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Polémica carta de funcionario de la Casa Blanca atiza paranoia y clima de sospechas en la administración Trump

Trump, subiendo al avión presidencial. Foto: Kevin Lamarque/ Reuters.

El vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el director de inteligencia nacional, Dan Coats, se apresuraron a negar haber sido los autores de la carta publicada esta semana en The New York Times bajo el título “Soy parte de la resistencia dentro del gobierno de Trump”, mientras el presidente conmina al diario a revelar el nombre del “cobarde” y periodistas intentan descubrir su identidad.

En la carta publicada por el NYT el miércoles último, el anónimo remitente -quien contactó al periódico mediante un intermediario y cuya identidad fue revelada, según un editor que supervisa las columnas de opinión- afirma que “muchos de los funcionarios de alto rango en su propio gobierno trabajan desde dentro con diligencia para frenar partes de su programa político y sus peores inclinaciones”.

Y continúa con la siguiente afirmación: “Lo sé bien, pues yo soy uno de ellos”.

La carta, que generó una ola de repercusiones en la prensa mundial y en las redes sociales, fue publicada en el NYT sin que fueran informada la redacción, siguiendo según fuentes de prensa “las reglas habituales de separación entre las páginas editoriales y las de información” y la política de proteger el anonimato de una fuente cuando hay la percepción de que esta corre o correría peligro físico o que pudieran estar en riesgo su empleo o reputación.

La inusual carta de un alto funcionario al New York Times: "Soy parte de la resistencia dentro del gobierno de Trump"

Kathleen Bartzen Culver, directora del Centro para la Ética Periodística de la Universidad de Wisconsin, consideró que la columna “crea una dinámica muy extraña entre las páginas de opinión y noticias, que son entidades separadas”.

Se cuestionó, además, si legalmente el acuerdo de confidencialidad negociado por la sección editorial se extiende a toda la redacción, lo que implica que el autor podría demandar al diario en caso de que uno de sus periodistas revelara su identidad.

James Bennet, editor de las páginas editoriales de The New York Times, dijo a la revista Vanity Fair que “es un bingo. Todo el mundo está tratando de averiguar quién es, incluida la oficina de Washington. Agregó que “obviamente estoy muy preocupado con preservar el anonimato del autor”, pero acotó que “entiendo que los periodistas hagan su trabajo”.

Christopher Simpson, profesor de comunicación en la American University, quien ha señalado los problemas éticos provocados por el sobreuso de fuentes anónimas en la prensa estadounidense, se pregunta cuáles son las directivas que los editores del NYT están dando a sus periodistas sobre este asunto. “Me sorprendería mucho que dijeran a sus periodistas que no intenten averiguar quién es esta persona. Eso sería un error, y dañaría la reputación del Times”, dijo.

Al publicar el miércoles el texto, el diario encabezó la columna con la siguiente declaración: “The New York Times tomó la decisión inusual de publicar una columna de opinión anónima. Lo hicimos así a petición del autor, un funcionario de alto rango en el gobierno de Donald Trump cuya identidad conocemos y cuyo empleo estaría en riesgo por divulgar su nombre. Creemos que publicar este ensayo sin firma es la única manera de ofrecer una perspectiva importante a nuestros lectores”.

El gesto ha sacado de sus casillas a Trump y provocado otro de sus encontronazos con los medios de comunicación o periodistas no afines a su agenda. “Nadie sabe quién demonios es”, dijo del remitente anónimo en un mitin en Billings, Montana.

El mandatario añadió que los operadores “anónimos que desafían a los electores para promover su programa secreto son realmente una amenaza para la democracia misma”.

Trump instó a The New York Times a revelar el nombre del que llamó “cobarde” y llamó a los periodistas a investigar la identidad del autor del texto. “Sería una buena primicia”, dijo.

En la publicación en el NYT, el autor afirma que “muchos de los funcionarios que fuimos designados por Trump nos hemos comprometido a hacer lo que esté a nuestro alcance para preservar nuestras instituciones democráticas y, al mismo tiempo, contrarrestar sus impulsos más equivocados hasta que deje el cargo.

“La raíz del problema es la falta de moral del presidente. Cualquier persona que trabaje con él sabe que no está anclado a ningún principio básico discernible que guíe la forma en que toma decisiones”.

En las últimas semanas, entre otros escándalos, resaltaron en medios de prensa los problemas de varios exallegados de Trump con la Justicia, y las revelaciones de una exasesora sobre corrupción y pagos a funcionarios que salían de la Casa Blanca para que mantuvieran silencio.

Trump, que insiste en que la Casa Blanca es “una máquina bien aceitada con piezas reemplazables”, no se ha salvado ni siquiera de las críticas de otro republicano, John McCain, fallecido recientemente, y ya a inicios de 2018 intentó detener la venta del libro Fuego y furia, que contenía revelaciones del exestratega de la Casa Blanca Steve Bannon.

"Miedo", el libro que relata la imagen alarmante de la Casa Blanca de Trump

(Con información de The New York Times y AFP)