Cubadebate

No soy economista, pero los algoritmos del precio del dinero tienen que ir al ritmo del precio de los productos y demás reglas de las tendencias en el consumo.

Toda anticipación arrítmica causará desórdenes, y quienes se dejen confundir por las apariencias de leyes que son más sorprendentes y complejas que las que pudo predecir Keynes, donde está haciendo estragos las operaciones ficticias basadas en transacciones virtuales con operadores binarios que ponen fondos en cualquier lugar del mundo sin el envío físico de las monedas que por demás es papel tecnológico fácil de reproducir y hasta falsificar.

Quien tenga una moneda que se respete la protegerá, ya que quienes la devalúan no piensan en la moneda sino en el mercado y por detrás invaden al consumidor con sus mercancías que en definitiva son las que dan la última palabra. Si la empresa quiebra por razones financieras, solo cambia de dueño y eso no importa si continúa viva su demanda material o de servicio para el que mueve los indicadores macroeconómicos.

De lo que si debemos cuidarnos sobre todos los cubanos, es de la obsolescencia tecnológica, que le enfría la economía al más poderoso y acaudalado accionista, desplaza a los trabajadores y los deja sin empleo.

Todo economista de estos tempos tiene más probabilidades de equivocarse que de acertar si juzga por el valor del mercado especulativo y no por el movimiento de las tecnologías y la orientación del consumidor.

La caída de los precios del petróleo obedece a mi juicio a esta particularidad de las producciones y le siguen naturalmente las formas de medir relativamente un mercado de bienes y servicios entre oferentes y consumidores, sin quedar otro remedio que un reajuste a los valores relativos del mercado monetario, lo demás quedará sujeto a las interpretaciones políticas que han de llevar a las decisiones de la guerra económica.