Si fuera al revés
Estados Unidos y la Unión Europea pidieron el jueves al presidente Bashar Asad que deje el poder al considerar que ha perdido la legitimidad para liderar el país. (Fuentes: agencias)
Guillermo Tell
Me resulta difícil sustraerme a la tentación de preguntar qué hubiera pasado si en su momento algunos Estados islámicos le hubieran pedido al presidente Bush que renunciara por haber ordenado dos guerras de ocupación, en Afganistán e Iraq, que segó tantas vidas de civiles. O si en los días que corren cualquier país le hiciera semejante demanda a Obama y a unos cuantos mandatarios europeos por ponerse al servicio del poder financiero a costa de despidos masivos y encarecimiento de la vida. O tal vez porque en particular a cualquier gobierno le repugnaran los escándalos de Berlusconi.
En cualquiera de esos hipotéticos casos seguramente que Estados Unidos y la Unión Europea habrían reaccionado con el furor de los ofendidos, de los poderosos intocables, y quién sabe si hasta habrían invocado el principio de no injerencia en sus asuntos internos, al que le pasan por encima cuando ellos son los que exigen y otros del tercer mundo a los que consideran con el derecho de exigirles.
Con una versión tan tendenciosa de los grandes medios afines, se fragmentan los relatos sobre la situación en Siria, su propia dinámica interna, la totalidad de los factores de perturbación y la capacidad de los propios nacionales de encontrar las vías de apaciguamiento y estabilidad.
Los que pretenden mandar en este mundo ya elaboraron un guión, con un villano pre fabricado.
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