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Lobo entre los lobos

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Lobito, un animal afectuoso a pesar de haber sufrido maltrato en el pasado, todavía se encuentra a la espera de una adopción responsable. Foto: Roberto Jesús Hernández.

Antes de cumplir su primer año de vida se libró de la soga, del veneno y de la enfermedad. Lobo, o Lobito para sus amigos, lleva la marca de los sobrevivientes. Por cada trampa que para él colocaron los demonios hubo un ángel que lo sacó volando del peligro casi en el último segundo.

Felpudo y sonriente, pero con una tonelada de actitud, trota libre entre los bares restaurantes del paseo de Narváez en la cubana ciudad de Matanzas, sobre los adoquines salpicados de flores de majagua, junto a la verde corriente del río San Juan por la que transitan los botes de pesca, los kayaks deportivos y, de vez en cuando, una familia de manatíes.

Es difícil imaginar que alguna vez perteneció a otro sitio cuando lo ves a la luz dorada del amanecer, exigiendo cariños mientras con el hocico roza las rodillas de los muchachos que esperan la hora de entrar a clases, o siguiendo a ras del suelo la pista de algún aroma interesante entre las hojas húmedas de rocío y la basura de la fiesta de la noche anterior.

Narváez, igual que toda la ciudad, está llena de callejeros como él. De vez en cuando alguno, con los ojos más tristes del mundo, se cuela sin querer en la selfie de una influencer que posa seductora para presumir en Instagram lo que viste o lo que come. Cuando esto ocurre hay que borrar la foto que salió mal y tirar otra, así de simple.

Al final es lo que casi todo el mundo hace cuando en su camino se cruza un perro sin dueño, desaliñado, enfermo y sucio. La gente trata de pensar en otra cosa, aprieta el paso, sube el volumen de la música que se reproduce en sus audífonos, retoma el hilo de la conversación, finge que el problema desaparece cuando se mira fijamente hacia otra parte. Pero no los voluntarios de la Red de Bienestar Animal Esperanza Atenas. Ellos no pueden o no quieren apagar la empatía como quien pulsa un botón en la cabeza. Ellos se ocupan.

En el paseo de Narváez, en el Centro Histórico de Matanzas, se reintrodujeron varios perros salvados por los voluntarios de la Red de Bienestar Animal Esperanza Atenas, una de las existentes en la ciudad. Foto: Roberto Jesús Hernández.

Por eso, aquel 5 de octubre de 2022 la voluntaria Dahli, una joven cajera que caminaba rumbo a su trabajo, ni volteó el rostro ni siguió de largo cuando encontró a un perro moribundo en los brazos de una muchacha que rompía con su llanto la paz de la Plaza de La Vigía.

Porque entonces Lobito no era Lobito aún, sino un animal sin nombre, otra víctima anónima de la violencia que se multiplica como la mala hierba si no se le arranca de raíz. Alguien, no se sabe quién, le había amarrado una soga al cuello, que fue apretando con la fuerza de una serpiente y abriendo un surco de dolor en la carne. Aquel día de octubre al cachorro se le escapaba la vida segundo a segundo, empapando de rojo las telas con que lo envolvieron. Una oreja le colgaba en un ángulo raro, casi arrancada. Hubo que moverse rápido porque estaba a punto de romperse el hilo que lo sujetaba a este mundo.

Lo salvó Yuya Abreu, la veterinaria que siempre responde "tráemelo" a quien le pide auxilio del otro lado de la línea telefónica aunque sea de madrugada, la que nunca cobra un centavo por atender a los callejeros, y hasta paga con dinero de su bolsillo los medicamentos. Muy a menudo en sus manos está la única esperanza de quienes son tan pobres que solo tienen su propia vida, esa posesión tan íntima, tan intransferible, que algunos tratan de arrebatarles. ¿A cuántos habrá salvado? No se sabe. La cifra aumenta constantemente.

