Algunas reflexiones sobre las sanciones contra Rusia y la respuesta de Moscú

Como parte del equipo editorial de Cubadebate, he seguido la interesante discusión de los foristas sobre las sanciones económicas de Estados Unidos y Europa contra Rusia, y la respuesta del gigante euroasiático anunciada hace unos días. Frente a la diversidad de opiniones he querido dar mi punto de vista.

Si, tal como se esperaba Rusia respondió de la única forma posible: con más sanciones pero en sentido inverso, una vía lógica de proteger a los productores internos, quienes sufrirán de forma indirecta las sanciones occidentales. La demora en reaccionar supone que el Kremlin ha estudiado detalladamente el impacto del conflicto y las respuestas necesarias, consciente de que será un trance difícil (no el fin del mundo), pero que a la larga superable y quizás beneficio.

¿Por qué beneficioso? En política y en economía los reveses pueden convertirse en victorias a mediano y largo plazo si son manejados con inteligencia. Esta moneda tiene dos caras, es cierto, habrá mayor fuga de capitales, la incorporación de Crimea constituye un gasto enorme que pondrá en aprietos el presupuesto de este año y el próximo, y la economía podría decrecer en términos de Producto Interno Bruto (PIB).

Pero el vaso podría verse medio lleno y no medio vacío; quizás sea el momento ideal para reajustar el modelo económico, para que Rusia fortalezca ciertos sectores productivos que debían competir con los productos extranjeros antes de las sanciones.

¿Por qué Rusia tiene que comprar manzanas en Polonia o pollos en Estados Unidos? ¿Acaso es un país tropical o sin tierras cultivables? Sus grandes fortunas, que no son pocas, podrían invertir su dinero en el país y no lanzarse a comprar lujosos inmuebles en la Rivera Francesa, Londres o en Ibiza, o comprar equipos de futbol en Inglaterra. Rusia puede poner a circular sus capitales al interior del país.

Moscú tiene varios instrumentos para enfrentar esta crisis e impulsar esa posible reconversión; primero un presidente popular con más del 80 por ciento de aceptación, segundo, un aparato estatal fuerte y cohesionado, tercero, enormes reservas internacionales superiores a los 470 mil millones de dólares, lo cual puede sostener el rublo durante un tiempo e invertirse en la industria nacional, y cuarto, algo muy importante, un fuerte sentimiento nacionalista que hace de los rusos un pueblo con una capacidad extraordinaria para enfrentar situaciones difíciles.

Pienso ahora en uno de los tantísimos ejemplos: el Cerco a Leningrado, cuando los habitantes de la ciudad se comían los zapatos y maletines de cuero para aplacar la hambruna de un hostigamiento que duró casi tres años, una experiencia vivida por los padres de Putin y que puede haber marcado la personalidad política de este líder.

Es el país que perdió más de 20 millones de habitantes en la Segunda Guerra Mundial, que trasladó toda su industria pesada a Siberia de forma maratónica para no dejar de producir en medio de la contienda. Es el país que construyó una capital europea sacando el fango con las manos y que protagonizó los principales giros de la historia durante el siglo 20. ¿Serán estas sanciones las que doblegarán una resistencia que es cultural? No.

Hay otros elementos a analizar. No subestimemos la capacidad de respuesta de Moscú, algunos foristas subvaloran las cartas del Kremlin aludiendo a las pocas marcas rusas que se conocen en el mercado internacional, lo cual, con todo respeto, es un punto de vista cuestionable; recordemos que muchas de las grandes marcas son europeas y estadounidenses, sin embargo, tienen sus fábricas en China, Filipinas o en Tailandia.

Es cierto… Rusia tiene problemas estructurales como el atraso tecnológico en algunos sectores, pero es la octava economía a nivel internacional. El canal ruso RT ofrece algunos detalles en su página web dignos de tener en cuenta: el país euroasiático está entre los primeros productores mundiales de petróleo, es más, en ocasiones ha ocupado el primer lugar en ese sector. Tiene la segunda industria armamentista más potente del planeta; solo la empresa Rosatom controla el 16 por ciento de las construcciones de centrales nucleares en el mundo y es líder mundial en la producción de varios productos químicos. Las ventas de alimentos le reportaron 15.000 millones de dólares en 2013.

Cuando hablamos de que Europa sentirá en carne propia sus sanciones contra Moscú, no nos referimos tanto a los que Rusia no le venderá, sino a lo que Rusia no le comprará. Los cálculos están hechos y publicados, el PIB de la Unión Europea decrecerá y esta guerra de sanciones podría costarle más de 40 mil millones de dólares este año. En el caso de Alemania, la locomotora regional, puede perder decenas de miles de puestos de trabajos y algunas de sus empresas cientos de millones de euros.

Pero quién sabe si las mayores tensiones están por venir. Si Rusia comienza a responder de forma paulatina y llega al punto de mover sus poderosas palancas políticas y diplomáticas, el dolor de cabeza será más fuerte para Europa y los Estados Unidos.