Gaspar Jiménez Escobedo: Miami, este muerto no es mío
Por Ángel Bravo
Ignacio Ramonet le preguntó a Fidel Castro hace ocho años, para el
libro Cien horas con Fidel: “Usted me dijo antes que, inmediatamente
después del triunfo de la Revolución, “empezaron las conspiraciones”.
¿A qué se refería?”. Parte de la respuesta del Comandante fue:
“…Nuestro país ha sido objeto de la más prolongada guerra económica de la historia, y de una incesante y feroz campaña de terrorismo que dura ya más de 45 años”.
De esa feroz campaña terrorista contra los dirigentes, el pueblo e
instalaciones cubanas los grandes medios al servicio del Imperio no
informan. Ahora que en Estados Unidos el diario The New York Times
pidió en su editorial del 2 de noviembre el canje de presos entre
Estados Unidos y Cuba, otros medios reaccionarán; y así el tema habrá
salido a la luz, por parte de quienes lo han estado silenciando por
más de quince años (tampoco sería extraño que la extrema derecha de
Miami acuse de comunista al The New York Times).
El 2009 fue detenido en Cuba el estadounidense Alan Gross, quien fue
juzgado y condenado a 15 años de cárcel por distribuir equipos
satelitales (este era un programa del Departamento de Estado) que
buscaba la “promoción de la democracia en Cuba”, para un “cambio de
régimen”. Luego de una ardua investigación el Gobierno de Cuba probó
que Gross pretendía desarrollar "acciones contra la integridad
territorial del Estado”, violando así la legislación cubana.
En Miami sucedía lo contrario, en los años noventa cinco cubanos
monitoreaban a grupos terroristas, para impedir la materialización de
sus planes contra Cuba -y contra Estados Unidos-. Fueron detenidos y
juzgados sin un proceso justo. Aunque trabajaban contra el terrorismo,
les impusieron castigos irracionales. Dos de ellos -René González y
Fernando González- ya cumplieron las injustas condenas. Tres aún están
presos en Estados Unidos: Gerardo Hernández condenado a dos cadenas
perpetuas más 15 años; Ramón Labañino a 30 años de cárcel y Antonio
Guerrero a 21 años y 10 meses.
Los Cinco como se les conoce internacionalmente arriesgaron sus vidas
para salvar la de otros; se ofrecieron a tamaña tarea, porque en Miami
los terroristas caminan libres y desde ahí fraguan sus atentados
contra la Isla. Uno de esos ha sido Gaspar Jiménez Escobedo, quien
falleció el pasado 29 de octubre.
Llama la atención que a diferencia de otras veces, en las que los
medios de Miami acostumbrados a justificar las agresiones contra Cuba,
llamando “defensores de la libertad” a quienes se ensañaban contra la
Isla, en esta ocasión, han preferido callar, dando a entender que
nadie quiere cargar con este muerto. Solo el fanático de Armando Pérez
Roura, apologista del terrorismo contra Cuba (ayudó a Jiménez Escobedo
cuando estuvo en México y Panamá), se ha expresado condolido por su
amigo. Sus otros compinches como Novo Sampoll, Pedro Remón, “Pepe”
Hernández y Carlos Alberto Montaner han permanecido en silencio.
El prontuario de Jiménez Escobedo es inmenso: cómplice de Posada
Carriles en varios atentados contra instalaciones, autoridades y
civiles cubanos; especialista en preparación y manipulación de
explosivos; miembro de organizaciones terroristas (Abdala, Cuba
Independiente y Democrática, CORU, FNCA); autor y ejecutor de varios
atentados dinamiteros contra misiones diplomáticas cubanas en otros
países; organizador de varios planes –frustrados- para atentar contra
la vida de Fidel Castro, etc.
¿Será por todas estas evidencias que esta vez los diarios de Miami no
se han molestado en ofrecer mayor información de la muerte de este
terrorista?
Un cable informa que Carmen -esposa de Jiménez Escobedo-, le declaró
al locutor Armando Pérez Roura su asombro por la rapidez con que en la
Isla los medios habían reaccionado ante la noticia del fallecimiento
de su esposo. ¿Pensará acaso doña Carmen que en Cuba la gente hará
fiesta por esa muerte? No. Pero debe saber que el pueblo cubano no
olvida la historia de sangre, dolor y muerte provocada por monstruos
del terror como su marido.
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Le llegó la hora del juicio final:
Concluso para sentencia.................que arda en las llamas del infierno.
Parece que este "muerto" tampoco es de los "francotiradores miopes" que aprovechan lo más mínimo para abrir fuego contra el país que los vió nacer. Fijense cuantos "méritos" tenia este señor y ni una lágrima por el aunque sea de cocodrilos.
Hay personas que ni con la muerte pueden pagar el oprobio que realizaron en sus vidas, este es uno de ellos. Los revolucionarios solo apelamos a la verdad y el tiempo es que juzga a estos mercenarios políticos. venceremos compatriotas, esa fauna está bajo control
Lo más triste es que se mueren en su lecho tibio, tranquilo y sin remordimientos. Yo en estos casos soy partidario de la ley del talión. Ojo por ojo...
Alguien en nombre de quienes les hizo tanto daño debió de arrancársela hace mucho tiempo. Como dice alguien por ahí, que arda en el infierno para siempre.
Una vez más se cumple el viejo adajio: el imperio paga a los traidores pero los desprecia.
Nuestro pueblo no mancha su historia, dedicandole tiempo aquien el tiempo lo sanciono.sus segidores deben aprender la leccion ,que los berdaderos terroristas de este siglo xxi no tienen amigos,
No nos alegra la muerte de nadie, pero la JUSTICIA NATURAL, ya cumplio con su cometido.
Algún día los malos cubanos, tendrán que PEDIR PERDON A LA PATRIA, por el dano que le hicieron a sus hijos.
Ese muerto no lo pago yo, que lo pague quien lo mató ... dice la canción.
No amigo, llorar no puedo.
Su viuda si llora y llora.
Pues le ha llegado la hora,
a Jimenez Escobedo.
Gran amigo de Posada
Tambien del difunto Bosh
vinculado con la Ross
la rubiecita frustrada.
Ahora ya no vale nada.
Si acaso tuvo valo valor.
Pronto sentirá el calor
de las justicieras llamas.
y ni el mismísimo Obama.
podrá ser su salvador