Hay una foto que lo dice todo. Después de la operación, Lobito está tendido de costado dentro de una caja de cartón en la esquina de un cuarto. Se le nota en el cuello un costurón enorme que recuerda bastante al monstruo de Frankenstein. Lo más desolador son sus ojos, muy abiertos, fijos, como petrificados luego de mirarle la cara a Medusa. Pero en un video que filmaron poco después, aunque todavía luce débil y adolorido, se nota un cambio importantísimo: cuando le hablan mueve la cola, con timidez al principio pero un poco más fuerte cada vez. Que un perro mueva la cola cuando le hablas es una señal inequívoca de que algo va bien, como un bebé que ríe o un futbolista que celebra un gol.

Lobito nació de nuevo, pero aquellos días de terror le dejaron un trauma, un miedo enfermizo a los guantes y las agujas. Por irónico que suene, el simple hecho de reconocer el olor de Yuya, la veterinaria que consiguió coserle el alma al cuerpo para que no se le escapase volando, hoy le hace mostrar los dientes a la defensiva y lo pone a temblar como si tuviera fiebre de 40.

Cuando cerró la herida, por lo menos la que podía notarse a simple vista, sus rescatadores trataron de buscarle un nuevo hogar con la compañía de humanos pacientes y amorosos.  Siempre que le das un callejero a un nuevo dueño esperas lo mejor, como quien tira los dados o cruza los dedos... pero no siempre lo mejor sucede. Es un acto de fe. Se siente un poco como cederle la custodia de tu hijo a un desconocido. Muchos suelen volver, desechados de nuevo, igual que si fueran productos con defectos de fábrica. Es duro verlos otra vez en el punto en que empezaron, como si un imán invisible los atrajera a la casilla de salida.

Después de un par de adopciones fallidas Lobito se quedó varado en Narváez, en el Centro Histórico, donde recalan tantos otros perros sin hogar atendidos por los animalistas. Tienen nombres surgidos de la espontaneidad: Pocholo, La Negra, La Rubia, El Rubio, la novia de El Rubio... Los voluntarios hacen magia para multiplicar los escasos fondos y recursos que logran reunir gracias a donaciones, alimentan como pueden a sus numerosos perros y gatos protegidos, cuidan de ellos si se enferman, los defienden de los violentos y de los insensibles, organizan campañas de esterilización y ferias de adopciones responsables. Se queda corto el pan habiendo tantas bocas.

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Lobito es un personaje. Se le ha visto correr eufórico detrás de las motorinas y las bicicletas, alardear de todo su carisma para que los clientes de los restaurantes le den algún bocado -y funciona-, hacer gritar a las muchachas en tacones altos después de lamerles por sorpresa los tobillos, y montar apasionadamente la pierna del fotógrafo que trataba de captar su mejor ángulo.

Si te cruzas con él pero tienes prisa más te vale no mirarlo, porque si lo haces puede que se acerque, y si se acerca te olerá, y si te huele a lo mejor le gustas, y si le gustas tendrás que olvidarte de todos tus planes durante varias horas para ser su juguete. Entonces te dejará rascarle detrás de las orejas pero nunca en el cuello, porque ahí tiene el recuerdo de la herida. Y si tienes suerte se pondrá boca arriba y tendrás que acariciarle la panza, y hablarle como se le habla a los niños pequeños que comprenden la ternura aunque no conozcan las palabras.

Lobito se cree el rey de La Gruta del San Juan, un espacio que combina un restaurante con una sala de proyecciones de audiovisuales en 3D sobre la naturaleza. Él no lo sabe, pero detrás de su aparente desenfado hay mucha gente apuntalándole la vida: Cindy, la coordinadora de la Red, móvil en mano y siempre atenta a peticiones de auxilio, o reportes de maltrato y abandono; Lilian, otra voluntaria que trabaja en Narváez y se desvive por los callejeros; Roly, el muchacho que alimenta a Lobito todos los días. Todos ellos son parte de un equipo de guardaespaldas que no tiene derecho a vacaciones.

