Mujer cubana, más especial que el mismísimo Período
Cuando Fidel, luego de minutos discursando exclamó: “¡Patria o muerte! ¡Venceremos!” y dio unos pasos de retirada, todos pensaron que había culminado su alocución, pero de pronto regresó a los micrófonos.
“Les iba a decir que cuidaran la ropa para el Período Especial, porque a los mejor también tenemos que reducir considerablemente esos artículos, produciríamos solo para los muchachos, para los que nacen, para los que crecen (…) Estoy seguro de que pasan cinco años en un Período Especial y nos reunimos, y ustedes vienen tan elegantes y tan bellas como han venido esta noche”.
Mientras esto sucedía en el Palacio de las Convenciones de La Habana, en la clausura del V Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, el 7 de marzo de 1990, en ese tiempo mi madre llevaba una niña hacía dos meses en el vientre y cuidaba de su primogénito de ocho años, su esposo y los quehaceres hogareños.
No, mi mamá no estuvo presente allí cuando Fidel en acto de confianza y elogio a la capacidad de resistencia de la mujer cubana, -creo yo- concluyó con aquellas palabras. Pero ella, y en general, las féminas de esta Isla, tuvieron que seguir el sabio consejo de “cuidar la ropa” y hasta aprendieron a “hacer magia”, un arte que se convirtió en práctica cotidiana en las más diversas áreas de la vida del cubano, para poder sobrevivir a la caída del campo socialista y a las medidas de asfixia de los vecinos del norte.
Quizás usted no lo vivió, pero probablemente de a oídas, -al menos-, sí conoce anécdotas icónicas de los años noventa en Cuba, como la del bistec de toronja, las bicicletadas diarias y quilométricas, los tenis “chupameao”, los trueques de artículos por comida, el jabón “angolano” y otras tantas que aún persisten en la memoria de este pueblo, en especial de las mujeres cubanas, que como dijera Fidel, en aquellas especiales circunstancias llevaron el peso fundamental de los sacrificios.
Tanto así que, han pasado casi dos décadas, pero Cari no puede deshacerse de la costumbre de “guardar pa´ cuando la cosa esté mala”, sobre todo, jabón y detergente; porque dice que mucho tuvo que lavar con maguey, y fregar solo con agua caliente, y hasta bañarse con "jabón angolano" (te echas agua y te lavas con la mano), mientras fantaseaba con la espuma que no existía en su cuerpo.
La maña de Martica es otra, aunque actualmente tiene de cuanto aparato eléctrico existe para cocinar y gas de balita además, no se deshace de su fogón de leña por nada del mundo. “Que va´, cocinar con leña no es fácil, pero cuando el Período Especial, que lo que había era 'alumbrones', esa fue mi salvación. Gracias a eso, mis hijos nunca se quedaron sin comer. Hasta los zapatos yo le pintaba a los muchachos con el tizne de los calderos”, cuenta con cierto agradecimiento de la vida.
A las veinteañeras, entonces, Yaquelín y Deisi, la necesidad las obligó a cargar del campo para la ciudad y de la urbe para la campiña. Se quedaron con esa manía. Las amigas inseparables llevaban, cada una, un racimo de plátano 'burro' u otro producto agrícola en las parrillas de sus bicicletas hasta el pueblo, -a unos 20 kilómetros- y allí intercambiaban sus ofertas por otras que necesitaban y que les ofrecían los citadinos.
Las muchachas se envalentonaban y también hacían algún viajecito a la Habana. “Por supuesto que no en bicicleta, íbamos en carro y llevábamos de cuanto Dios creó, (así resumen la variedad de productos agropecuarios que transportaban) y traíamos cosas que escaseaban aquí en el batey: jabón, ropa, zapatos; lo que apareciera".
