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Plaza Tahrir vuelve a trepidar contra gobierno militar y pobreza

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Foto: AFP

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Egipcios de diversos estratos sociales, religiones y tendencias políticas convergieron nuevamente hoy en la Plaza Tahrir en un enésimo llamado a la Junta Militar para que ceda el poder de inmediato a una autoridad civil.

La emblemática zona cairota, escenario de la movilización popular que en 18 días defenestró a Hosni Mubarak, el 11 de febrero de 2011, repitió, por segunda vez en una semana, una masiva concentración ahora denominada viernes de la dignidad o segundo viernes de la ira.

En vísperas del 28 de enero, cuando se cumple un año del día más mortífero de aquellas jornadas de desafío a la represión de la policía leal a Mubarak, cientos de miles de egipcios volvieron a inundar con fotos, caricaturas, banderas y vallas el corazón de El Cairo.

Más de 55 organizaciones, movimientos y asociaciones políticas, sociales y de derechos humanos se involucraron en la nueva convocatoria, esperando al menos rondar la masividad de la marcha del aniversario del inicio de la revuelta, el pasado 25 de enero.

Los capitalinos que afluyen hacia Tahrir se unieron a cientos de activistas acampados allí desde el martes y que prevén mantener su protesta hasta ver el ascenso al poder de un gobierno civil electo democráticamente y el retorno de los militares a los cuarteles.

Hace un año la consigna que dominada una de las vallas centrales de la plaza era el pueblo quiere la caída del régimen, unida a otras con mención específica al octogenario Mubarak, pero hoy se repitieron iniciativas para exigir la renuncia de la cúpula militar.

Para personas consultadas en Tahrir por Prensa Latina, resultan insuficientes las medidas de indulto, declaración de feriado nacional y levantamiento parcial del estado de emergencia, anunciadas por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA).

Bajo un tutelaje militar es difícil tener garantías de una Constitución democrática que no les otorgue privilegios y cuotas de poder, explicó Farid, un universitario favorable a que las elecciones presidenciales y la Asamblea Constituyente tengan otro escenario.

En el aspecto político hay matices y hasta divergencias dentro del heterogéneo movimiento reivindicativo egipcio, pero para islamistas de la Hermandad Musulmana, cuyo partido Libertad y Justicia ganó los comicios legislativos, los militares no son ya el mayor problema.

Sin bien la mayoría apuesta por la salida del Ejército de la palestra política, la situación social y económica de Egipto tras las revueltas parece inquietar y forma parte de las reivindicaciones.

Grupos de traductores de idiomas y guías turísticos lamentaban la caída en casi un tercio de los 14,7 millones de turistas que solían viajar a Egipto (en 2011 lo hicieron 9,8 millones) y la reducción de los ingresos a 8,8 mil millones de dólares. Según datos oficiales, la economía se contrajo un 4,2 por ciento en el

primer cuarto de 2011 a causa de la llamada revolución, y bajo el gobierno del CSFA empeoraron los indicadores de desempleo, con más de 800 mil personas incorporadas al paro laboral.

Si bien no fueron las demandas más visibles hace un año, la pobreza extrema y generalizada, el desempleo y los deficientes servicios básicos fueron catalizadores de la revuelta, junto a la falta de libertades, un aspecto en el cual los egipcios ven discretos avances.

(Con información de Prensa Latina)

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