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Orestes Kindelán: Un León en la Montaña

21 Jul 1996:  Takayuki Takabayashi #24 of Japan shakes hands with Orestes Kindelan #46 of Cuba after the Japan v Cuba game at the Atlanta-Fulton County Stadium at the 1996 Centennial Olympic Games in Atlanta, Georgia. Mandatory Credit: Jed Jacobsohn  /All

21 de julio de 1996: Juego Cuba-Japón en los Juegos Olímpicos en Atlanta, Georgia. Foto: Jed Jacobsohn.

Por Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

Coño, Kinde, por qué te nos retiraste
cuando hacían falta solamente ¡13!
Rafael Grillo

Si usted busca los elegidos al Salón de la Fama de cualquier país, no faltará quien más haya puesto la pelota más allá de las cercas en mayor cantidad de veces. Es cuasi obligado, porque el gran jonronero es dueño y señor de la estima, del reconocimiento perpetuo, la plena demostración de un conquistador de hazañas. Y el soberano no suele equivocarse cuando los elige entre tantos otros. Es el caso de nuestro Orestes Kindelán, a quien unos llaman León de la Montaña y otros Tambor Mayor, definiciones a las que honra.

El sueño dorado de cualquier pelotero es batear jonrones. Es un placer irrepetible el corto rato de dar la vuelta al cuadro, dueño y señor del estadio, sin que nadie lo moleste o reprima, concentrado en la algarabía de sus parciales, sin importarle el sufrimiento de tantos otros, con cierta dosis de sadismo. Si es de dos carreras, mejor, de tres magnífico; el jonrón con bases llenas, el de las cuatro carreras, al que los inventores del béisbol llaman grand slam, es el non plus ultra de la felicidad.

Virtud reservada a los elegidos. Se necesitan muchos poquitos: fuerza al bate, técnica depurada, golpear la pelota en el mismo centro, swing duro y, sobre todo, no perder la concentración. Los jonroneros tienen muñecas prodigiosas. A veces, con ellas, hasta dan grandes batazos con malos lanzamientos; ejemplos sobran: Cristóbal Torriente, Lázaro Madera...

El batazo de cuatro esquinas ha tenido una larga trayectoria, evoluciona con los tiempos. Si la bola es viva y el bate de aluminio, cualquiera puede convertirse de la noche a la mañana en slugger; espejismo de la ciencia y la técnica.

En las Grandes Ligas se juegan 162 partidos. Antes fueron 154; siempre más de 100. Para que usted tenga una idea de lo difícil que es ser jonronero, les anticipo algunos datos: menos de treinta han bateado, hasta hoy, más de 500 jonrones. De ellos, solo tres más de 700, Hank Aaron (755), Babe Ruth (714) y Barry Bonds, líder absoluto con 762, aunque está acusado de utilizar drogas. A ellos les sigue el súper pelotero Willie Mays (660).

En los sistemáticos sesenta desafíos que contemplaba el calendario de nuestros campeonatos profesionales antes de 1959, el récord fue del norteamericano Lou Klein (16), seguido por Roberto Ortiz (15), los mismos que otro norteamericano, Don Lenhardt, y otros.

En nuestras Series Nacionales se dan cita hombres que ponen con frecuencia la pelota al lado de allá de la cerca; la técnica les permite hacerlo con naturalidad. El máximo representante es Orestes Kindelán (487), seguido por Lázaro Junco (405) y Omar Linares (404), después aparecen Antonio Muñoz y el fornido Romelio Martínez, ambos con 370.

Daba gusto ver empuñar el madero a Orestes Kindelán Olivares, quien nació el 1ro. de noviembre de 1964, en Palma Soriano, Santiago de Cuba. Quizás algún día soñó con conectar grandes batazos y la vida le dio esa posibilidad, al extremo de convertirse en el más grande jonronero en casi un siglo y medio de béisbol oficial en la Isla. Como hemos dicho, solo dos cubanos superan su cifra en el exterior, minimizados por los efectos probados de los esteroides. Kindelán jugó siempre bajo el rigor de los controles antidoping establecidos y jamás hubo dudas de su limpieza en el accionar.

El Kinde, como le llaman algunos allegados, es un hombre de pocas y precisas palabras. Un día, en casa de Pedro Luis Lazo, le pregunté si no temía a los sistemáticos bolazos contra su anatomía, solo respondió: “Si tengo miedo no puedo batear…” Es enemigo confeso de las mentiras o de los “adornos” de algunas verdades por ciertos periodistas, quienes según él, ponían en su boca cosas que no dijo. Por si acaso, tengo grabadas cada palabra de este señor del barquillo mágico. Así lo definió un colega:

Entonces fue cuando lo vi, no en pantalla televisiva sino por vez primera en carne y hueso, al que se desempeñaba dese su retiro como entrenador de bateo del rival sempiterno. Un Orestes Kindelán harto similar al que me habían pintado otros: comedido y apacible, retraído, acomodado en una silla por fuera de los grupitos alebrestados por el jolgorio, corpulento y enorme… Y eterno, o así me lo pareció, no sé bien por qué, como si en el juego de mañana, y hasta siempre, fuera a tocarle empuñar el cuarto madero.

Comenzó su carrera como receptor, después se fue a los jardines para dar paso a otros receptores santiagueros, y a Pestano en la Selección Nacional. Terminó defendiendo con maestría la inicial. Hombres como él, perseguidos por los directores, no calientan la banca. Propuestas millonarias le llovieron, infructuosamente.

