En Virginia Occidental, Virgina, Kentucky y Tennessee, zonas de la cordillera de los Apalaches, la empresa Massey Energy, que se fundó en 1920, opera 13 minas de superficie y 35 subterráneas, lo que la ha convertido en el cuarto mayor productor de carbón en Estados Unidos. Produce 130 millones de toneladas por año y emplea cerca de 14 000 personas. Sus ganancias anuales son multimillonarias.
"¿Qué se puede hacer?", se preguntó recientemente el virginiano Frederick Goethel. "Los tribunales incluso son de poca utilidad, pues ellos han sido también comprados por los propietarios de las minas de carbón".
El carbón, el cual es sacado de la tierra desde la Edad Media, es considerado junto al petróleo y el gas natural entre los combustibles más contaminantes para el medio ambiente. Si su explotación se hace en las minas a cielo abierto sus efectos son más nocivos pues libera hacia la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y ello contribuye al aumento del calentamiento de la tierra. Baste señalar que cada año la quema de combustible fósil y la deforestación agregan unos 7,7 mil millones de toneladas métricas de dióxido de carbono a la atmósfera.
El egoísmo y avaricia de los ejecutivos de la Massey Energy, que piensan más en sus bolsillos y cuentas en el banco que en los peligros que enfrenta la Humanidad, me hizo recordar una reflexión del compañero Fidel Castro de hace algunos años, donde decía que el capitalismo convierte en mercancía todo lo que se pone a su alcance, sea la naturaleza, la tierra, los ríos y las montañas, las selvas y los bosques. Lo que hace la Massey Energy en Los Apalaches es una confirmación de la validez de tal pensamiento de Fidel que, con frecuencia, alerta sobre los grandes peligros y desafíos a que se enfrenta la especie humana.
Este es un tema que debe estar muy presente en los medios. Con información y con argumentos. No es sólo un asunto para científicos.