¡Mátenlo! ¡Enciérrenlo! Cada vez que el odio dicta sentencia algo se rompe en los corazones de quienes procuran darle a Lobito una oportunidad. A cierta clase de clientes les choca que un perro se pasee libremente por los bares. Otros han malinterpretado sus juegos bruscos de cachorro. Quienes se le han acercado con malas intenciones han descubierto en él su lado más violento. Una vez, no hace mucho, trataron de envenenarlo, lo que se supo por los síntomas. Eso fue antes de que enfermara de moquillo en un brote que se extendió a un gran número de perros de la calle. La verdad es que Lobito casi ha muerto varias veces.

No es nada fácil para un perro vivir en un mundo de lobos que caminan sobre dos piernas, que matan por maldad, y no por hambre como sus congéneres de cuatro patas. Esos lobos de ciudad son los peores, capaces de los actos más crueles, incluso contra los de su misma especie. A ojos de esos depredadores, todo aquel que muestre algún síntoma de debilidad se convierte automáticamente en una víctima, en una presa, en una oveja.

Algunos perros abusados, si sobreviven, pasan el resto de sus días como zombies. Se mueven, comen, olfatean, e incluso duermen en piloto automático. El maltrato los aísla en un capullo del que no salen nunca más. Por eso es tan sorprendente que Lobito conserve casi intacta su alegría, sus ganas de jugar, su necesidad de amor y compañía humana. Se trata de un sentimiento antiguo, grabado en el ADN de los perros desde que sus antepasados se acercaron por primera vez a las hogueras encendidas por la gente, en busca de calor y alimento, miles de años atrás.

Si te dejaran roto, ¿cuánto tiempo tardarías en juntar todos los pedazos y colocarlos otra vez en su sitio, en bajar las defensas para volver a confiar y a reír, en ponerte boca arriba para que te acaricien la panza?

Quienes se acercan a Lobito lo tocan, le toman fotos, juegan un rato con él y luego siguen adelante con sus vidas, con sus planes. Pero él permanece en el mismo sitio, esperando, atento, disponible, siempre en peligro, siempre salvado por un pelo, anclado a una calle con cierto aire artificial que cada vez se asemeja más a un set de filmación donde hasta las tórtolas podrían ser de utilería. Mientras tanto, sus protectores no pierden la esperanza: tiene que haber por ahí un humano que merezca el amor incondicional y eterno de este perro.

Los callejeros a menudo reciben caricias y alimento de personas sensibles, pero también se encuentran expuestos a varios peligros. Foto: Roberto Jesús Hernández.

La intervención oportuna de los voluntarios animalistas salvó a Lobito de una muerte segura. Foto: cortesía Red de Bienestar Animal Esperanza Atenas.

Aunque fue uno entre muchos, su caso de maltrato alcanzó repercusión gracias a las redes sociales, donde varios usuarios han compartido fotos abogando por una adopción responsable para esta mascota. Foto: cortesía Red de Bienestar Animal Esperanza Atenas.

El temperamento juguetón de Lobito divide a quienes frecuentan los establecimientos recreativos de la calle Narváez, aunque la mayoría parece aceptarlo con naturalidad. Foto: cortesía Yadaina Ramos Alonso.

Lobito ha encontrado una cálida acogida en La Gruta del San Juan, un espacio de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre (FANJ). La paciente labor de los voluntarios da sus frutos, al sensibilizar al personal de los bares y a los clientes con respecto a la protección de los animales callejeros. Foto: cortesía Red de Bienestar Animal Esperanza Atenas.

Además de los rescates de mascotas en peligro, varios grupos a favor del bienestar animal en Matanzas realizan una labor educativa para sensibilizar a las personas y evitar los abandonos; también organizan campañas de esterilización y adopciones responsables. Foto: cortesía Red de Bienestar Animal Esperanza Atenas.

Lobito fue salvado por la veterinaria Yuya Abreu, que brinda sus servicios de manera gratuita cuando se trata de un animal callejero. Foto: Roberto Jesús Hernández.

Se han publicado 51 comentarios



Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.

  • Michel dijo:

    Gracias periodista x darle voz a una labor tan noble

  • carlosvaradero dijo:

    Bonita historia...no permitir JAMAS el maltrato animal!!

