Cubadebate

Hoy concluyó en Monterrey la Cumbre Extraordinaria de las Américas signada por las evidentes desavenencias entre Estados Unidos y varios países de nuestra región.

Lo que pretendía ser el regreso triunfal de Bush a Latinoamérica, después de sus guerras por otras regiones, en busca de asegurar los intereses políticos y económicos del imperio en nuestro continente y para darse un baño necesario de cara al voto latino en noviembre, se convirtió en la reunión más escabrosa y dónde más verdades tuvo que escuchar el Emperador en su traspatio desde hace mucho tiempo.

No faltaron los lacayos en Monterrey; pero la defensa de Chávez a la soberanía venezolana, su referencia a la solidaridad cubana y su firma con reservas de la declaración final, el discurso de fuerte contenido social de Lula y su defensa de la integración necesaria del Sur antes que el ALCA, y las críticas de Kirchner a la deuda externa, el ALCA y las desigualdades sociales no sonaron muy bien en los oídos del inquilino de la Casa Blanca.

Monterrey no dejará mucho saldo concreto para los pueblos de la región, pero sí marca un cambio en la histórica y bochornosa sumisión de Nuestra América hacia esa América que no es nuestra.

Allí estuvo de alguna manera el espíritu de Martí, defendido por mandatarios dignos de la región. El Martí que en 1889 nos previno desde las páginas de La Nación de Buenos Aires, a raíz del Congreso Internacional de Washington: "¿Y han de poner sus negocios los pueblos de América en manos de su único enemigo, o de ganarle tiempo, y poblarse, y unirse, y merecer definitivamente el crédito y respeto de naciones, antes de que ose demandarles la sumisión al vecino a quién, por las lecciones de adentro o las de afuera, se le puede moderar la voluntad, o educar la moral política, antes de que se determine a incurrir en el riesgo y oprobio de echarse, por la razón de estar en un mismo continente, sobre los pueblos decorosos, capaces, justos, y como él, prósperos y libres?"

(Comentario para la Mesa Informartiva de la Televisión Cubana, del 13 de enero del 2004)