del vicepresidente chino y miembro del Buró Político Li Yuanchao, los resultados de este viaje de Nicolás Maduro no pueden sino significar un cubo de agua fría.

No queda duda que en lo adelante, las relaciones bilaterales cobrarán nuevos bríos y se ampliarán a otras áreas. Su carácter estratégico para ambos países profundizará la alianza bilateral, con el crédito adicional para China que continuará consolidando su presencia en la región, disputando cada vez con mayor protagonismo la preeminencia estadounidense en lo que queda de su “traspatio natural”.

Si la visita de Maduro pudo asomarnos a esta realidad latinoamericana que en los próximos 20 años ofrecerá un panorama marcado por la importante disminución del hegemonismo yanqui en la región, entonces valió la pena la larga travesía.

Axel Alejandro Rodríguez Rodríguez es licenciado en Derecho y Candidato a Méster en Relaciones Internacionales.