“De alguna manera, nunca dejas de ser médico de familia”

La Medicina Familiar se convirtió en una escuela para las más jóvenes generaciones de médicos, que aprendimos a cambiar la errónea visión de atender al paciente como un ser individual, por aquella que parte de la comprensión de que es vital tener en cuenta el entorno familiar en la promoción de salud, la prevención de enfermedades y su atención. Siempre recordaré a un profesor que solía explicar esta idea con una frase muy singular: “Se puede enfermar de familia y morir de familia”.

Trabajar en y con la comunidad fue el golpe de realidad y el escenario donde muchos nos convertimos en médicos de verdad, y donde la concepción de la salud como producto social adquirió su verdadera magnitud, y lo cierto es que, independientemente de la especialidad o camino profesional que luego seleccionamos, de alguna manera, una vez que esos conceptos están en la médula de tu formación, nunca dejas de ser médico de familia.

Así que hoy, comparto mi reconocimiento con los médicos de familia cubanos, por su tenacidad renacida y multiplicada a lo largo de 36 años; pero especialmente felicito a aquellos 10 primeros que, en el habanero barrio de Lawton, comenzaron ese hermoso sueño de Fidel.

¡Feliz 36 aniversario para la Medicina Familiar cubana!