  • William dijo:

    Saludos para Yuya Abreu y su equipo de protección animal por su gran corazón, esto inspira a los que amamos las plantas y Animales, bueno es contar con personas dedicadas a dar más, me sumo a ellos.

  • vivi dijo:

    Por favor....alguien en Matanzas que rescate al animalito.....rompe el alma. Igual la rompen tantos otros infelices, pero al menos si uno salva uno, algo bueno se habrá logrado...

    • Ana Julia Monzòn dijo:

      Lobito se ha hecho famoso....por favor alguien de Matanzas que pueda adoptarlo, no dejemos que siga en las calles.

  • R dijo:

    Hablando de ese tema se debería analizar esta situación más a Fondo a qui en puerto padre tunas sique abiendo muchos perritos en las calles y lastimados y los cocheros maltratando a sus caballos y nadie hace nada es muy triste cuando uno camino por las calles y ver a estos animales así

  • Cindy dijo:

    Wow captó la esencia y la historia de Lobito perfectamente muchas gracias

  • Alex dijo:

    Que bello material deberían hacerlo mas seguido

  • rebelde dijo:

    Conmovedor artículo. Los perros son más fieles que las personas, nunca te abandonan, siempre te esperan con amor, son más agradecidos que los humanos, sin embargo hay no pocas personas que los maltratan, los abandonan, hasta tratan de envenenarlos.
    La historia de Lobito se repite a lo largo de toda Cuba, miles de perros callejeros abandonados por quienes fueron sus dueños deambulan por las calles de nuestras ciudades y poblados, muchas veces enfermos y desnutridos y aún así si alguien se les acercca y les ofrece alimento y agua, mueven su cola en señal de agradecimiento. Sin embargo hay personas a los que los ayudas en momentos difíciles y cuando uno necesita de ellos, te viran la espalda o te traicionan. Si hay una especie animal en el planeta Tierra verdaderamente peligrosa para la propia existencia de la vida, es el ser humano.
    Gracias a los amantes de los animales, gracias al estado cubano por la aprobación de la Ley de protección animal, que ciertamente adolece de formas y vías para sancionar a los maltratadores.

  • rafael dijo:

    Preciosa historia, me emocionó y todo. Lo que deberían de acabar de una buena vez es de implementar el severo castigo y todo el peso de la ley a todo aquel que maltrate a todo tipo de animal que en Cuba son miles de abusadores, pero ademas acabar de darle utilidad a los supuestos teléfonos que habilitaron para informarle a las autoridades correspondientes sobre donde, cuando y como ocurre cualquier tipo de abusos contra ellos. Ojala y esto llegue a materializarse algún día.

  • Lorna dijo:

    Muchas gracias al periodista por darle visibilidad a esta historia en los medios nacionales, invito a todos los lectores y foristas a buscar en todas las redes, facebook instagram telegram twitter, sobre las muchas otras organizaciones animalistas q laboran en nuestro pais, Bienestar Animal Cuba (BAC) que se ha visto al vet de la telenovela con un pullover con el logo de la organizacion, PASOS, CEDA, Adopciones x Amor, EPA, y estoy segura que existen otras tantas q desconozco. Pues la labor q realizan es muy noble y sacrificada, y muchas veces mal vista o incomprendida por algunos en nustra sociedad.
    Saludos

  • Betty dijo:

    Me encantó el artículo. No hay quién vaya a Narváez y no le dedique unas miradas, caricias. Él se merece lo mejor

  • joloro dijo:

    Lindo articulo,algo tan apartentemente trivial como la vida de un perro calejero es una historia de sensibilidad,amor y de enseñanza de que la vida de todas las criaturas que viven en este planeta hay que respetarlas y más cuando su existencia es favorable.Un agradecimiento a la veterinaria y los que demuestran su amor y humanidad atendiendo a los animales y hasta quienes lo aceptan.Este ejemplo necesita multiplicarse.Mucha vida a Lobito.

