Cubadebate

Las nuevas tecnologías y las redes sociales son excelentes para muchas cosas, pero pueden desencadenar especulaciones enormes como la que se armó durante la semifinal de los 66 kilogramos de este campeonato mundial de judo entre el japonés Hifume Abe y el francés Walide Khyar.

Fotos en el área de calentamiento, previo al combate, mostraban al multicampeón japonés con sus audífonos blancos puestos en cada oreja, algo que la mayoría de los deportistas usa para desconectar y relajarse en momento de tensión como esos. Sin embargo, lo que sucedió después muchos lo asociaron a esas imágenes y ya verán por qué.

Casi en el final del combate, se vio caer algo pequeño y blanco al tatami que Abe, con rapidez de lince, lo recogió y no se lo entregó al árbitro, tal y como está establecido. Varias fotos ampliando el momento empezaron a circular en las redes sociales y no pocos pensaron que se trataba de pequeños audífonos instalados para guiar al nipón en la pelea.

La historia no terminó ahí. Pues de comprobarse que se trataba de algún aparato electrónico (hay judocas que han salido con sus celulares dentro del kimono y han sido suspendidas) quedaba invalidado el triunfo del hermano mayor de los Abe.

Tanto fue al alboroto y la revisión milimétrica del video que los organizadores del mundial se reunieron de inmediato con Hifume, el presidente de la Federación Francesa de Judo, el Señor Stephane Nomis, un panel de investigación que incluía a la nueva secretaria de la Federación internacional de Judo, Lisa Allan y los directores de arbitraje.

Cual juicio improvisado y sin poder mostrar la prueba de algo real (solo se veía un objeto blanco que caía al tatami casi con la misma velocidad que Abe lo guardaba) el judoca nipón lo confesó todo con lujo de detalles. Se trataba de una cinta blanca que usaba para sus dedos (clásico esparadrapo) que se despegó y sin ánimos de ocultar nada, sino de la lógica limpieza a que acostumbran los nipones se lo guardó y no se lo dio al árbitro porque apenas faltaban segundos para concluir el combate.

Volvieron a ver todos el video o película del hecho y por más ampliación que se lograba solo se confirmaba la tesis de Abe. Era esparadrapo no audífonos.

El Presidente Nomis aceptó la explicación y agradeció al atleta y a todo el equipo japonés por su honestidad, especialmente porque todo el proceso se hizo a solo minutos de que saliera a discutir su cuarto título, en su período de descanso.

Lo cierto es que para que no hubiera dudas, Hifume Abe se tocó bien fuertes las orejas cuando comenzó la final y en sus manos no colocó esparadrapos. La especulación de una foto estuvo a punto de hacer una gran injusticia si no existieran las nuevas tecnologías que permiten ampliar 100 veces una imagen hasta apreciar el objeto.

Lo más risible es que al enterarse muchos judocas de la investigación una y otra vez se preguntaban cómo sería posible usar audífonos en las orejas en un deporte donde las proyecciones contra el tatami te estremecen hasta el último hueso. Y mucho menos le hiciera falta a los creadores y reyes de los ippones.