Demostrarán corrupción en ONU si prueban acusaciones a expresidente de Asamblea General

John Ashe, expresidente de Asamblea General de la ONU. Foto: AP.

El arresto bajo cargos de corrupción del expresidente de la Asamblea General de la ONU John Ashe despierta expectativas luego de que un fiscal neoyorquino no descartara ramificaciones del caso.

Ashe, un diplomático de Antigua y Barbuda que dirigió la Asamblea en su 68 período de sesiones (2013-2014), fue detenido la víspera junto a otras cinco personas por su presunta implicación en una red de corrupción. 

Tanto el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como el actual presidente de la Asamblea, Mogens Lykketoft, lamentaron los hechos y advirtieron que golpean la integridad de la organización.

Ambos tomaron distancia del arrestado, Ban mediante un comunicado y a través de su portavoz, Stephane Dujarric, y Lykketoft, en una rueda de prensa convocada ayer de última hora para fijar postura.

Según el fiscal de Manhattan, Preet Bharara, la investigación pudiera llevar a la presentación de nuevos cargos y a descubrir el alcance del caso dentro de la ONU. 

De probarse las acusaciones, podrían confirmar que el cáncer de la corrupción, tan presente en muchos gobiernos locales y nacionales, también infecta a Naciones Unidas, estimó.

Medios de prensa reportaron que Ashe aceptó sobornos por más de un millón de dólares de empresarios, entre ellos el magnate Ng Lap Seng.

En el corazón del escándalo estaría la intención del multimillonario de construir en Macao, como su legado, un centro de conferencias.

A propósito del caso, Lykketoft declaró aquí ayer a periodistas que se trata de una situación chocante, "porque los funcionarios y órganos de la ONU deben seguir altos estándares de transparencia".

El presidente de la Asamblea General en su 70 período de sesiones insistió en que la corrupción no tiene cabida en Naciones Unidas ni en lugar alguno. 

La víspera, el caso Ashe impactó de tal manera en la sede de la organización que conflictos como los de Siria y Yemen y la escalada de violencia en la ocupada Jerusalén Oriental pasaron a un segundo plano, al menos por unas horas.

(Con información de PL)