  • ibrahim dijo:

    las sociedades son mas humanas en la medida que cuiden a sus ancianos y animales. gracias a los matanceros

  • MGC dijo:

    en mi caso sucedió algo parecido (se parece a Lobito) lo que el final fue diferente para ambos , el encontro un hogar y mi familia un miembro mas , llego bajo un torrencial aguacero, golpeado, hambriento, enfermo, de eso hace 4 años, solo le tenemos que dar agua y comida y algo de dulzura y el en cambio nos da una fidelidad sin limites, una alegria incontable y si fuera poco cuando alguien esta enfermo no se mueve de los pies de la cama , con ojos tristes, Ah se llama Kilo .

  • Asiris Santana Galera dijo:

    Debieran escribirse más artículos como este . Salvar a los callejeros es una de las misiones más nobles y difíciles. Quisiera poder participar más. El maltrato animal es un dolor que siento como mío.

  • Dayani dijo:

    Copito como yo le digo, es el perrito más cariñoso y divertido k conozco, no hay un día k baje a Narváez y no me valla sin antes verle y jugar un rato con él

  • Gretchen dijo:

    Hay trabajadores también de la zona q lo maltratan,hay personas están buscando la manera d sacarlo d ahí pero muchas veces no con las mejores intenciones, y si alguien decide adoptarlo q sería lo mejor para él, debe saber todas las características d él y q necesita d muchísima paciencia y amor y entrevistar y darle un seguimiento muy riguroso a la persona q decida darle otra oportunidad, para q no vuelva a ser otra adopción fallida.

  • Carmen rosa dijo:

    Gracias, gracias por tu reportaje yo soy animalista d aqui d mayabeque tambien pasamos por mucho tratando de salvar a los animales victimas de la crueldad humana cada vez mas creciente cada vez mas atroz, quedando impune tanta gente mala es preocupante porque quien actua de forma tan cruel y salvaje con estos animalitos indefensos tambien lo son con niños, con viejos eso esta comprobado, seguiremos luchando porque estos sujetos sean castigados con el rigor de la ley penal y sea incluido en el codigo penal la proteccion de la vida de los animales q tienen tanto derecho a tener una vida digna como la vida de los hombres ojala este reportaje sirva para encontrarle a lobito una persona q lo acoja en su casa q no sea solo responsable sino amorosa q le d mucho amor, mis perros eran callejeros el primer dia q los lleve a casa intentaron escapar no sabian pero al ver q les daba amor y comida cuando vieron q encontraron un hogar puedes dejar la puerta abierta q no se van y me dan mucho amor los perros callejeros tienen mucho amor para dar gracias por tu reportaje ojala en todas las provincias se habilite un refugio para q los animalistas podamos tener ahi a los callejeros cuidarlos para despues darlo en adopcion y sacarlos d las calles y el peligro q esta representa por favor hay q llamar a la reflexion se q las autoridades tienen muchos problemas q priorizar pero este es uno de ellos

  • Carmen rosa dijo:

    Gracias, gracias, gracias por ser la voz de todos los animalistas cubanos q seguimos luchando hasta el cansancio contra el maltrato animal, que cada año va en aumento a pesar del Decreto ley, la historia d lobito es la historia d muchos perritos callejeros muchos q hemos podido salvar y muchos q no ojala con este reportaje encuentren a una persona q lo acoja en su casa y le de mucho amor el tiene mucho amor para dar uno mas q se pueda salvar

  • EMAC dijo:

    Magnífico artículo...un 10 para el periodista...los voluntarios deben saber que no están solos...su trabajo recibe la admiración de muchas personas...ustedes son la voz de los que no tienen voz...mis aplausos....

  • laura dijo:

    Me emocione mucho leyendo el articulo y me da mucha alegría saber que hay rescatistas de estos ángeles de cuatro patas aquí en nuestro país. Yo amo mucho los animales, sobre todo los perros, mi mascota se llama Kira y es mi consentida. Pero es una realidad que ha veces muchos quisieran poder adoptar alguna mascota y no lo hacen porque no tiene acceso al medicamento que llevan estos animalitos como vacunas y antigarrapatas que tienen un precio elevadicimo, sin contar la consulta con los veterinarios, a esto sumarle la alimentación que en estos tiempos esta algo difícil. estos son argumentos que me han dado personas que conozco que le gustan los animales y me dicen que sin condiciones mínimas no quieren tener una mascota, que lleva no solo amor sino atención y responsabilidad para asegurar su salud. Ojala y así como tenemos hospitales en todos los municipios de este país, también existieran clínicas veterinarias y con una atención medica no tan costosa. esperemos porque algún día nuestros animalitos puedan tener la vida que se merecen.

