Al centro de esta imagen está el doctor Fidel, lo acompañan sus colegas Frank y Noydel; y las enfermeras Cinthya y Darquis. Foto: Noe M. Rivero/ Facebook.
Un país entero se detiene cada vez que el reloj marca las 11 de la mañana y aguarda los números del día. Que no crezcan demasiado los contagiados, esperan. Que no se cuenten más bajas en esta guerra absurda contra un virus, rezan.
Las terapias destinadas a atender a los pacientes diagnosticados con COVID-19 llevan cara a cara, en la mismísima frontera, esta pelea por la vida. Quienes en ellas trabajan no logran dormir ni cuando les toca, las preocupaciones los desvelan; bajo el traje de protección sudan y con la mascarilla les cuesta doble respirar.
En medio de estas circunstancias un médico cumple años en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK). Al sumar el tiempo que estará en el hospital y el del aislamiento, sabe que pasará casi un mes antes de que pueda reunirse de nuevo con su familia, recibir el beso orgulloso de sus dos hijos.
Aun así, sus colegas hacen el mayor esfuerzo por hacerle “especial” el día. Uno de ellos escribe rápido, con el mismo plumón azul con el que trazan sus nombres sobre la pieza que los cubre, el mensaje breve: “Felicidades Dr. Fidel. Team IPK”. Otros tiran las fotos. Alguien más –un querido amigo- las sube a las redes. Veo las imágenes y se me hace agua el corazón. “Con un nombre así tenía que ser grande este médico de Cuba”, pienso.
Él se llama Fidel Pérez Pérez y es intensivista del Hospital Manuel Fajardo, aunque ahora presta sus servicios en el IPK. En las imágenes lo acompañan los doctores Frank, Raziel y Noydel; también las enfermeras Cinthya y Darquis.
Sí, el doctor Fidel llega a sus 53; junto a él no estarán hoy los amigos de siempre ni tendrá la cena en su casa. Pero un hombre con el don de salvar vidas sentirá la cura de sus pacientes como el mayor regalo, y sabrá que, a las 9:00 pm, tendrá una Isla entera en pie, dándole gracias.
El doctor Fidel junto a Noe en el IPK. Foto: Noe M. Rivero/ Facebook.