Entre las intrépidas también estaba Estrella, que en esos años se convirtió en una cocinera muy eficiente e innovadora. Según cuenta, cogía aquel picadillo que repartían en la casilla con olor y sabor a 'no sé qué', lo sazonaba con el condimento que tuviera, lo metía en una media, lo cocinaba a presión, rezaba mientras la olla hacia su parte y en unos minutos lograba una especie de embutido casero, agradable al paladar.
A lo que ella le pusiera cabeza, lo mejoraba: croqueta, fufú, harina de maíz, arroz precocido… Si hasta bistec de toronja hizo. Pelaba la fruta, adobaba la corteza y luego la freía con enjundia de gallina. Mas, la especialidad de Estrella era que no negaba sus recetas, las compartía con todas sus amigas y conocidas para que ellas también mejoraran el menú que darían a sus familias.
En este grupo de féminas valiosas de la década del noventa, está Rebeca, que cosió, remendó, zurció y remodeló ropa de todo el vecindario, a cambio, casi siempre, de unas “Gracias, Rebe” salidas de las mismísimas entrañas, porque pasaron algunos años sin que se vendiera en el país vestuario para los adultos. ¡Qué costurera!, hacía mochilas y tenis de tela con suelitas de goma de tractor (llamados chupameao) para que los niños fuéramos a la escuela. De pronto un vestido se convertía en una saya y una blusa, o en un "short", y el sobrante lo hacía una trusita para el pequeño de la casa o un pañuelito para la abuela.
Miles y miles de amas de casa, estudiantes, obreras y profesionales cubanas que cumplieron con el deber en condiciones especiales, y no en el término feliz de la palabra. Muchachas que pasaban meses en una beca sin ir a sus casas, porque era preferible pasar hambre que aventurarse a un viaje distante sin disponibilidad de transporte. Técnicas y especialistas de fábricas e instituciones que se las ingeniaban para hacer el trabajo, porque producir era la única vía de que Cuba saliera adelante. Maestras que además de enseñar a sus alumnos las materias, los inspiraban a ser hombres y mujeres de bien, y a la hora de la merienda, el niño que no había llevado alimento, también comía. Doctoras que curaban más con el afecto que con los escasos medicamentos. Madres que encaminaban a sus hijos a golpe de sacrificios.
Pasados los años, algunas llevan en sus cuerpos la marca imborrable de aquel “dichoso” período. Líneas que marcaron el rostro prematuramente. Hipertensión, diabetes y otros trastornos alimenticios, merecidísimos, pues no eran tiempos de elegir nada, mucho menos qué comer. Delgadez y musculaturas heredadas del ejercicio físico cotidiano: bicicleta en loma y llano, caminatas de kilómetros y millas… En otras féminas, la época traspasó la piel. Nervios y emociones que no lograron el equilibrio necesario en tiempo de crisis. Desde entonces se enajenaron de sí y del mundo.
Sin embargo, hubo quienes inmersas en la penuria de los interminables días, meses y años, a veces, -sin saber cómo-, recogían sus pedazos y se rehacían para seguir adelante. De estas, hoy día, existen incluso las que rememoran experiencias de esa etapa, en busca de la esperanza y el coraje precisos para enfrentar las dificultades de la cotidianidad; y otras que no recuerdan parte de ese pasado, porque un día decidieron salvarse del dolor que les causaba, olvidándolo.
Gracias a muchas Cari, Martica, Yaquelín, Deisi, Estrella, Rebeca y otras tantas féminas cubanas, que en aquellas dificilísimas circunstancias llevaron la parte más dura de los sacrificios, fue que las banderas revolucionarias no se plegaron. Ellas, además de “hacer rendir” el alimento, el jabón, la ropa, el cariño; hicieron rendir (fructificar, multiplicar, aumentar, acrecentar), la resistencia de un pueblo entero.
Por ello, si un día se instituyera un premio a la heroicidad y grandeza femenina, irrefutablemente habrá que nominar a la mujer cubana, y de forma excepcional, a las que vivieron la década del noventa en Cuba, pues fueron ellas más especiales que el mismísimo Período.