  • lula dijo:

    gracias Roberto por tan lindo y sensible articulo, no pertenezco a ninguna asociacion pero mi familia y yo nos dedicamos a recoger a los animales que andan desamparados y buscarle un hogar, siempre existen personas de buen corazon que recogen y adoptan a estos animalitos, en casa tenemos 6 perros y 2 gator recogidos que se van quedando ya que les cogemos un cariño y un amor que luego no nos podemos desprender de ellos. Nunca dejes de escribir asi y nunca olvides que esos animalitos necesitan de alguin como tu que por medio de la prensa los defienda y apoye, una vez mas gracias. Lula

  • Marthamery dijo:

    La historia me ha dejado un nudo en la garganta y muchas ganas de viajar a Matanzas a buscar a Lobito. Es un cachorro muy lindo, ojalá pronto encuentre padres adoptivos q lo amen y lo cuiden y q se acaben los abandonos en la calle!!!

  • Ronny dijo:

    Vamos caballeros, alguien que se digne de adoptar a Lobito!!! Sabemos que la cosa esta mala, pero siempre se puede un poquito mas!!!

  • II dijo:

    Simplemente maravilloso el artículo. Solo pido y quiero que exista mas conciencia sobre el binestar animal en nuestro país. Y que sobre todo se hagan cumplir las leyes, así como también obtengan el rigor necesario. Gracias a todos los que realizan la hermosa labor de salvar estas vidas y le dan voz los que no hablan.

  • Roly dijo:

    Me emocione al leerlo, excelente articulo, gracias miles por exponer este caso!!!!!

  • Macondiana dijo:

    Qué historia tan triste y bella a la vez. Lobito es un perrito guerrero. Ojalá finalmente encuentre los adoptantes que se merece. Fuerza Lobito!!!!

  • Omar dijo:

    Gracias, la gratitud es poca para todos aquellos que han hecho por lobito, ciertamente hay muchos LOBOS en toda ciudad. Tengo dos callejeros, una en el trabajo "La Puty" y otro en el barrio "Perrito", hago todo lo que esta en mis manos y pecho, pero no es mucho, La primera ahora tiene un cancer en sus genitales y no he podido operarla por sirtuaciones ajenas a mi voluntad, el otro creciendo por dia y demendando mas cariño. Tengo un Chihuahua en casa "el Nemo" el malcriado de la famili. Espero que mis callejeros corran igual suerte. Gracias por tanto cariño a aqullos que solo lo dan.

  • Beluk dijo:

    Hoy,se me han salido las lágrimas. Una historia conmovedora, triste, pero a la vez un mensaje de humanismo.Gracias a ese equipo de Narváez que hacen tan noble labor. Hoy desgraciadamente existen personas inhumanas que sin mirar atrás practican el abuso animal,dígase cualquier especie, y no les importa si mueren de hambre, o enfermedades que son curables, solo extiende sus manos para proporcionarles palos,duros castigos, y la desatención.
    Hay que tomar medidas ya, urgentes, hay que seguir apoyando los grupos de bienestar animal, que a lo largo y ancho de nuestro país hacen esta labor,sin retribución alguna, solo la satisfacción de verlos jugar,o buscarles un hogar. Muchas gracias al periodista de este artículo, y ojalá Lobito encuentre rápido una familia que lo acoja.

  • Fco. Yzquierdo dijo:

    Felicitaciones a esos sensibles animalistas que ayudan a vivir a esos personajes que nos hacen la vida tan grata a quienes disfrutamos de su compañía.

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Roberto Jesús Hernández

Roberto Jesús Hernández

Lic. en Periodismo. Corresponsal de la Agencia Cubana de Noticias (ACN). Graduado de la Universidad de Matanzas.

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