Recuerdo la primera impresión ante este inmarcesible, cuando el proceso investigativo para el libro El Señor Pelotero. Llegamos a él con temor, auxiliados de Pacheco. Cuando observamos cierto recelo, me apresuré en anunciarme como profesor universitario, así como al alumno que me acompañaba: --Venimos a hablar de Casanova. –Bueno, si es así vengan para acá, es que yo no doy entrevistas. --Se rompió la tensión. Nos fuimos, a instancias suyas, a un pequeño salón contiguo a las habitaciones del Hotel Italia vueltabajero, donde entramos en confianza con otros temas. Así salió a colación una reciente polémica suya con la prensa. Nos dio sus razones.

Mulato fuerte como un yunque que tiene asegurado su nombre en la historia del béisbol cubano, donde reina en el arte de los grandes batazos (487 en 21 campañas), con una frecuencia envidiable de despachar uno cada 13,3 veces al bate, entre las mejores de todos los tiempos. Es cual si hubiera nacido para ellos. Y como si fuera poco, también esel máximo impulsor hasta el día de hoy.

De compararlo, lo haría con Pedro José Rodríguez, quien de no interrumpirse su carrera por una polémica sanción, posiblemente ostentara el récord más añorado. No por gusto Salamanca lo llamó El Señor Jonrón. Aquella situación provocó que Omar Linares se convirtiera en tercera base, de no ser así se hubiera desempeñado como short stop, su posición inicial. Pero lo anterior está en el campo de las especulaciones, lo cierto es que Kindelán se inscribió en la leyenda, sus números no me dejarán mentir.

He contado con sus testimonios en las odiseas biográficas de Casanova, Linares y Pedro Luis Lazo. El 29 de abril de 1997, cuando hablamos de El Señor Pelotero noté en sus ojos la admiración por su jugador preferido:

Lo conocí por la televisión y siempre simpaticé con él. Para mí está entre los mejores que han pasado por el béisbol. Me impresionó por sus cualidades y grandes condiciones (…) No sé si era un superdotado, pero sí un jugador excepcional, porque sus cosas naturales han sido muy grandes. Lo que más me atrajo fue su técnica de bateo, no se iba con bolas malas. No cometía errores mentales, estaba donde el juego lo necesitaba. Cualquiera pifia, pero la mente no debe fallar, y así era Casanova. Hacía un trabajo normal, su entrenamiento no era en exceso, yo soy en ese sentido igual que él, entreno solo lo que necesito.

En un subjetivo equipo de todos los tiempos, que aparece en Mitos y Realidades de la Pelota Cubana (Ediciones Loynaz 2008), no vacilé en ubicarlo como Designado. Nadie como él se ha ganado esa distinción. Allí está, junto a Juanito Castro, Muñoz, Tony Taylor, Willie Miranda, Omar Linares, Orestes Miñoso, Víctor y Casanova. Igualmente, con los lanzadores Camilo Pascual y el zurdo Miguel Ángel Cuellar. Todos bajo la batuta de Jorge Fuentes.

Fue electo al Salón de la Fama del Béisbol Cubano, el 8 de noviembre de 2014. Entre otros veinticuatro, sin titubear le otorgué mi voto. ¿Cómo negarme?

Récords

-Cuarto en carreras anotadas (1379).

-Décimo en dobles  conectados (330).

-Líder en total de bases (3893).

-Séptimo en comparecencias al bate (7997).

-Segundo en slugging (.600).

-Líder jonronero (487).

-Líder en flies de sacrificio (91).

-Quinto en bases intencionales recibidas (168).

-Líder en carreras impulsadas (1511).

-Quinto en golpeado por lanzamientos (185).

-Tercero en ponches recibidos (1025).

-Quinto en bases por bolas recibidas (1232).

-Noveno en juegos jugados (1842).

-Cuatro veces conectó 3 jonrones en un desafío.

-Comparte el récord de más bases recibidas en un juego (5).

-En la Serie Selectiva de 1986, estableció un nuevo récord en jonrones (30).

-Líder de los bateadores en 1989 (.402).

-Encabezó las carreras anotadas en 1989 (57).

-Líder de los jonroneros en 1987 (17) y 1989 (24).

-Líder en bases recibidas en 1989 (49) y 1990 (44).

-Líder en bases intencionales en 1988 (11) y 1989 (7).

-Líder en flies de sacrificios en 1984 (6).

SERIES NACIONALES (21)

Ofensiva

CB       VB         H       AVE      CA          CI         2B        3B         HR         BR

7997

6488

2030

.313

1379

1511

330

36

487

31

 

                             TB    SLU     DB        BB          BI          SO      

3893

.600

185

1232

168

1025

 

Defensa

JJ         INN       O         A            E        TL        AVE

1842

9832,1

5703

300

94

6097

.985

 

Eventos internacionales

EVENTO

J.J

VB

CA

H

2B

3B

HR

CI

BB

K

TB

SLU

AVE

5 Copas J. A. Huelga

24

87

24

31

3

1

13

29

9

8

75

862

356

6 Intercontinentales

55

190

63

75

11

0

28

69

24

33

170

895

395

4 Centroamericanos

30

111

39

53

9

1

19

54

16

8

121

1090

477

6 MUNDIALES

63

245

86

106

21

3

26

84

6

27

211

861

433

4 Panamericanos

34

137

40

48

8

3

15

59

15

21

107

781

350

3 OLIMPIADAS

27

109

31

42

6

1

14

39

8

18

92

844

385

TOTALES

233

879

283

355

58

9

115

334

80

115

776

.883

.404