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Se agota la paciencia saharaui

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En el injusto orden mundial actual uno de los casos más flagrantes de burla al derecho internacional es la ocupación por Marruecos de gran parte del territorio saharaui. En 1975 España toleró que Rabat invadiera con marroquíes pobres el Sahara Occidental, abdicó de sus responsabilidades ante la ONU como potencia colonial y en violación del derecho internacional entregó ese territorio a Marruecos y Mauritania a través del Acuerdo Tripartita de Madrid. Con este pacto el país ibérico hacía trizas su formal compromiso de organizar un referendo que permitiera al pueblo saharaui expresarse sobre su independencia. Eran los tiempos de la agonía del dictador Francisco Franco. Pero ninguno de los gobiernos del Estado español resultantes de la célebre transición democrática ha actuado resueltamente a posteriori para reparar esta injusticia, que se cometió también con pleno respaldo de Francia y la complicidad de Estados Unidos, principales sustentadores políticos y suministradores de armamento a la sanguinaria monarquía de Hassan II.

En 1973 se creó el Frente Polisario, que inició la lucha armada contra las fuerzas españolas. Al retirarse estas, la continuó contra Mauritania, a la que derrotó militarmente e impuso un acuerdo de paz, y también contra Marruecos durante quince años hasta que decretó un cese del fuego unilateral, aceptado por Rabat, que llevaba la peor parte en la contienda. Un 27 de febrero de 1976, en medio de la guerra de liberación, se proclamó la República Arabe Saharaui Democrática(RASD), que con gran consenso popular gobierna las zonas liberadas y los campamentos de refugiados acogidos por Argelia en la región de Tinduf. La RASD lleva a cabo una dinámica política exterior y goza de prestigio internacional, lo que ha facilitado su reconocimiento por más de ochenta países de Africa, Asia y América Latina  y su ingreso como fundadora en la Unión Africana. Desde que Marruecos aceptó la búsqueda de un arreglo negociado la RASD ha hecho serios esfuerzos por lograrlo, incluyendo la liberación de los 25 000 prisioneros de guerra capturados a Rabat y aceptar que los marroquíes residentes en el Sahara Occidental ocupado participen en el referendo para decidir el futuro del territorio, pero el proceso se mantiene estancado por la renuencia de la monarquía alauita a aceptar, que la consulta, avalada por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU desde 1991, sea convocada por fin. Ahora Maruecos, bajo el nuevo monarca Mohammed VI, dice que sólo concederá la "autonomía" al Sahara Occidental, lo cual es rechazado categóricamente por la RASD, que no se conforma con menos que la convocatoria al referendo bajo supervisión de la ONU.

Bastaría que España asumiera sus responsabilidades como potencia colonial, presionando a Marruecos a aceptar la consulta a la que tanto teme, y que los gobiernos de la Unión Europea y Estados Unidos actuaran en esta misma dirección para vencer la resistencia de Rabat, pero al parecer eso no va a ocurrir. El gobierno español se deshace en elogios a la satrapía de Rabat y se deja chantajear con la amenaza de los inmigrantes ilegales, mientras aquella es un firme aliado de Washington en la "guerra contra el terrorismo". En esas circunstancias, de indolencia, por decir lo menos, de la antigua potencia colonial y de los grandes poderes del mundo, comienza a agotarse la paciencia saharaui. No se le puede exigir a más de 100 000 refugiados, que viven en precarios campamentos sin futuro, y a la población de los territorios ocupados que esperen eternamente por un referendo que nunca llega. Ello provocó el estallido de una intifada  pacífica desde mayo de 2005 en los territorios ocupados y en ciudades de Marruecos donde residen saharauis en demanda de la liberación de los presos políticos y de la realización del referendo. Como era de esperar, la respuesta de Marruecos ha sido la represión más cruenta. Se reportan detenciones, torturas y asesinatos contra los ciudadanos saharauis de la zona ocupada y del sur del reino y un despliegue inusitado de las fuerzas de seguridad y del ejército reales en los barrios y ciudades saharauis ocupados.
De permanecer por más tiempo la situación de desentendimiento de los poderosos hacia los derechos del pueblo saharaui, el Polisario está considerando, como última instancia, la eventualidad de reiniciar la lucha armada contra el ocupante. Hoy más que nunca necesita la solidaridad activa de los demás pueblos de la tierra.

aguerra12@prodigy.net.mx

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Angel Guerra Cabrera

Angel Guerra Cabrera

Periodista cubano residente en México y columnista del diario La Jornada.

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