Opinión, Economía  »

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Se ha vuelto un lugar común creer que la Internet es por excelencia el ámbito de la libertad de nuestro tiempo. Muchísima gente, y no pocos teóricos, sostienen que se trata de un espacio liberrísimo, en donde las antiguas restricciones que el papel impreso imponía a la producción y circulación de las ideas han quedado definitivamente superadas. Basta con leer algunos pasajes del libro de Hardt y Negri, Imperio; o los tres tomos de Manuel Castells, La Edad de la Información: Economía, Sociedad y Cultura para apreciar la profundidad y ramificaciones de esta creencia.