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Dios mio que manera de escribir sobre ese periodo, así fue duro muy duro, pero conseguimos vencerlo porque las cubanas no somos fáciles, somos duras de matar. Además nos lo dijeron con tiempo y sin mentiras, como acostumbraba nuestro comandante a hablarnos porque estaba consciente que en nosotras la revolución tiene un bastión inespugnable
felicidades para todas las mujeres cubanas porque se han ganado un merecido respeto nacional y algun dia se lo ganaran en el mundo.
Si ese periodo fue muy duro sobre todo para aquellas que teníamos niños pequeños, aunque no lo crean la escases fue mayor, ahora lo que agrava la situación es la pandemia, pero como comenta esta periodista nos supimos crecer. Hoy el llamado es a cumplir con las medidas para que nuestros niños y abuelos no enfermen. Muchas felicidades para todas las mujeres que ayer hoy siempre, trabajan en aras de que la familia salga adelante.
Excelente material. Realidad objetiva de la Cuba de los 90 del siglo pasado. En aquel entonces era una estudiante universitaria, pero todo lo que aquí se describe menos el bistec de toronja y el tizne en los zapatos, todo lo demás lo viví en carne propia. Esa etapa estoy segura que me hizo más humana, más cubana y más mujer. Felicidades a las mujeres cubanas hoy y siempre. Gracias Yurina por el texto. Gracias Ismael por las fotos.
FELICIDADES A TODAS LAS FEDERADAS CUBANAS.
De las medidas aplicadas en el período especial deberíamos aplicar nuevamente la venta masiva de BICICLETAS chinas. En cuba puden circular sin problema alguno 3 o 4 millones de este efiaz medio de transporte.
El MEJOR de los Elogios a la Mujer Cubana en el día de su Organización. Muuuchas Felicidades a nuestras Féminas, muuuchas Felicidades a la FMC. !!!.
Excelente trabajo, así mismo fue. Fueron años duros, pero aquí estamos y muchos frutos de esos años también son la continuidad hoy.
Gracias a las Marianas cubanas de nuestra historia nacional y familiar, gracias también a nuestro líder eterno Fidel, las cubanas vencimos el período especial y seguiremos venciendo.
Buen artículo, abarca casi todos los temas de ese período, fue realmente así, las mujeres lo sufrían doblemente por llevar la casa y el trabajo. Los jóvenes de hoy deben de conocer más sobre ese periodo especial en Cuba y sobre todo como los cubanos encaramos esa situación y salimos adelante.
FELICIDADES A LA MUJER CUBANA.¿QUE GUAPA E INGENIOSA ES LA MUJER CUBANA? ¿QUIÉN LO DUDA?
COMO DIJO FIDEL.... LA REVOLUCIÓN ES INVENCIBLE CON LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER...
Tuve q luchar con dos hijos pequeños.Fue una etapa dificilisima,pero la unidad familiar,de vecinos y amigos nos ayudo muchisimo.Paradojicamente la tengo como una etapa bella de mi vida porque batallamos unidos,con fe en salir adelante y es esa misma unidad y fe la que me ayuda a enfrentar situacion peor como esta q vivimos hoy.Las feminas fuimos el motor de aquella epoca,seamoslo hoy
No tengo duda de que el artículo persigue el elogio de la mujer cubana. Sin embargo, contiene alegatos insultantes como el hecho de afirmar que las secuelas del Periodo sobre la salud fueran 'merecidas' (invito a los autores a revisar el diccionario), o el mismísimo titular, que coloca el carácter especial que se pretende atribuir como positivo de la mujer cubana, en paralelismo con el del Período, que no pasa de ser un eufemismo para ocultar su negatividad; violando las leyes más elementales de la comunicación (identidad del código) justo al modificar el ICRT a Instituto de Información y Comunicación Social en Cuba...¡qué ironía!
muchas felicidades a todas aunq un pocon atrasado ya